España

La sociedad vasca que miró para otro lado

Ante el crecimiento de Bildu: El odio, el relevo generacional y el «blanqueamiento connivente con el asesinato», entre las razones de la falta de apoyo a los que dieron su vida por la libertad

El líder del PP en el País Vasco, Carlos Iturgaiz, homenajea a Pedrosa junto a su viuda en el cementerio de Durango en 2020
El líder del PP en el País Vasco, Carlos Iturgaiz, homenajea a Pedrosa junto a su viuda en el cementerio de Durango en 2020Javier ZorrillaEFE

La “nueva normalidad” del País Vasco ha dibujado un escenario donde los herederos de Batasuna ganan terreno y a aquellos que dieron su vida por la libertad, se les da la espalda. La sociedad vasca ha escrito su relato en las urnas, el del silencio y el mirar para otro lado. Como en “Patria”, de Fernando Aramburu, siguen existiendo muchas Bittori a las que ya nadie recuerda y esconden su pena; y la serpiente se ha convertido en una hidra de muchas cabezas que avanza en las instituciones borrando huellas.

Arkaitz Rodríguez Torres, Iker Casanova Alonso e Ikoitz Arrese Otegi son tres de los 21 diputados de EH Bildu que han pasado por prisión por su relación con la banda terrorista ETA. También está Eraitz Sáez de Egilaz Ramos, hija de Carlos Saez de Egilaz Murguiondo, un etarra que formaba parte de la estructura de extorsión; quien recogía los cobros de los empresarios.

Del otro lado están los seis escaños de PP+Cs liderados por Carlos Iturgaiz, quien enterró hasta a siete compañeros por los que asegura, “no pienso apagar el interruptor como si nada hubiera pasado”. Diez son los diputados del PSE, quien también sufrió el zarpazo del terror. Contuvieron y defendieron los valores democráticos en los años en los que ser concejal era estar en la diana. Han pasado dos días desde que PP+Cs le arrebatara un escaño en Vizcaya a EH-Bildu, en concreto a Diana Urrea, una colombiana representante de las FARC, frente a un profesor de la universidad de Deusto: Luis Gordillo (PP+Cs).

Después de cinco décadas de terrorismo, tras el alto al fuego definitivo, 857 víctimas, más de 1.000 heridos, familias rotas, exiliados, pérdidas económicas, extorsión, amenazas... Que el brazo político del terror se convierta en la segunda fuerza política, con más de 248.000 votos, devasta la moral de los que empiezan a pensar que sus compañeros murieron por nada. “Es triste y decepcionante”, subraya Carlos Iturgaiz, “Quiero que volvamos a intentar recuperar ese apoyo, que esto no sea el futuro”, porque “parece que van ganando ellos”. “Que, en el aniversario de Miguel Ángel Blanco, el éxito lo tenga Bildu, se me ponen los pelos de punta porque en esa subida solo Bildu tiene más escaños que todos los partidos nacionales unidos”. “Hay una parte de la sociedad vasca que está enferma de odio y rabia a España que concentra ese voto en Bildu”.

¿Se ha normalizado la violencia?

El historiador José Antonio Pérez, del instituto Valentín de Foronda, dependiente de la UPV, subraya que, una vez que ha terminado el terrorismo, con el cese de las armas, “ha habido un cambio radical de la situación social en el País Vasco”, donde “el miedo ya no existe y hay una “normalización” de la situación”. La sociología electoral “a veces acaba premiando a formaciones como el PNV que, habiendo estado contra ETA, con matices, ha constituido una comunidad de intereses donde es incómodo recordar el pasado y quiénes estuvieron a un lado y a otro”. La sociedad vasca “tiene problemas para enfrentarse a su pasado -algo que ha ocurrido en todas las que han pasado por traumas- porque les obligaría a cuestionarse sobre cuál ha sido el comportamiento que tuvieron entonces”, destaca Pérez.

