Sandro Rosell
Sandro Rosell: “En una Cataluña independiente probablemente me habría pasado lo mismo”
El ex presidente del Barça, que estuvo 645 días en prisión provisional y luego fue absuelto, afirma que no se ha sentido un "preso político", pero sí quiere "saber por qué y que haya justicia"
Pasó 645 días en prisión provisional investigado por blanqueo y organización criminal, pero finalmente fue absuelto por la Audiencia Nacional. Sandro Rosell afirma que no guarda rencor a nadie y que aunque hubiese sabido lo que le esperaba, no se habría fugado, pero una pregunta sigue rondándole la cabeza: “¿Por qué?”.
La nueva normalidad del que es el presidente más votado de la historia del Barça es ahora más pródiga en desconfianzas, aunque dice -y habrá que creerle- seguir confiando en la Justicia. Tras casi año y medio de silencio desde que salió de la cárcel, un libro -”Un fuerte abrazo”, en el que cuenta su experiencia carcelaria- le ha hecho exponerse de nuevo a la opinión pública para ayudar con esos fondos a la fundación del padre Paulino, el capellán de la prisión de Soto del Real, con quien se siente en deuda.
Antes de comenzar la entrevista en un céntrico hotel de Madrid, a la que llega con una mascarilla con el escudo del Fútbol Club Barcelona, un saludo inesperado, el del padre de Sergio Ramos. “Es un gran jugador y un gran tipo”, dice del capitán del eterno rival.
-¿Sandro Rosell cree en la Justicia?
-Creo en la Justicia al final. Lo que me pasó es tan fuerte que durante los dos años que estuve en la cárcel, no; pero cuando llegó el juicio y tuve la suerte de tener un tribunal justo, y después en la apelación, ahí volví a abrir la esperanza a que la Justicia existe. De todas maneras, cuando la Justicia es tan lenta como en nuestro país es una injusticia.
-La Fiscalía pedía para usted una condena a seis años de cárcel. Pasó 21 meses en prisión provisional y finalmente fue absuelto. ¿Se sigue preguntando por qué?
Claro que me lo pregunto y quiero saber la respuesta. Por eso he interpuesto una querella contra la juez Lamela, porque la única manera que podría saber qué ha pasado es si me aceptan esta querella a trámite. Sin una investigación oficial nunca podré saberlo. Podré imaginármelo, que me lo imagino, podré pensar quién hay detrás, que lo pienso, pero sin una investigación quedará en agua de borrajas.
-¿Puede decirme entonces quién piensa que hay detrás según usted?
-No, porque no tengo pruebas. Yo no acuso sin pruebas. A mí me han acusado sin pruebas, pero yo no voy a hacer lo mismo.
-Ha tenido la suerte de tener un buen abogado. ¿Sin una buena defensa habría sido condenado?
-Podría ser. Es probable. Es fundamental cuando te defiendes tener una buena defensa. Es como en el fútbol, si no tienes una buena defensa te meten goles.
-¿Qué fue lo primero que pensó cuando entró en Soto del Real?
-Lo primero que pensé fue: "¿Esto que me está pasando es verdad o no?". Jamás en tu vida te lo puedes llegar a imaginar. Te lo puedes llegar a imaginar si te dedicas al narcotráfico, si eres un violador o un estafador, pero yo toda mi vida he intentado ser muy correcto en todas mis actuaciones. Y entonces de repente estás ahí y te hacen quitar la ropa, ducharte, te dan un mono blanco y a partir de ahí te dejan hacer una llamada. Gracias a Dios recordaba el teléfono de mi mujer, que hoy en día es muy difícil recordar los teléfonos. Solo recordaba el de casa de mis padres y el de mi mujer. Pero lo conseguí, porque te dejan cinco minutos y pude decirle que me mandara a los abogados a verme enseguida.
-¿Qué recuerda de su primera noche?
-Te hacen dormir en el módulo de ingresos. Te dan una celda hecha polvo porque todo el mundo que llega pasa allí una sola noche y nadie la limpia ni se preocupa de la celda. Por tanto esa primera noche es muy depresiva. Piensas: "Ostia, me han metido en la cárcel, de verdad estoy en la cárcel". Porque antes estás en el calabozo con la esperanza de que es un malentendido y que al día siguiente alguien te dirá "perdone, nos hemos equivocado", y te irás para tu casa. Pero una vez que estás en la cárcel esto ya es serio, es verdad. La única suerte que tuvimos es que al entrar, en la entrevista con el educador de Soto, una persona súper humana, le dije que después de mí iba mi compañero Joan Besolí y le pedí por favor que nos pusieran juntos en la celda "porque él me necesita y yo le necesito a él" (unos días antes el hijo de su socio había sufrido un accidente que lo postró en una silla de ruedas). Lo entendió y nos puso juntos, cuando normalmente cuando son presos de la misma causa no te ponen juntos. Su comportamiento fue muy humano.
