Inmigración

1.800 inmigrantes, sin control sanitario, se preparan para entrar en España por la fuerza

Se esconden en diversos enclaves de Marruecos, para saltar la valla de Melilla o viajar por mar

La Guardia Civil intercepota una patera llena de inmigrabntes
La Guardia Civil intercepota una patera llena de inmigrabnteslarazon

Unos 1.800 subsaharianos se preparan en Marruecos para entrar ilegalmente en España, por vía marítima o saltando el vallado de Melilla, como ocurrió hace unos días, según han informado a LA RAZÓN fuentes solventes.

Si alguno de ellos padece coronaviurus, es algo que se ignora y que habrá de comprobarse a su llegada a territorio nacional, si es que lo logran.

El vecino país es uno de los que en África ha puesto en vigor normas más estrictas para combatir la pandemia y, sin embargo, la actuación de las mafias que organizan la inmigración ilegal hacia España continúa.

De ese contingente humano, unos 800 se encuentran escondidos en varios asentamientos en torno al monte Gurugú, en las proximidades de Melilla. 450 de ellos son los que protagonizaron el último salto. 55 lo lograron y, según todos los indicios, no se les va aplicar el convenio de expulsión vigente con Marruecos desde 1992. Se les han habilitado unos barracones improvisados, en una zona denominada Quinto Pino y allí son atendidos.

El resto, unos 1.000, se hallan escondidos en diversos enclaves en torno a la localidad de Bouyafar, entre Cabo Tres Forcas y Alhucemas, a la espera de que las mafias locales, a las que pagan entre 1.500 y 2000 euros por el “pasaje” les indiquen cuando pueden acceder a las embarcaciones.

En el precio, van incluidos tres intentos. Es decir, si, al ser sorprendidos cuando salen de la costa son devueltos a la misma, les quedan otras dos ocasiones para intentarlo.

El problema que se plante, según las citadas fuentes, es que estas personas, tanto las que se encuentran hacinadas cerca de la frontera como las que esperan en la costa, pueden contraer el coronavirus por las condiciones en las que viven. Al llegar a tierras españolas, si es que lo consiguen, suponen un problema añadido a los que ya sufrimos en nuestro país, porque su mera presencia rompe el confinamiento de las poblaciones en las que aparezcan, además del peligro para el personal de las Fuerzas de Seguridad y servicios asistenciales que les atiendan y se hagan cargo de ellos.

La supresión de las concertinas y las sirgas en el vallado de Melilla (sin que se hayan habilitado hasta el momento medidas alternativas); y la progresiva llegada del buen tiempo, son factores que animan a los inmigrantes a intentar la entrada ilegal en España, que se encuentra prácticamente paralizada por las medidas dictadas como tras la declaración del estado de alerta.

La violencia con la que se emplearon los que protagonizaron el salto del vallado, armados con piedras y ganchos, da una idea de la resolución de los inmigrantes de acceder a territorio español. Conscientes de la pandemia que sufre nuestro país, gritaban “corona, corona” para hacer ver a los agentes de la Guardia Civil y a los miembros de las Fuerzas Armadas que intervinieron para controlarlos, que padecían la pandemia. Además, para tratar de amedrentarlos les escupían y hacían un amago de orinar encima de ellos.