Coronavirus
“¿No podemos pensar?”
Cuando no hemos salido todavía de la alarma provocada por la epidemia o pandemia –lo mismo da, que da lo mismo– sin que haya vacuna aún contra el coronavirus maldito, y afirmándose desconocer la etiología de su súbita aparición –accidental o no, producida en laboratorio en Wuhan o por mutación natural–, resulta que ya se da por supuesto que habrá un rebrote en otoño. Sin aparente lógica ni sanitaria ni económica, a países que tienen un limitado y diverso número de fallecidos respecto a su población, también se les mantiene en un estricto confinamiento, con su sistema productivo en hibernación.
Ante tanta confusión, a nadie debe extrañarle que circulen por las redes sociales teorías de las calificadas como «conspiranoicas» o apocalípticas en multitud de audios y vídeos, con variadas hipótesis acerca del mecanismo de transmisión del virus. Junto a algunas claramente desechables, otras aparentan estar bien fundamentadas. Por ahora lo único cierto es que esta enfermedad genera muchas preguntas y tenemos escasas respuestas sólidas, lo que hace aconsejable que nuestro ignoto «comité científico» dé la cara ante los españoles, con informes solventes que disipen las dudas, marginen la mentira, y hagan florecer la verdad, que nos libere de bulos, falsedades y consignas. A una población que se le obliga a vivir embozada, debe dársele certidumbres que generen confianza. Liberados de mordazas en el cerebro que nos obliguen a decir: «I can’t think».
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