ETA
¿Por qué ETA no renuncia a sus siglas y a su emblema?
La banda mantiene para la historia los sellos de su siniestra existencia
Nada más sencillo. El día que anunciaron el fin de las actividades terroristas o el de la entrega de las armas (que no fueron todas), ETA podría haber anunciado que dejaba de existir, que sus siglas desaparecían y, con ellas, su emblema, la serpiente que rodea al hacha, el “bietan jarrai” (adelante con las dos), que simboliza la unión de la fuerza con la astucia.
Las razones para mantener ambas cosas, según los expertos, son bien sencillas y se demuestran con la fuerza de los hechos: los que pertenecieron a la banda, los que la apoyaron, los que cometieron los atentados, los que todavía cumplen condena por sus crímenes, no se arrepienten de nada de lo que han hecho. ¿Han pedido perdón a las víctimas? ¿Han pagado el dinero que deben en concepto de responsabilidad civil subsidiaria, que suma muchos millones de euros? ¿han colaborado con la Justicia para esclarecer los crímenes cuya autoría se desconoce, más de 200?. No y no lo van a hacer.
Cada día que pasa, obtienen (los presos) beneficios en forma de acercamientos, terceros grados, sin que se les exija nada a cambio.
Su brazo político ha evolucionado y hoy conforma una fuerza política, decisiva para que los socialistas puedan Gobernar en España y en la Comunidad Foral de Navarra. Estuvieron en la ilegalidad, pero se les legalizazó.
Se han convertido en unos personajes altaneros, a los que no se les puede casi ni criticar y que no pueden esconder su sonrisa por lo que están consiguiendo.
La derrota operativa que lograron las Fuerzas de Seguridad, la Guardia Civil en la última etapa, la han convertido por arte de birlibirloque en una especie de victoria política para escarnio de las víctimas de ETA.
En estas circunstancias ¿alguien se plantearía hacer desaparecer las siglas y los emblemas que les dieron señas de identidad durante cuatro largas décadas de muerte y destrucción?. La respuesta está clara. Tan clara, que fuera de nuestras fronteras, una entidad de tanto peso como el Departamento de Estado de los EE.UU., mantiene en su último informe a ETA como organización terrorista extranjera, tal y como adelantó LA RAZÓN.
Lo del hacha y la serpiente tiene su historia. No lo ideó un etarra, sino un anarquista en la década de los 70, Félix Likiniano, que la talló en madera.
En 2010, el que fuera jefe “político” de ETA, Mikel Albisu, “Mikel Antza”, quiso quitar hierro al significado del emblema y se perdió, durante un juicio celebrado en Francia, en disquisiciones para concluir que la fuerza que representaba el hacha era la de la inteligencia. Demasiados muertos, más de 800 llevaba ya la banda a sus espaldas, para plantear estos “matices”.
Lo cierto es que ahí han quedado el sello y el emblema. Si realmente los terroristas querían renunciar a la siniestra historia que han protagonizado no les hubiera costado mucho anunciar que borraban estos vestigios de su existencia. Y tienen que venir de fuera, en este caso desde los EE.UU. Para recordarnos que ETA todavía existe.
Hace unos días, COVITE hacía público un comunicado en el que daba cuenta de cómo habían crecido exponencialmente los actos a favor de ETA en los últimos seis meses (124), un 158% más que en igual período del año anterior. Nadie les persigue por ello y, en estas circunstancias, pedir a alguien que renuncia a lo que fue y a lo, probablemente, en su fueron interno, sigue siendo, es una pura quimera.
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