También ha influido el relevo generacional. En los tres campus del País Vasco se hizo un estudio donde “una mayoría” de los jóvenes de 18 a 23 años no conocía lo que había sido ETA, y les sonaba Miguel Ángel Blanco, pero algunos lo mezclaban con Carrero Blanco. “Eso fue revelador y preocupante para los historiadores porque percibimos que esos jóvenes que nacieron en torno al 2000, cuando ETA mata al gendarme en Francia, tendrían 6 u 8 años, y no recuerdan las amenazas, salvo que lo vivieran en su propia familia”. Muchos “no tienen la idea de que -la izquierda abertzale- es el brazo político de ETA”. “Piensan que es una formación de izquierda nacionalista. Se ha producido un blanqueamiento del pasado, connivente con el asesinato político, de la coalición EH Bildu. Pero eso puede ocurrir en el resto de España, no solo aquí”, advierte el historiador.

Caminar por los pueblos vascos, bastiones de la izquierda abertzale, es ir sorteando miradas retadoras para quienes representan las siglas constitucionalistas. “Es una sociedad enferma”, destaca una ex concejal del PP vasco. ¿Hay libertad? “Libertad, ¿para qué?” “Para hacer lo que puede ser normal para ellos sí, pero no para poner una bandera de España en el balcón; de hecho, no se hace. Cuando tomas una cerveza sigues sin poder expresarte con libertad; no te van a pegar un tiro, pero sigue habiendo gente que te mira como un bicho raro aterrizado de otro planeta”. “Te acostumbras a todo ello, hasta que sales de vacaciones y ves que lo que creías normal, no lo es”.

Los resultados del 12-J se asemejan al apoyo que Batasuna tenía en los años 90, con más de 180.000 votos, aunque con más escaños. “Han votado los de siempre”, mientras la pandemia ha perjudicado al electorado constitucionalista, que tiende a estar constituido por personas de mayor edad y otros se fueron a sus segundas residencias y no han votado”, indica el concejal del PP de Bilbao Carlos García. Recuerda, además del asesinato de Miguel Ángel Blanco, cómo le impactó el del concejal de Durango, Jesús Mari Pedrosa. Se había roto la tregua, pero durante ese tiempo Pedrosa fue acosado durante meses. “Fue muy duro. Yo tenía 21 años, era concejal en Sondica, ninguno teníamos cargos relevantes”. “Aquella noche la pasamos entera velando el cuerpo de Jesús Mari en el ayuntamiento de Durango mientras, desde fuera, se oían gritos de “fascistas”, “fuera de aquí” o “ETA mátalos” de los Batasunos”. Sorprende que el caso de Pedrosa sufriera el mal de los años 80: fue sobreseído provisionalmente y archivado, a pesar de que el etarra que le pegó el tiro en la nuca lo hiciera a cara descubierta, a plena luz y ,en una calle concurrida.

Tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco, los constitucionalistas se unieron para atacar, en el ámbito político, a la banda terrorista con la ilegalización de partidos. El golpe judicial, o la colaboración con Francia, acorraló a una ETA que ya estaba siendo vencida por la eficacia policial. Sin embargo, “en la sociedad vasca, ellos han sido muy astutos y lo han vendido como una renuncia voluntaria y no como una derrota”, sin haber logrado los objetivos que querían, apunta el historiador. Además, “no se ha producido una deslegitimación absoluta del terrorismo”, porque EH Bildu no ha sido capaz de condenarlo nunca. “No van a dar ese paso y probablemente no lo den nunca porque es renunciar a su propia historia y tensiones internas”, indica Pérez.

Ramón Gómez se presentó a la alcaldía de San Sebastián en 2011. Comenzó como concejal en Eibar en 1995, año en el que asesinaron a Gregorio Ordóñez. Siguió en San Sebastián, lo dejó por la empresa privada, volvió y ya no está en política. También su mujer fue concejal en Andoain y Lasarte. “Probablemente muchos de nosotros, si no hubiéramos nacido en Euskadi, no hubiéramos entrado en política”. “Nos metimos muy jóvenes, yo con 19 años, por defender la libertad”. Gómez salía siempre en todos los listados como objetivo de la banda terrorista, llegó a llevar hasta cuatro escoltas. Destaca que ahora “lo importante es contar bien el relato, para que se sepa lo que ha pasado. Debe haber un rechazo absoluto a todo tipo de actitudes mafiosas, donde no se te marque por la forma de pensar, algo que aún no ocurre y Bildu apoya”. “La batalla del relato es la que queda por ganar. Aquí cada uno cuenta su interpretación, como que luchaban contra el franquismo. ¿En el 2000?. Ellos están ganando en ese terreno. Que Bildu tenga 21 diputados es durísimo para los que hemos estado luchando contra el terrorismo”.

