Comunidad de Madrid
El PP abre el debate del adelanto electoral en la Comunidad de Madrid
Dirigentes populares animan a que se disuelva la Asamblea tras el estado de alarma para frenar la moción de censura. Ayuso niega comicios y Aguado la moción.
Dirigentes del PP empiezan a presionar con la idea de que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, debería «librarse» de Ciudadanos (Cs) en el Gobierno regional y convocar elecciones en cuanto se levante el estado de alarma. El debate está abierto dentro del partido y refleja la desconfianza creciente en las filas populares hacia la formación de Inés Arrimadas, después de sus últimas aproximaciones al PSOE en el Congreso. Si bien la polémica se anima sobre todo a nivel nacional y en Madrid, ya que otros pactos territoriales siguen funcionando con normalidad. Incluido el del Ayuntamiento de la capital.
En Madrid las dos partes asumen extraoficialmente que es imposible agotar el mandato, aunque ahora mismo todo sea ruido político y no haya ninguna decisión firme por el vértigo a las urnas, no por el compromiso en el proyecto conjunto.
Hace semanas que desde las filas populares hacen circular la idea de que Ignacio Aguado trabaja para sacar adelante una moción de censura con la izquierda y «tumbar» al Gobierno de Ayuso. Ciudadanos lo niega tajantemente, pero es evidente que el clima de desconfianza por las dos partes es absoluto. Ya no son las tiranteces propias de un Gobierno de coalición, sino una relación política y personal rota, y sin marcha atrás en lo político y en lo personal. Tan es así que esta mala relación entre la presidenta y su vicepresidente alcanza niveles de «no soportarse». Y los entornos no han ayudado.
El PP acusa a Aguado de preparar la moción de censura y difunden esta idea por todos sus terminales. La formación naranja les acusa de «mentir», y dice que es una maniobra del PP para convocar elecciones y «sustituir a Aguado por Monasterio (Vox)».
Los hechos no dejan lugar a dudas porque ya no se ocultan las «zancadillas», y favorecen que en las filas populares teman cada vez más la «conjura» de Aguado con la izquierda ante el problema de gobernabilidad que plantea la ruptura interna del Gobierno de coalición. Hay dos Gobiernos, que compiten en las iniciativas y en el protagonismo mediático.
Ayuso niega las elecciones, igual que Aguado niega la moción de censura. Pero, sólo un año después de constituirse el Gobierno regional, dentro del PP está abierto el debate sobre el riesgo de no anticiparse a la supuesta jugada del dirigente de Cs en Madrid. Una vez presentada la moción de censura, Ayuso perdería la facultad de disolver la Asamblea, y perdería, por tanto, el Gobierno regional.
Oficialmente la presidenta ha dicho que sólo convocará elecciones si Aguado presenta la moción de censura, pero es una respuesta de trámite porque esta moción, de «cocerse», lo haría en la sombra, y para cuando se formalizase ya no se podría apretar el botón electoral.
El PP alcanzó la Presidencia de la Comunidad de Madrid el pasado 14 de agosto, tres meses después de las elecciones autonómicas y gracias a los 30 votos de su grupo, los 26 de Ciudadanos y los 12 de Vox. La izquierda suma 64, por lo que si Ciudadanos se uniera al bloque de izquierdas Ayuso se quedaría en minoría.
La desestabilización del Gobierno de Madrid son palabras mayores porque representa el gran símbolo del Gobierno de coalición que Pablo Casado quiere, y necesita, exportar a nivel nacional. Y este símbolo lo sustenta, además, la dirigente territorial que más se identifica con su equipo y su perfil político.
Ese modelo de gobierno ha estallado por dentro, mientras que otras coaliciones territoriales funcionan con mucha mayor estabilidad, por poner el caso de Castilla y León o Andalucía.
Al margen de las presiones de unos y otros, unas elecciones tienen muchos riesgos, «es jugársela», sentencia uno de los presidentes autonómicos del PP que gobierna también en coalición con Ciudadanos. Pero es un análisis hecho desde la racionalidad, y en la política madrileña a veces está faltando que se actúe más desde la razón que por fobias o intereses personales.
La parte de Ayuso acusa a Ciudadanos de «deslealtad» hacia el Gobierno en el que participa. La parte de Aguado echa en cara al PP de Madrid que intente imponer que todo el Consejo de Gobierno «sea sumiso a la gestión de Ayuso, cuando esto no es un Gobierno monocolor, sino un Gobierno con dos partidos políticos de coalición y hay que trabajar desde la coordinación, no desde el ordeno y mando».
Las encuestas que maneja el PP les auguran, según dicen, una subida de escaños a rebufo de la gestión de la crisis sanitaria. Pero la excepcionalidad de la situación que se vive, y la incertidumbre sobre el futuro inmediato, hacen más inestable aún cualquier pronóstico demoscópico. Las dos partes del Gobierno se enfrentan a la polémica por la gestión de las residencias de mayores. Y el alcance político y judicial de este controvertido asunto augura más crisis y fractura.
Los dos líderes nacionales, Pablo Casado e Inés Arrimadas, han ratificado recientemente la «salud» de sus acuerdos y su pacto electoral en el País Vasco. Pero es una puesta en escena en la que tanto la dirección popular como la dirección de Cs miden por encima de todo sus intereses tácticos de partido.
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