Presupuesto del Estado

Sánchez da trato a Cs de líder de la oposición para aprobar los Presupuestos

Moncloa otorga a Ciudadanos trato de líder de la oposición. El Gobierno mira hacia los PGE de 2021, que tendrán que recoger la condicionalidad que establezca Europa

PSOE y Ciudadanos (Cs) siguen afianzando su relación. Paso a paso, y con la excusa de ir cumpliendo el Plan B que tiene que quedar listo por si hay un rebrote de la pandemia cuando se levante el estado de alarma. Ésta es la excusa formal para unos movimientos políticos que tienen mucha más relevancia a corto y a medio plazo, aunque a las dos partes les interese caminar despacio y no anticipar escenarios.

Al PSOE, por la incomodidad que provoca en Podemos y en la mayoría de investidura su acercamiento a la formación naranja. A esta última, porque este giro de estrategia para enmendar la etapa final de Albert Rivera, que impulsa Inés Arrimadas, tiene que materializarse con prudencia para que no desestabilice demasiado internamente.

Ayer se formalizó la imagen del encuentro de alto nivel entre delegaciones de las dos partes, presidido por la vicepresidenta primera, Carmen Calvo. Tiene más trascendencia la foto que el contenido porque el alcance de los acuerdos cerrados hasta ahora es bastante limitado. Pero estos acuerdos son razón suficiente como para que Ciudadanos pueda sacudirse la condición de partido «sucursal» del PP en el Congreso. Revitalice su opción de centro, haga valer los diez escaños que consiguió en las últimas elecciones, y tenga voz propia dentro del bloque del centro derecha, en el que deja al PP y a Vox compitiendo por su espacio.

Mientras que el Gobierno también se centra, lo cual le suma en estos momentos de alto desgaste por la gestión de la pandemia. Disfraza la debilidad parlamentaria que sufre. Y descoloca el discurso del principal partido de la oposición sobre la negativa de Pedro Sánchez al consenso. El presidente del Gobierno no busca el pacto con el líder de la oposición, pero pone sordina a la queja de éste cuando escenifica que sí es capaz de pactar con Cs. Al tiempo que ofrece al partido de Inés Arrimadas la posibilidad de ocupar el lugar preferente que debería tener el principal partido de la oposición.

Ayer Gobierno y Cs se dejaron querer en la reunión de trabajo que mantuvieron en Moncloa. En la agenda está oficialmente el «Plan B», pero el objetivo de estas aproximaciones supera el diseño de la «nueva normalidad». Moncloa ya ha apuntado que este año no habrá nuevos Presupuestos, lo que de confirmarse significa que terminarán el ejercicio con los que heredaron del Gobierno de Rajoy. Será en las cuentas de 2021 donde el Ejecutivo de Sánchez puede tener que jugarse el todo por el todo, en la medida en que en esos Presupuestos tendrán que recogerse las condiciones que acompañen a la financiación europea.

La inyección de liquidez de Bruselas es un salvavidas para España y para el Gobierno de Sánchez en sí mismo. Pero habrá que rendir cuentas y Sánchez puede que para entonces necesite más tener cerca al partido de Inés Arrimadas que a ERC, aunque la formación independentista fuese la que le aupara a La Moncloa. El programa del Gobierno de coalición no podrá sustanciarse en los próximos Presupuestos, y aunque no le guste nada a Podemos, Cs es un socio mucho más fiable y cómodo en Europa que ERC. También más cómodo que las propias siglas de la formación morada, aunque solo sea porque su programa está más próximo a los ejes de la doctrina económica de Bruselas.

Así, ni Gobierno ni Cs hablan oficialmente de este escenario presupuestario, pero en los cálculos internos las dos partes saben que el punto final puede estar en esos Presupuestos para la Reconstrucción.

Sánchez no es tampoco un socio cómodo para Cs, pero Arrimadas puede copiar la estrategia que siguió su partido con Rivera, cuando apostó por facilitar el Gobierno de Rajoy, e investirle presidente, a cambio de negociar unas condiciones que luego le facilitaron una Legislatura de presión y de reivindicación para sí de todas las decisiones positivas que adoptaba aquel Gabinete popular. El Rajoy de entonces cargaba con la mochila de la «corrupción»; el Sánchez de hoy carga con la negligente gestión de la pandemia y con sus pactos con el independentismo.

Pero el líder socialista es capaz de difuminar esos pactos, y hasta negarlos, si le conviene políticamente, de la misma manera que para ser investido borró su compromiso electoral de «mano dura», política y legal, contra el secesionismo. El mapa político está lleno de incertidumbres, y quizás la principal es el papel que acabará asumiendo Podemos en este reajuste de programas y de alianzas al que obliga la crisis económica y social. Aunque no lo reconozca, Moncloa sí tiene claro que la geometría variable funciona como eslogan, pero no es viable para sumar en la misma ecuación el programa de recontrucción de ERC y de Cs.

Tras la reunión de ayer en Moncloa los dos partidos dejaron claro que los acuerdos podrían no haber hecho más que empezar, aunque no se abordase el asunto de los próximos Presupuestos Generales del Estado. Edmundo Bal, portavoz de Ciudadanos, explicó que su partido seguirá «con la mano tendida para avanzar en propuestas que ayuden a los españoles a salir de este momento tan trágico y de la crisis económica que seguirá a la sanitaria».

Los canales de negociación se mantienen abiertos a futuro. «Nosotros seguimos haciendo política útil. Vamos a hacer una oposición constructiva, firme y exigente. Hemos actuado con responsabilidad y lo vamos a seguir haciendo a nivel nacional, y también en las CC AA y en el Parlamento Europeo», sentenció.

Esta posición deja el interrogante de si obligará al PP a seguir recolocándose después de haber elevado al máximo su tono de oposición en los debates del estado de alarma. Esta semana Pablo Casado apeló a la moderación y votó a favor de la renta mínima en el Congreso de los Diputados . También negocia el decreto de nueva normalidad.