El historiador advierte de que, para los más jóvenes, EH Bildu “es una opción política progresista, feminista, ecologista, sin vínculos con el terrorismo”. Sin embargo, consideran que la Guerra Civil y el Franquismo ocurrieron ayer. Están los que reconocen que ocurrió, pero miran para otro lado y también sacan a colación los GAL como verdadero terrorismo de Estado. Necesitan sentirse cómodos con la versión que han interiorizado.

La estrategia nacionalista y de la izquierda abertzale es el “espíritu de la moderación”. “Hablar de ETA no da votos. Al contrario, hay mucha gente que le parece el pasado y piden pasar página, pero no ocurre lo mismo que con el Franquismo”. “El tema de ETA tendría que ser también Memoria Histórica”, subraya José Antonio Pérez Pérez.

Cristina Ruiz, ex portavoz del PP en el ayuntamiento de Bilbao, fue profesora en la universidad de Navarra y es politóloga. Empezó con 20 años en política. Cuando asesinaron a Miguel Ángel Blanco pensó: “Podría haber sido yo, en Getxo. Sentí pánico”. “Mi reacción fue de miedo y coraje”. No comparte que la sociedad haya premiado a los verdugos como tal. “Hay una parte de la sociedad que se ha renovado y no conoció aquello, otra que quiere pasar página sin consolidar el recuerdo acorde a la tragedia que vivimos”. Apunta que Bildu ha aglutinado los votos de Podemos y que, por otro lado, ve simbólico que, en Vizcaya, la tierra de Iturgaiz, se ganara el sexto diputado arrebatando una posible mayoría de izquierdas. “Bildu tiene prisa y necesidad de ser un partido como el resto”. Y recuerda que esa formación “no termina de emanciparse de lo que supuso el terrorismo”.

También, al blanqueamiento de Bildu, ha contribuido su papel de partido “imprescindible” en el Congreso. “Todos blanquean a ETA cuando se considera a Bildu como una fuerza política más por debilidad política o cuando su socio de gobierno mantiene su mismo discurso”. “No parece el apoyo más leal en un Estado democrático”. Tampoco, reconoce el historiador, ha ayudado a ello cuando desde los medios públicos se entrevista, por ejemplo, a Otegi en TVE. “Si alguien lee el papel del pacto donde pedían la derogación de la reforma laboral, me atrevería a decir que por la redacción lo había escrito Bildu, era su lenguaje político de siempre”.

A Iturgaiz le preocupa que “siga habiendo una base mínima que apuesta por la violencia y radicalidad” y asegura que pondrá todo su empeño en ser el “dique de contención” y a partir de ahí “hay que reorganizarse en un Congreso y ser el antídoto a todo ese mundo”. Además, Carlos García y el ex concejal de San Sebastián apuntan a que la limpieza en la población también se hace a través del “arma de la discriminación” y una de ellas es mediante la imposición del euskera en las aulas, en los funcionarios...

Otra ex concejal del PP de Durango, destaca tajante: “El problema es el odio”. “La gente no quiere líos, prefiere dejarse llevar por lo cómodo y decir que eso ya pasó y que no hay que vivir atascados en ese discurso. Hay que mantener la memoria y el reconocimiento a las personas que “hipotecamos” nuestras vidas por el bien de todos. A veces tenemos la sensación de que nuestro sacrificio no ha servido para nada”. Recuerda el día que tomó posesión por primera vez: “Tuvo que venir la Ertzaintza, municipales... a golpes desalojaron el salón de plenos. Pensé: Aún no he tomado posesión y ya me odian”.

La sociedad olvida o ignora que “la inmensa mayoría” de los que hoy representan a Bildu “actuaron como chivatos –de aquellos asesinatos- y se han ido de rositas” y pueden estar ahora, tal vez, en un parlamento”, concluye el historiador.