-¿Qué descubrió en todo ese tiempo de usted que desconocía?
-En la cárcel todo se magnifica. Todo lo bueno que tenía lo tengo más bueno y todo lo malo, más malo. Lo que más me gusta que he descubierto de mí mismo es la parte espiritual. La tenía aletargada, pero gracias a la reflexión, al tiempo que tienes para pensar y a Paulino la pude recuperar.
-¿Y la ha mantenido viva después de salir de prisión?
-No es lo mismo, porque si algo sobra en la prisión es el tiempo, pero cuando sales el tiempo falta.
-¿Iba a misa dentro de prisión?
-Sí. Antes no, solo iba en las bodas y a la Misa del Gallo.
-¿Y ahora?
-Ahora sigo yendo a las bodas y a la Misa del Gallo. Yo iba porque la daba Paulino. El par de veces que no estuvo tampoco fui.
-¿La cárcel es peor o mejor de lo que se imaginaba?
-En cosas mejor y en otras peor. Hay mucha solidaridad entre internos, pero también hay mucha violencia.
-¿Latente o explícita?
-No, no, explícita. Sí, sí, hay unos tortazos que tienes que apartarte porque si no te caen a ti. Yo he visto tortazos porque uno se coló en la máquina del café. Una tontería pero que ahí dentro es una tragedia. En ese momento es lo más importante de tu vida tomarte el café. Sobre todo donde había más tortazos era en la cola del teléfono. Ahí yo también hubiera dado alguno cuando se me colaban... (se ríe), porque los cinco minutos que puedes llamar a casa son los cinco minutos de libertad que tienes al día. Esto también es digno de análisis: que se llame prisión preventiva comunicada, ¿comunicada con quién? No tienes wifi, no tienes móvil ni ordenadores, los periódicos te llegan con tres días de retraso...
-Si estuviera en su mano ¿qué medida aplicaría para mejorar la vida en las prisiones?
-Comunicación absoluta. ¿Por qué no podemos tener una tablet, un ordenador o un móvil y que te intervengan tus comunicaciones? Además, si el objetivo principal en la cárcel es rehabilitar a las personas y reinsertarlas en la sociedad es fundamental que no pierdan la comunicación con el mundo. No entiendo por qué no dejan que la gente pueda hacer cursos de formación on line. Se puede, pero tienes que irte al módulo de universitarios, pedir permiso... Es muy complicado y el 95% de la gente no sabe ni cómo rellenar el formulario.
-¿Hizo alguna amistad dentro de prisión?
-Sí, de gente anónima. Hicimos amigos y aún los sigo viendo. Algunos siguen dentro. Paulino hizo un chat y a través de él nos hablamos.
-¿Cómo se llama el chat?
-Te lo voy a enseñar (muestra su móvil). "Ama y comparte. Paulino" se llama. Mira, acabo de recibir cinco mensajes.
-¿Guarda rencor a alguien por lo que le ha pasado?
-La palabra no es rencor, pero sí quiero saber por qué y que haya justicia. Hay gente que lo confunde con rencor, pero no es lo mismo. Quiero que la gente que estaba detrás de mi caso asuma sus responsabilidades.
-¿Cuál era el mejor y el peor momento del día?
-El mejor, cuando me iba a dormir.
-¿Alguna vez se levantó pensando que estaba libre?
-Sí, sí, me pasó varias veces y pensaba: "Ostras, ¿qué hago yo aquí?".
-¿Y el peor?
-Cuando iba al váter y tenías que hacer tus necesidades delante de tu compañero. En las zonas comunes había aseos comunitarios, pero te aconsejo no ir. En la celda, si tu ibas al baño y en ese momento están abriendo la puerta para bajar a desayunar entonces te pillan en la taza. Esto es lo peor. Es horroroso.
-¿Cuántos amigos dejaron de serlo en esos 21 meses?
-Algunos, pero muchos menos de los que me imaginaba. Eso no se olvida. De hecho los he sacado de mi agenda.
-¿Algún futbolista se interesó por su situación directa o indirectamente?
-No. Ex futbolistas sí.
-¿Quién?
-Ronaldinho. Y Puyol.
-¿Hacía deporte?
