Podemos

Paulita y sus amigas

Sí se puede, gritaron
Sí se puede, gritaronPHOTO ALBERTO PAREDESEuropa Press

Paulita Naródnika, la lideresa del populismo vernáculo, va a recurrir a la ayuda de sus amigas, empezando por la mejor amiga de la mujer, que no es la perra sino la chiva expiatoria. En su partido, Unidos Podemos Salvarnos Nosotros, empezaron ayer mismo, cuando se desvelaron las noticias sobre el estrechamiento del cerco judicial al partido. Lo hicieron con dos estratagemas clásicas. Una es achicharrar a la mensajera, es decir, alegar que aquí la justicia no tiene nada que ver, y que el único propósito de los malos malísimos es la manipulación de los medios para difamar al partido de la puebla. El otro ardid opera en sentido contrario, y se dirige a la justicia, acusándola de prevaricadora, al haber emprendido una «investigación prospectiva». Esta labor, incompatible con un Estado de Derecho, que los populistas solo defienden cuando son ellos los acusados, se concreta en diligencias viciadas porque suponen la culpabilidad de los investigados. En esta segunda argucia se inscribirá en la defensa legal de Paulita, que ayer ya alegó indefensión al no haber recibido la grabación entera de la declaración del abogado despedido, y falsamente acusado de abusos sexuales, José Manuel Calvente. Acaso sean pocos en política los que aprenden de la experiencia. Sospecho que casi nadie recordará hoy a Carlos van Schouwen, el contable chileno que los socialistas de Felipe González despidieron, y cuyos testimonios fueron una pieza importante para que los odiosos y difamadores medios de comunicación descubrieran la impresionante corrupción de aquellos socialistas que presumieron de «cien años de honradez» –el chiste de la época– añadía: «y ni un minuto más». Ignoramos, por supuesto, en qué medida las triquiñuelas de Paulita y compañía resultarán eficaces. Otra amiga suya, Cristina Fernández, podrá consolarla sobre los avatares de la honestidad en las urnas: después de todo, el kirchnerismo, el régimen más corrupto de mi Argentina natal tras el fin de la dictadura militar, está nuevamente instalado en la Casa Rosada de Buenos Aires.Sin embargo, lo que resulta cada vez más claro para la opinión pública es la falsedad de la reivindicación prístina de Unidas Podemos, a saber, que ellas sí que eran distintas. Como editorializó nuestro periódico: todas las malas praxis en el ejercicio de la política que Unidas Podemos recriminaba a los partidos tradicionales, aunque con especial beligerancia a los del arco del centro derecha, tienen su asiento en la formación que lidera Paulita. Piense usted, señora, en lo que quiera, desde el nepotismo hasta la contabilidad creativa, desde el lujoso estilo de vida hasta el frenesí en denunciar la paja en el ojo ajeno, y todo está allí, en el partido de la supuesta regeneración democrática. Aunque desconozcamos el futuro, sí cabe apostar, como hemos dicho, por el uso incesante de la chiva expiatoria, desde las cloacas del Estado hasta lo que sea, incluyendo, por supuesto, una masiva campaña para retirar el nombre del Rey Emérito Juan Carlos I hasta de la última plaza del último pueblo. La honradez es fundamental, ya se sabe. La otra apuesta que cabe hacer, por fin, guarda relación con otra gran amiga de Paulita Naródnika y sus secuaces: las sillas. Ese era el objetivo del asalto, y no los cielos. No veo yo a la reina del pueblo fuera de la casta monclovita, cerrando la puerta al salir. Afuera hace mucho frío, señora, y los resultados electorales en el País Vasco y, sobre todo, Galicia, han producido escalofríos en las élites populistas. Con las cosas de comer no se juega, y los políticos comen regular fuera del poder. Ahí tiene usted otro paralelismo flagrante entre la vieja y la nueva política.