Coronavirus
#YoResistiréPorTi: El manifiesto
Nos protegemos, sí, pero para proteger a los demás. Es la obligación que esta epidemia nos ha impuesto.
Quedarse en casa no es una opción, como nos han repetido sin tregua. Y no es sólo un mecanismo defensivo. Es también una forma de contribuir a no propagar el coronavirus. Evitar traerlo a casa, no desplazarlo… no propagarlo en el caso, nada improbable, de que seamos enfermos sin síntomas. Esta es la clave de estas semanas. La enfermedad no nos es ajena, ni se aleja de nuestras vidas cuando cerramos la puerta. Nos protegemos, sí, pero para proteger a los demás. Es la obligación que esta epidemia nos ha impuesto. No hace falta presumir de heroicidad, como a veces se escucha, como si quisieran halagarnos los oídos y el amor propio. Quedarse en casa puede llegar a ser molesto o incluso difícil, pero no nos convierte en héroes. Bien fácil lo tendrían los héroes con una dieta como esa…
Ahora bien, cumplida como debe serlo, sin trampas, sin triquiñuelas y sin demasiados aspavientos, la obligación hará de nosotros personas más atentas, más sensibles, más humanas. Habrá puesto en valor lo que nos une, que es inagotable. Ahora mismo, ya está sacando a la luz la clave de todo, que es la dependencia mutua y la responsabilidad personal, dos caras de la misma moneda. En algún momento, muchos llegamos a pensar que podíamos prescindir de casi todo el mundo. Llegado el caso, el Estado se encargaría de suministrarnos aquello que vivíamos como un derecho, sin medir las obligaciones que echábamos sobre los hombros de quienes nos rodean. En apenas unos días, hemos cobrado conciencia de lo frágiles que somos y de lo peligrosos que podemos llegar a ser. Después de esta temporada en el infierno, no habrá forma de apartar de la conciencia la convicción de que lo que nos hace fuertes es pensar en los demás.
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