Política

Casado cesa a Álvarez de Toledo por ser solo «portavoz de sí misma»

Las continuas discrepancias y desautorizaciones de la dirección han forzado su salida: la última, que el partido pagase su recurso ante el TC por sus insultos a Pablo Iglesias

Cayetana Álvarez de Toledo pudo haber escrito ayer su última página en el PP de Pablo Casado al ser destituida como portavoz en el Congreso. Una decisión a la que el líder de los populares se ha visto forzado por los continuos incendios provocados por la historiadora y periodista. Tras el portazo que dio en 2015 al proyecto liderado por Mariano Rajoy, Álvarez de Toledo vuelve ahora a rebelarse contra los suyos y contra el propio Casado, con el que fue extraordinariamente dura en el día de ayer. Le acusó de tomar una decisión que «perjudica al PP, al grupo parlamentario y a la causa que defendemos».

El presidente le comunicó personalmente su cese por la mañana en una reunión que se prolongó durante casi dos horas en la sede de la calle Génova. Álvarez de Toledo, que interrumpió sus vacaciones para viajar a Madrid, evitó comunicar a Casado y a la dirección del partido cuáles son sus planes de futuro más inmediatos. Queda en el aire, por tanto, si continuará en el partido y si renunciará o no al escaño que logró en las últimas elecciones generales al encabezar la papeleta popular por Barcelona. Tampoco aclaró estas incógnitas ante los medios. En el partido, sin embargo, dan por descontado su portazo.

Fuentes de la dirección del PP explican a este diario cómo la decisión de Casado tiene que ver con los palos en las ruedas que Álvarez de Toledo ha puesto a lo largo de este año –fue designada portavoz en el Congreso en julio de 2019– al objetivo del presidente popular de tratar de «sumar» a todo el centro derecha bajo su liderazgo. Desde el entorno de Casado se percibe que las posiciones mantenidas por su ya ex portavoz desviaban el foco de lo que, para Génova, debe ser la prioridad en estos momentos, que no es otra que la de señalar los graves errores cometidos por el Gobierno de Pedro Sánchez en la gestión de la crisis sanitaria y económica que sufre el país.

Igualmente, se cuestiona que Álvarez de Toledo haya llevado la contraria en numerosas ocasiones a la posición fijada desde Génova en determinados asuntos. «No podemos estar siendo los portavoces de la portavoz», recalcan para expresar su malestar por los continuos charcos que pisaba la ya ex líder de la bancada. Este enfado con Álvarez de Toledo entre la dirección del partido se disparó cuando, pasadas las ocho de la tarde, compareció ante los medios y filtró parte de la conversación que había mantenido horas antes con Casado. En esa intervención ante los periodistas a los pies de la escalinata del Congreso, aseguran fuentes próximas a Casado, Álvarez de Toledo utilizó un tono mucho más duro y menos conciliador del empleado en su larga conversación con el presidente del PP.

Álvarez de Toledo calificó de «error» su destitución: «Lo lamento profundamente porque la considero perjudicial». A su juicio los argumentos ofrecidos por Casado para defender este movimiento son «desdichados». Entre ellos, citó la apuesta que ella había hecho pública por un gobierno de concentración entre el PSOE y el PP; los intentos de la dirección del partido de invadir las competencias del Grupo Popular por relevar al jefe de los asesores; y el menoscabo que para el liderazgo de Casado representaban las posiciones defendidas por ella: «Considera que mi concepción de la libertad es incompatible con su autoridad y yo no lo comparto», aseguró.

El «divorcio» escenificado ayer entre Casado y Álvarez de Toledo llega apenas doce meses después de que el presidente del PP le encargara la misión de acompañarle en el Congreso en el liderazgo de la oposición a Sánchez. En este tiempo, los encontronazos han sido constantes especialmente con el resto del grupo parlamentario y con el secretario general del partido, Teodoro García Egea.

Uno de los últimos choque tuvo que ver con el deseo de Álvarez de Toledo de que el partido la arropara –incluso sufragando los gastos– en su decisión de acudir al Tribunal Constitucional para obligar a la presidenta del Congreso a volver a incluir en el diario de sesiones de la Cámara Baja sus polémicas palabras durante el pleno en el que aseguró que el vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, es «el hijo de un terrorista». Meritxell Batet decidió eliminar esta referencia del diario de sesiones. Ayer, Álvarez de Toledo confirmó ante los periodistas que continuará en su empeño por volver a introducir esta frase en la publicación de las Cortes, aunque, según aclaró, lo hará sin el apoyo del PP.

A su destitución se une el nombramiento como portavoz en el Congreso de Cuca Gamarra, el fortalecimiento de la figura de Ana Pastor como vicesecretaria de Política Social, y el ascenso hasta la portavocía nacional del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. Un movimiento que representa, al tiempo, un giro al centro y una huida de los personalismos exacerbados. Y en ninguno de estos escenarios tiene ya cabida Álvarez de Toledo.