Cargando...

El Gobierno de Pedro Sánchez

El miedo de Sánchez

Lo que más teme el presidente, en este momento, son las caceroladas, porque eso sí puede tumbar un gobierno.

Vecinos del madrileño barrio de Moratalaz protagonizan hoy jueves una cacerolada contra la gestión del Gobierno en la crisis generada por el COVID-19. EFE/Emilio Naranjo Emilio NaranjoEFE

Pedro Sánchez tuvo que dimitir, en 2016, como secretario general del PSOE, porque la dirección socialista se percató de que intentaba una investidura con el apoyo de los independentistas catalanes.

Ganó después las elecciones primarias, decidió que su poder venía directamente de los afiliados y que ya no daría más explicaciones de sus actos porque estaba legitimado para tomarlos.

Nadie volvió a cuestionar el voto de los independentistas, ni la amalgama de retales en que se convirtió el apoyo parlamentario al gobierno. El problema de pactar con Bildu, con JxCat o con ERC, no es solo que representan el odio al Estado y su decisión de desmantelamiento, sino lo que hay de dar a cambio de pactar con ellos.

El 27 de mayo de 2019 la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, publicaba un tuit en el que se podía leer: “No vamos a pactar con Bildu. Para nosotros eso son líneas rojas y los socialistas, con nuestros defectos y virtudes, somos muy de fiar.”

El PSOE sí es de fiar, aunque no lo sean sus dirigentes. Por eso asistimos con dolor, durante esta semana, a la polémica entre Bildu, Podemos y PSOE sobre un presunto acuerdo firmado para obtener su apoyo de investidura.

También, en estos mismos días, se ha conocido otra controversia, esta vez con Ciudadanos. Inés Arrimadas aseguraba que había dado su apoyo a cambio de desmantelar la mesa de negociación y, nuevamente, Moncloa lo desmintió.

Podemos está preparando la gran ofensiva para abandonar el barco del gobierno cuando la cosa se ponga más fea, y los separatistas juegan a hundir el Estado porque así creen que les irá mejor en sus rancias pretensiones mientras Bruselas no descarta exigir el desmantelamiento del ejecutivo actual para autorizar el rescate.

Así no se gobierna un país. La diferencia entre la transparencia y la confianza es que si eres de fiar no es necesario enseñar hasta la ropa interior, porque los demás confían en lo que haces y en lo que dices.

La transparencia se exige cuando no generas confianza. La transparencia tampoco es la presencia permanente en los informativos de televisión, en eso el líder mundial es Maduro y no es precisamente transparente.

Si la sociedad no conoce el precio de los compromisos para llegar a la Moncloa, ni para ganar una votación en el Congreso y tampoco sabe si las mascarillas que llegan a su buzón son buenas o son defectuosas, eso es que ya no sabe dónde encontrar la verdad.

Lo que más teme Sánchez, en este momento, son las caceroladas, porque eso sí puede tumbar un gobierno. Sin duda, el Partido Popular y la extrema derecha están detrás por razones electorales, saben que eso hace daño.

Desde el gobierno les insultan, pero si hubiera alguien pensando, en 3 km a la redonda de la presidencia del gobierno, le hubiera aconsejado justo lo contrario, es decir, haber facilitado la concentración con las medidas de seguridad sanitaria correspondientes. Hoy no habría noticia, pero han echado gasolina al fuego de un candil.

Cargando...