-Cada día. Si tú pides permiso te dejan salir al polideportivo. Salíamos tres o cuatro días por semana. Si no salía lo hacía en el módulo. Caminaba diez kilómetros cada día en una horita y media, íbamos muy rápido. En total, 6.500 kilómetros.
-¿Tuvo la tentación de quitarse de enmedio? ¿Pensó en el suicidio?
-No, nunca. Y me daba mucha rabia, cuando me llevaban a la Audiencia Nacional para declarar, que al llegar allí me quitaran todo lo metálico, el cinturón, los cordones, cadena fuera... Ya sé que es protocolo y que alguno se suicida, lo entiendo perfectamente, pero me daba mucha rabia que alguien pensara que yo quería suicidarme.
-Escribió su experiencia en una decena de libretas que luego publicó en el libro "Un fuerte abrazo". ¿Lo hizo como terapia?
-Como terapia no. Para mí era todo tan novedoso y tan raro que no quería olvidarme de los detalles del día a día. Escribí cada día, aunque fuese una frase, pese a que algunas veces no tenía humor.
-¿Cuando uno está privado de libertad el fútbol importa menos?
-Sí. Todo importa menos. Lo único que te importa es la libertad y la familia. Solo te importa lo más importante. Lo secundario pasa a ser mucho más secundario.
-Entro en prisión unos meses antes que los líderes del "procés". ¿Como vivió desde la cárcel el 1-O y el juicio a los políticos independentistas?
-Por la tele. Lo seguía con una cierta preocupación porque soy catalán, y viendo que al final aquello acabaría como estábamos nosotros. Incluso le dije a Joan: "Mira, me parece que acabaremos compañeros con estos". Y así fue. De hecho cuando llegaron nos cambiaron de módulo, nos llevaron al diez y en nuestra celda pusieron a Cuixart.
-¿Usted también se ha sentido un "preso político"?
-No me siento un preso político para nada, pero sí creo que la política ha afectado a mi caso.
-En una Cataluña independiente, ¿le habría ocurrido lo mismo?
-Probablemente sí.
-El ex president Puigdemont decidió huir y dos años y medio después su entrega a España sigue estando en el aire. Si llega a saber lo que le esperaba cuando fue citado a declarar en la Audiencia Nacional, ¿también se habría fugado?
-No, lo tengo clarísimo. A ver, lo tengo clarísimo ahora, pero no sé cómo te contestaría a esta pregunta antes de entrar en la cárcel si me dicen que voy a entrar. Pero en prisión conocí a muchísima gente que se había fugado y todos ellos coincidían en que nunca lo hubieran hecho, porque nunca más vivieron tranquilos ni durmieron tranquilos por la angustia que tienes sabiendo que te persiguen. No es el caso de Puigdemont porque sabes dónde está, es diferente. Me refiero a estar fugado y perseguido en todos los lugares del mundo.
-Se perdió la mayoría de edad de su hija pequeña y sus Bodas de Plata. Aunque resulte imposible ponerle precio a dos años en la cárcel, ha planteado una demanda millonaria al Estado por esos 645 días en prisión provisional.
-Sí. 29,7 millones. Si en lugar del Estado fuese una demanda contra una multinacional que ha hecho un producto que me ha robado dos años de mi vida, segurísimo que me tendría que pagar el 100% de lo que reclamo. No sé por qué intuyo que el Estado no me lo pagará. ¿Por qué es diferente que te lo quite una institución pública? Para mí es un escándalo.
-¿En qué ha cambiado el Sandro Rosell que entró en Soto del Real el 25 de mayo de 2017 al que salió de la cárcel el 27 de febrero de 2019?
-Ahora me he vuelto mucho más desconfiado, pero también más humano.
-¿Su estancia en prisión le ha ayudado durante el confinamiento por la pandemia del coronavirus?
-Por supuesto, sin lugar a dudas. Estaba entrenadísimo. Quedarme en casa con mi mujer y mis dos hijas ha sido gloria bendita. Además yo tengo una hija que vive en Londres y la vemos muy poco y la otra estaba en Tailandia de Erasmus. Pasar 90 días con ellas a la edad que tienen ha sido brutal.
-La querella contra la juez que acordó su ingreso en prisión ¿es un desahogo, una necesidad o una venganza?
-Es el punto de partida para poder saber qué ha pasado y para que no solo yo, sino todo el mundo, incluida la propia Audiencia Nacional, sepa qué ha fallado en su sistema. Lo que hubiera sido espectacularmente democrático es que la Audiencia de oficio hubiera abierto una investigación interna, igual que se hace en las compañías con las auditorías.
-¿Qué le gustaría decirle a la juez que instruyó su caso?
-Yo le preguntaría por qué.
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