España

La “buena justicia” o cuando el compromiso pasa por encima de la falta de medios

El factor humano es uno de los elementos esenciales en el buen o mal funcionamiento de nuestros tribunales

El parón judicial durante tres meses por la crisis del coronavirus agravará aún más la situación de colapso en la que se encuentran muchos juzgados
El parón judicial durante tres meses por la crisis del coronavirus agravará aún más la situación de colapso en la que se encuentran muchos juzgadosCipriano PastranoLa Razón

Cuando apenas acaban de cumplirse dos semanas desde que se levantó el «confinamiento o hibernación judicial», ya podemos tener una primera fotografía de cuáles van a ser las consecuencias del parón judicial de nuestros tribunales durante casi tres meses, y ésta no puede ser otra que señalar que, salvo honrosas excepciones, la tramitación de los procesos va a padecer de graves retrasos en una situación donde los tiempos de respuesta (siendo generosos) no eran ya precisamente muy rápidos.

Al principio cierto «caos», en donde los profesionales tenían que hacer colas de más de 4 horas para presentar los escritos (dónde está el «papel cero») y la esperada resurrección de los «Reinos de Taifas», en donde ha sido imposible unificar criterios para algo tan básico como la reprogramación de las respectivas agendas de señalamientos y recuperar el tiempo perdido; unos han sacado tiempo de donde no se tiene, celebrando vistas incluso en horario de tarde y otros, directamente han acordado suspender la vistas previstas para las próximas semanas, trasladándolas a finales de año cuando no para el primer trimestre del año 2021.

Esperemos que los tan reclamados por la mayoría de operadores jurídicos Tribunales de 1ª Instancia sean pronto una realidad y puedan acabar, por ejemplo, con esta disparidad de criterios en cuestiones tan básicas que para nada influyen o atacan a la independencia judicial de nuestros jueces.

Tiempo hemos tenido durante el largo período de confinamiento para sugerir medidas efectivas que pudieran hacer frente al alud de demandas inicialmente previsto (todavía no ha llegado y algunos vaticinan que lo hará en septiembre o más adelante) o para señalar que ni la covid-19 iba a servir para que por fin nuestros políticos se pusiesen de acuerdo a la hora de cerrar por fin el tan manido ya, por las veces que se ha reclamado desde todos los sectores jurídicos, Pacto de Estado por la Justicia.

Decía, no sin razón, el escritor portugués Gabriel Magalhaes (la historia ha dado buena prueba de ello) en su libro «Los españoles», que el nuestro es un país en una situación de permanente tensión; sólo hay que ver las refriegas diarias de nuestros políticos en el Congreso de los Diputados no sólo para sentir cierta vergüenza ajena, sino para ver lo bien que conoce el referido escritor a nuestro país, del que también, justo es decirlo, dice que es una nación apasionante.

Esa pasión de la que habla Magalhaes nos hace ser extremadamente críticos con los demás (muy pocas veces opera la autocrítica»), sin aportar soluciones en aquello que se llama la «crítica constructiva».

¡Cuánto nos cuesta reconocer los méritos de alguien o el trabajo bien hecho!

Mis notas de hoy van dedicadas a reconocer esos méritos de algunos funcionarios, letrados de la Administración y jueces o magistrados que, con su esfuerzo diario, de forma silenciosa, no sólo son capaces de olvidarse de la evidente falta de medios que padece nuestra Administración de Justicia, sino que, mediante un ejercicio de responsabilidad y compromiso con su trabajo, son capaces de obrar lo que pueden parecer verdaderos milagros, pero que si ellos lo han conseguido hacer, demuestra, una vez más, la importancia del factor humano como uno de los elementos esenciales en el buen o mal funcionamiento de nuestros tribunales.

Voy a darles un ejemplo reciente y muy concreto, perfectamente demostrable con la oportuna documentación, que lógicamente no puedo detallar más por un mero principio de respeto a la confidencialidad de las partes de un proceso.

En un Juzgado de 1ª Instancia de Barcelona (estoy seguro que ésta situación podría haberse producido en cualquier órgano judicial del resto de España), con los mismos medios que el resto de Juzgados de 1ª Instancia de esa ciudad y también con el mismo trabajo o número de asuntos que los demás, en apenas 48 horas desde su presentación se incoó una demanda de juicio ordinario en la que se incluía una solicitud de medidas cautelares, citando a las partes para la celebración de la correspondiente vista al cabo de muy pocos días, citación que se practicó por el procurador de la parte actora en las 24 horas siguientes, estando los demandados domiciliados a más de 150 kilómetros de Barcelona. Pocos días después de la admisión a trámite de la demanda y debido a la imposibilidad de volar desde las Islas Baleares, se concertó y organizó sin problema alguno la práctica de dos testificales por videoconferencia con un Juzgado de Ibiza.

La vista se celebró con todas las medidas de seguridad (epis) necesarias el viernes 12 de junio y al acabar la vista, el juez anunció que muy pocos días después, como así fue, tendríamos notificado el auto resolviendo las medidas cautelares.

Además de ser éste un reconocido homenaje a todos aquellos funcionarios de ese Juzgado que hicieron posible romper con aquella vieja cita de Seneca cuando decía que «nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía», este ejemplo viene a ser una clara demostración de la importancia de las personas y que el camino hacia la «excelencia» pasa por no olvidar el valor del factor humano en cualquier organización.

Situaciones como la descrita nos permiten mantener la esperanza de todos aquellos operadores jurídicos que creemos en una nueva Justicia; que el cambio de cultura en nuestra Administración de Justicia para concebirla y tratarla como un servicio público esencial todavía es posible, sin que nunca debamos rendirnos y caer en la habitual tolerancia ante la burocracia y la inefectividad.

Vince Lombardi, famoso entrenador de la Liga más importante del mundo (al menos en cuanto al número de seguidores, la NFL), tenía entre sus muchas frases míticas que le condujeron al éxito, la que señalaba que «el compromiso individual con un esfuerzo colectivo es lo que hace que un equipo, una empresa o una sociedad funcione».

Si aplicamos estos principios a nuestra Administración de Justicia y con ellos hacemos un cóctel en el que le añadamos un cambio en nuestra decimonónica organización judicial, verdaderos medios para que la Justicia digital sea una realidad y, por último, le incorporamos cierto grado de responsabilidad por parte de todos, yo creo que el éxito está asegurado.

Decía Einstein que «aprender de ayer, vivir para hoy, esperanza para mañana. Lo importante es no parar de cuestionarse».

Sigámoslo haciendo con espíritu positivo; ejemplos como el arriba descrito nos deben dar fuerzas para ello; nada está perdido.