El Gobierno de Pedro Sánchez

No más alarma

Sánchez y otros líderes piden nueva financiación que ayude a América Latina
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, la vicepresidenta tercera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño (izda), y la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González LayaFernando CalvoEFE

Todavía no estamos en situación de plena normalidad desde el punto de vista legal, ya que hoy el Congreso debe convalidar el RDL que regula la actual «anormalidad vital y social» para evitar un rebrote de la epidemia en otoño.

Es insólito que hayamos aplicado medidas de contención propias del siglo XIV –con la peste negra bubónica– o de hace un siglo –con la mal llamada «gripe española»–, a base de mordazas y reclusión indiscriminada de la población. Si la excusa de la ignorancia del coronavirus se ha utilizado para justificar la lamentable gestión de la primavera, más vale que no pretendan usarla también para su eventual repunte en otoño.

Pero hay otra importante cuestión a debatir: la amenaza que supone que el actual Gobierno se acostumbre a vivir políticamente, manteniendo a la población bajo un régimen de estado de alarma, que tiene otros efectos colaterales que conviene recordar. Los controles del poder ejecutivo –judicial y legislativo– han estado en hibernación y, lo que es muy significativo, con un artículo 19 del RDL de alarma, que establece un régimen de control informativo sobre los «medios de comunicación de titularidad pública y privada», que explica las interminables homilias y comparecencias de Sánchez, Illa, y don Simón durante estos 100 días. Añádase que el Gobierno ha promulgado ya su 20º RDL, y obtendremos el cuadro de un Estado democrático y de derecho realmente en estado de alarma… pero por su «calidad» democrática.