El Gobierno de Pedro Sánchez

Moncloa sobre Iglesias: “Sus afirmaciones le retratan”

El vicepresidente utiliza el Consejo de Ministros para atacar a periodistas y avalar que se les insulte, mientras Montero predica «respeto». En el Gobierno creen que se «retrata» con estas afirmaciones

En Moncloa acostumbran a ver la oportunidad en la adversidad y el «caso Dina» no iba a ser una excepción. Desde el Gobierno se advierte desde el primer minuto que la polémica no concierne a todo el Ejecutivo y la acotan exclusivamente en torno a la figura del vicepresidente segundo, Pablo Iglesias. El problema es que el escándalo comienza ya a enquistarse y lejos de mantener una estrategia conservadora, que contribuya a superarlo, el líder de Unidas Podemos está creando nuevas derivadas con un ataque furibundo a los medios de comunicación que en Moncloa no comparten. El malestar es patente y el mejor ejemplo de ello es que con la airada respuesta que Iglesias dio ayer en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, utilizando este altavoz para reincidir en el señalamiento a ciertos periodistas, eclipsó totalmente el anuncio de la extensión hasta septiembre del paquete de ayudas –el llamado «escudo social»– tras la crisis del coronavirus con asuntos como la moratoria del pago de la hipoteca o del alquiler.

La estrategia de Moncloa es clara y consiste en exponer al vicepresidente segundo para que sea quien dé las explicaciones pertinentes y se defienda de las acusaciones que pesan contra él. Un posicionamiento que contrasta con el que el propio Iglesias se había autoimpuesto hasta ahora, limitando al máximo sus apariciones públicas. En el Ejecutivo no están dispuestos a servirle de parapeto. Una postura que dejó meridianamente clara la pasada semana la portavoz gubernamental, María Jesús Montero, que no solo evitó respaldarle públicamente, sino que dijo «no ser su intérprete».

El problema es que las dificultades para dar carpetazo al «caso Dina» y los ataques de Podemos a los medios llegaron el lunes a afectar al propio Pedro Sánchez, que, evitando censurar la actitud de su «colega» en una visita oficial a Lisboa, quedó «expuesto» por una guerra que no le atañe. De este modo, se promovió que Iglesias diera ayer la cara, pero lejos de calmar los ánimos, el vicepresidente elevó el tono, avalando como «legítimas» las «críticas» y los «insultos» que su organización ha promovido en las redes sociales contra algunos periodistas. «Queda retratado», aseguran fuentes de Moncloa que ven como con esta crisis su posición queda «debilitada» dentro del Gabinete. Una posición que hasta ahora se había impuesto en numerosas ocasiones por encima de algunos de sus compañeros de cartera socialistas.

Estas mismas fuentes ponen el acento en que la «arrogancia» del vicepresidente le vuelve a pasar factura y censuran la forma en la que se ha vuelto a poner el foco en los medios. En esto también hay dos almas, pues mientras Iglesias avalaba «naturalizar» los ataques y los insultos a la prensa, la portavoz Montero alababa el elemento «vertebrador» del periodismo y dejaba «fuera de toda duda» el «respeto del Gobierno a los medios». Si es que esto puede entenderse como una desautorización.

En concreto y preguntado sobre el «señalamiento» que desde Podemos se ha hecho al periodista de Antena 3 Vicente Vallés, el vicepresidente segundo defendió que «hay que naturalizar que en una democracia avanzada cualquiera que tenga una presencia pública y que tenga responsabilidades en una empresa de comunicación está sometido tanto a la crítica como al insulto en redes sociales». Lejos de apartar el foco del presentador del informativo vespertino, recordó algunas de las ofensas que le han referido como «cloaquín» o «Negre con traje» y, si bien dijo «no compartirlas», sí pidió «normalizarlas» salvo que «se vayan de madre», en cuyo caso se acudiría a la «jurisdicción civil cuando se traspasen los límites».

Además del de Vallés, el vicepresidente segundo recordó otros nombres de periodistas vinculados a medios como «El Mundo» u «Okdiario» que, según él, se reunieron con Villarejo para obtener informaciones que debilitaran a Podemos cuando tenían opciones de llegar al Gobierno. La doble vara de medir de Iglesias tiene tal calibre que, mientras califica de «crítica» esta actitud, asegura que quienes verdaderamente hacen «señalamiento» son Vox y el PP. Para ello, recordó que durante un mitin del partido de Abascal en Vistalegre se proyectaron imágenes de periodistas como Ana Pastor para abuchearla o que el portavoz del PP en el Senado, Javier Maroto, advirtió a Javier Ruiz de que «vamos a tener un problema» justo antes de que le cancelaran su programa. También cuestionó que la formación de ultraderecha limitara el acceso a su sede a determinados medios, pero olvida que en una entrevista reciente se refirió a Vallés como «presunto periodista».

Recuperando de nuevo el discurso de las «cloacas del Estado» ahora que está en el centro de la polémica por el «caso Dina», Iglesias defendió que hay «hechos contrastados» como que a su ex asesora le robaron el teléfono y que una copia del mismo apareció años más tarde en el ordenador del ex comisario Villarejo, así como la existencia de una «parapolicía patriótica creada por el Gobierno del PP para atacar a rivales políticos como Podemos». «En este país se ha atacado a mi formación política para que no entráramos en el Gobierno», aseguró.

Mientras en Moncloa hacen equilibrios para que la polémica no desestabilice al Ejecutivo, desde la oposición se busca ahondar en la brecha jaleando a Pedro Sánchez a «poner en su sitio» a Iglesias por protagonizar «el mayor ataque» a los medios realizado nunca por un miembro del Ejecutivo, a cuenta del «caso Dina». Así se expresó ayer el portavoz del PP en el Senado, Javier Maroto, que incluso animó al presidente a «dar un puñetazo en la mesa» para aclarar a Iglesias que «no todo vale» y menos sus «actitudes que tanto recuerdan los regímenes bolivarianos y chavistas». Desde otros ámbitos como la FAPE (Federación de Asociaciones de Periodistas de España» se censuró «el nuevo ataque» de Iglesias a los medios, considerando «gravísimo» que se aliente a que se les insulte a través de las redes sociales.