Política

La baza de Sánchez para los Presupuestos: aislar a Casado

El presidente del Gobierno se apoyará en los empresarios para presionar a los barones del PP y que Génova se quede sola en el «no»

La mayoría de la investidura ha dejado de funcionar. Pero la apariencia política es que Pedro Sánchez está cada vez más consolidado porque con la inyección económica que vendrá de Bruselas, si consigue mantener atado de manos a Podemos, podrá aguantar hasta el 21 o el 22, y con esto ya tendrá hecha la Legislatura. En el juego estratégico y de la representación en Moncloa se manejan bien, pero este jugar a todas las manos no esconde el hecho de que el plan de reformas, que tendrá que ser supervisado por la Comisión Europea, y el «freno de emergencia» enmiendan el programa electoral del Gobierno, los acuerdos con el PNV y la relación con ERC.

La gran pregunta es con quién aprobará Sánchez los Presupuestos. Las elecciones catalanas se pueden retrasar por la pandemia, y esto retrasa también la expectativa, cada vez más pequeña, de que ERC vuelva al redil y sea ese supuesto socio de gobernabilidad que de momento sólo se ha dejado ver en la votación de la investidura de Sánchez.

Moncloa y PP van a jugar una partida de póker, que ganará no quien tenga mejores cartas, sino el que mejor sepa manejar sus «faroles». En las filas socialistas hay cierto debate sobre si deben explorar o no la vía del PP, aunque sea a sabiendas de que la dirección popular «no colaborará». El riesgo es hasta dónde alcance el golpe en la mesa de Podemos, pero la realidad es que la mayoría de los españoles, hasta un 80 por ciento según las encuestas que manejan en algunas sedes autonómicas, defienden el acuerdo entre los dos principales partidos para buscar una salida a la tragedia económica y social que ha provocado la pandemia.

El debate también está abierto en el lado del PP. En Génova adelantan un «no» rotundo a los Presupuestos, bajo el principio político de que son la alternativa y, en cualquier circunstancia y con independencia del contenido, tienen que posicionarse en contra porque si no dejarían ese espacio a Vox. Pero en el partido hay otras voces nacionales y territoriales que defienden que es un error dar la impresión de que no quieres ni sentarte a negociar porque el que se levanta de la mesa antes de tiempo acaba «comiéndose el marrón». Como ocurrió con el estado de alarma. Dentro del PP sigue abierto el debate sobre el error del desmarque de Génova en relación a la prórroga del estado de alarma, una vez que los rebrotes en distintos territorios están haciendo que en la ciudadanía cunda la sensación de que la relajación autonómica es un error y sería mejor mantener la coordinación y el mando único para enfrentarse a un nuevo descontrol de la pandemia.

«Tenemos que sentarnos a hablar, y es que, además, lo tenemos muy sencillo», señala un dirigente autonómico, anticipando el que será uno de los próximos debates internos del partido. Los PGE deberían llegar al Congreso como muy tarde el 30 de septiembre. Pero el Gobierno necesita tener garantías de que dispondrá de los apoyos necesarios para superar la primera votación de las enmiendas a la totalidad.

Sin la ayuda que España va a a recibir en los próximos años quebraría, y estos próximos Presupuestos que tienen que concretarse tendrán que empezar a ajustarse a la realidad que plantea una economía a la que se augura una caída del PIB superior al 10 por ciento.

En el PP prevén que en el borrador de estas cuentas empezará a reflejarse la necesidad financiera de congelar pensiones y sueldos de los funcionarios, subidas de impuestos y primeros ajustes en un escenario de obligada restricción del gasto público porque no hay dinero. Ante esto, el sector partidario de escenificar, al menos, la negociación, defiende que Casado lo tiene muy fácil, pero que debe sentarse a jugar la partida porque si no perderá. Que se siente, gane tiempo, y se revista de autoridad ante la demanda de acuerdos del poder económico y de Bruselas, y que luego justifique su «no» en la subida de impuestos o en esos primeros ajustes, a pesar de que responderán a las exigencias de Bruselas para recibir las ayudas negociadas.

El problema de Sánchez sigue siendo que la mayoría de investidura se construyó sobre un programa irrealista, incluso para las condiciones que existían antes de la pandemia, y ahora no tiene futuro porque la línea la marca Bruselas, y Europa no va a permitir frivolidades ni que las garantías económicas de la inyección de fondos queden sometidas al politiqueo de partido cada uno con sus necesidades nacionales.

En esta partida de póker Sánchez juega con la ventaja de que sabe que las comunidades autónomas sí tienen que sentarse a negociar y necesitan acuerdos porque les hace falta el dinero europeo para afrontar las urgencias que les deja la pandemia. El próximo viernes habrá una foto en La Rioja de Sánchez con todos los presidentes autonómicos, que, desde el punto de vista estratégico, le beneficia sin duda a él. Y las comunidades del PP no pueden atender a criterios orgánicos, ni a bloqueos decididos en Madrid, sino a los intereses de los ciudadanos a los que representan. Moncloa sueña con la jugada de imponer una política inclusiva con Ciudadanos, PNV y el «trágala» de Podemos, y con empresarios y presidentes autonómicos, y que el marco del acuerdo de Bruselas deje fuera de juego a Casado. Por eso en las fronteras de Génova los del PP advierten de que el partido hay que jugarlo sin levantarse de la mesa antes de tiempo.