Juan Carlos I de España

Repúblicas y republiquetas

El Rey Felipe (i) y el Rey emérito a la llegada a la ceremonia de entrega de los Premios Nacionales del Deporte 2017 que ha tenido lugar en el Palacio de El Pardo.
El Rey Felipe (i) y el Rey emérito a la llegada a la ceremonia de entrega de los Premios Nacionales del Deporte 2017 que ha tenido lugar en el Palacio de El Pardo.Emilio NaranjoEFE

Es llegado el momento de comenzar a desmontar tópicos, falacias y simplezas sobre la contraposición Monarquía-República, que pretenden identificar a la segunda como la panacea de todas las virtudes políticas habidas y por haber, frente a la encarnación de todos los males y corruptelas de la primera. Las noticias relativas al Rey emérito, han convertido ese debate en el único argumento de que disponen políticos y partidos nacionalistas, separatistas y de ultraizquierda para justificar su propia existencia ante una manifiesta incapacidad de generar ideas y proyectos creíbles y útiles, para superar los diversos e intensos retos que tendremos ante nosotros en los próximos meses. Así, en Cataluña, tras ser elegido el fugado de Waterloo a la «búlgara» por un 99,3% de los sufragios, ya tenemos el monotema de campaña: «¿Monarquía o República catalana?».

Los programas electorales van a estar monopolizados por este profundo dilema, lo que demuestra la elevada altura intelectual alcanzada. A nivel nacional, el ministro Garzón –de la cuota comunista del Gobierno, con Dirección General de Consumo elevada a rango ministerial–, a falta de ocupaciones más elevadas, ya ha realizado aportaciones a este debate, expresando su ardor republicano y aludiendo al Rey emérito y a la Monarquía parlamentaria: «Se juzgan las instituciones, no las personas». Ya sabemos porqué es un comunista orgulloso de serlo, como expresa en su libro, y enamorado de la URSS: Ningún país tenía tantas repúblicas –y socialistas y soviéticas– como aquel. Seguiremos.