“Un mes y un día”

Habiéndose cumplido hoy cuatro semanas de la declaración del estado de alarma, tenemos por delante todavía dos semanas más de confinamiento, y Sánchez ya nos ha adelantado la posibilidad que haya aún otras prórrogas después.

Creo que la experiencia acumulada permite algunas conclusiones, siquiera sean preliminares: estamos viviendo un práctico «arresto domiciliario» que, a día de hoy, es de «un mes y un día», y ello sin que haya mediado ni falta, ni delito, ni juicio, ni condena previa, como muy bien señala el Manifiesto que días atrás lanzaron cualificados expertos en diversas áreas del conocimiento, como Guillermo de la Dehesa y Joaquín Leguina, entre otros.

La respuesta de la sociedad española merece ser calificada –sin exageración alguna– como sencillamente ejemplar. Sobre todo, si no olvidamos que este confinamiento forzoso supone renunciar al bien más preciado del hombre: su libertad, y –para una parte no menor de la gente–, también su hacienda.

En justa correspondencia, hay que esperar y exigir del Gobierno, oposición e interlocutores sociales, que estén a la altura de lo que la situación demanda. No es momento de tacticismos de unos ni de otros: cuando pase esta epidemia que mata, se hará visible en toda su crudeza otra epidemia letal: la económica y la del paro.

Como la percepción pública sea que ellos no han cumplido con el deber que este tan grave momento requiere, serán arrollados por una ola de indignada censura. Todos sin excepción.