Pablo Iglesias

Iglesias ataca al Rey para ahorrarse la autocrítica

El partido se aferrará a la coalición de gobierno y marcará perfil de izquierdas para superar el descalabro

Los Reyes visitan el País Vasco
Los Reyes, ayer en Bilbao en un momento de la visita dentro de su gira por las comunidadesH.BilbaoEuropa Press

Si en algo se ha mostrado hábil el partido morado desde su fundación es en manejar para su favor el flujo y reflujo de la actualidad mediática. Asediado por una «derrota electoral sin paliativos» en las ultimas elecciones autonómicas en País Vasco y Galicia y por el tortuoso recorrido jurídico que a buen seguro aun le queda al «caso Dina», debate durante el Consejo de Coordinación Estatal de Podemos tuvo como punto señero la preocupación por las informaciones sobre el supuesto cobro de comisiones y sobre las cuentas en Suiza de Don Juan Carlos. Los ciudadanos, dijo el vicepresidente, «ya no están dispuestos a tolerar ni ciertos privilegios, ni la corrupción, ni la impunidad». Fuentes del partido aseguraron que durante la reunión que tuvo lugar ayer en Madrid obtuvo «protagonismo el debate sobre las noticias que están apareciendo sobre la monarquía». Según las mismas fuentes dentro del partido se ha llegado a la conclusión compartida de que la Monarquía está en crisis «debido a los numerosos escándalos de corrupción que están apareciendo, que cuestionan su utilidad y la necesidad de llevar a cabo aportaciones en clave propositiva, abriendo espacio al debate para avanzar hacia una democracia más fuerte». A pesar de haber perdido 14 escaños en Galicia (y quedarse sin representación parlamentaria) y haber bajado de 11 a 6 en el País Vasco el «protagonismo», como se ve, fue para la Corona.

Por lo demás, Podemos tratará de reconstruirse de inmediato tras el batacazo electoral en Galicia y País Vasco. Una vez que el partido ha reunido ya a su Ejecutiva –consejo de Coordinación- ya ha tomado una hoja de ruta a seguir. El partido es consciente de la debilidad que sostiene sus siglas en un sinfín de territorios y que este debe ser en el corto plazo la primera cirugía a acometer; mejorar la implantación del partido a lo largo y a lo ancho de toda la península, en resumidas cuentas la dirección estatal debe volcarse con las direcciones autonómicas. Han entendido el análisis de que un mando único desde Madrid falla, que es uno de los balances que el sector crítico ya ha señalado esta semana. Pero es un proceso costoso que requerirá de una reorganización desde la secretaría de Organización y para el que el partido deberá destinar varios debates en cada comunidad y un esfuerzo descomunal y que obtendrá sus resultados en el largo plazo, según los análisis primarios. Sin embargo, fuentes de Podemos aseguran que «estamos a tiempo de recuperarnos sobre los resultados actuales». Estas mismas fuentes aseguraron ayer tras la Ejecutiva, -una reunión en la que estuvieron presentes el candidato gallego, Antón Gómez-Reino y la líder vasca, Miren Gorrotxategi- que el debate giró entorno a la «debilidad organizativa en los territorios debido a peleas internas de la etapa anterior». La conclusión a la que llegaron era la necesidad de poner en marcha cuanto antes lo aprobado en la Asamblea Ciudadana de mayo para «poner a punto el partido en dirección al próximo ciclo electoral». Por tanto, ni rastro en el reparto de culpas de cualquier autocritica directa hacia la dirección estatal, o hacia el vicepresidente del Gobierno, como apuntaba el sector crítico en estos días.

Sin fuerza en varias autonomías, con la mitad de diputados autonómicos y concejales en el periodo 2019-2020. En Madrid, Zaragoza, Valencia y Cádiz se han esfumado los espacios del cambio, han desaparecido en comunidades como Castilla-La Mancha y Galicia y han reducido escaños en País Vasco Baleares, Asturias, Navarra, Extremadura, Aragón, Madrid, Castilla y León o Cantabria. Por tanto, su principal bala –y tras los resultados el clavo ardiendo al que partido se debe agarrar- es el de reforzar su asentamiento en Moncloa. Hacer valer por doble la vicepresidencia de Iglesias y sus cuatro ministerios morados en el Gobierno de coalición. Era este también el principal objetivo de la formación nada más instalarse sus ministerios, que, sin embargo, a causa de la pandemia quedó desdibujado y tuvieron que ponerse para trabajar de manera unánime en poner freno al coronavirus. Este análisis que ya rige en el cuartel general morado como máxima llega en un momento en el que saltan las alarmas para la dirección, pues en Moncloa ya concluyen que los resultados morados son alarmantes y que la cuota de Podemos se deberá debilitada en el Consejo de Ministros, todo ello unido a las polémicas que rodean al vicepresidente por el «caso Dina», los ataques a la prensa, o la búsqueda del debilitamiento de la figura del Rey Felipe VI.

Por tanto, la hoja de ruta de la formación pasa por remarcar su perfil de izquierdas en la coalición a partir de ahora, seguir sacando pecho de las medidas sociales que han salido adelante con el aval de todo el Gobierno durante la crisis del coronavirus. Hacerse imprescindibles, en resumidas cuentas, para la reconstrucción económica y social del país tras la pandemia. Siguen manteniendo el mantra de que un gobierno con Ciudadanos no habría frenado desahucios y despidos o no habría sido capaz de subir el SMI, revalorizar las pensiones o poner en marcha los ERTES. Es por ello que el partido seguirá tratando de visibilizar mediáticamente -para obtener rédito- el hecho de que las medidas más de izquierdas y sociales llegan por parte de su acción en el Ejecutivo. De cara a los próximos meses el partido no renunciará, por supuesto, a temas bandera como la derogación de la reforma laboral en términos absolutos, a una investigación en el Congreso sobre la Monarquía, en la que incluyen el cuestionamiento del Rey Felipe VI.