Coronavirus
Ante la mayor crisis de España: «Tenemos un Gobierno invisible»
El país está aterrorizado con los rebrotes y la mayoría de los 22 ministros del Ejecutivo lo observan desde la playa
El estupor es enorme y la indignación creciente entre los empresarios y la comunidad científica. Dos de los sectores más golpeados por la tremenda crisis que asola España. La economía se desmorona, el Producto Interior Bruto (PIB) en picado, con las peores cifras de su historia. Los ERTES impagados y alarmantes cifras de paro. Y lo más terrible, la salud de los españoles en riesgo continuo, bajo unas estadísticas intolerables de muertes y contagios infecciosos. Ante esta catástrofe sin precedentes, el gobierno de Pedro Sánchez brilla por su ausencia, en una clamorosa falta de sensibilidad y escrúpulos. Por ello, dirigentes de las grandes patronales empresariales y científicos internacionales de relieve coinciden en su análisis: «España tiene un Gobierno invisible».
El presidente Pedro Sánchez, se ha pasado diecisiete días de vacaciones a todo plan, a costa de los españoles, muchos de los cuales no han podido veranear, cerrados sus negocios, clausurados sus comercios y, lo que es más grave, con víctimas mortales en sus familias por la pandemia. Insensible a todo ello, Sánchez ha permanecido refugiado entre las rocas volcánicas de Lanzarote y las imponentes dunas de Doñana. Donde, por cierto, se instalaron unas grandes mosquiteras para protegerle del letal virus del Nilo, que ya se ha cobrado dos muertes en tierras andaluzas. ¿Dónde queda el Portal de Transparencia de Moncloa?, que tanto reclamaban los socialistas ante los austeros veranos en Galicia de Mariano Rajoy. En Andalucía se siente que Sánchez ni siquiera se haya dignado visitar algún hospital regional y alentar a los profesionales sanitarios que aún arriesgan su propia vida en favor de los demás.
El resto del gobierno también ha hecho oídos sordos a la catástrofe. La vicepresidenta primera, Carmen Calvo, según fuentes de Moncloa, encargada de ejercer la guardia, ha estado totalmente desaparecida y, su primera aparición ha sido fuera de España para homenajear al último superviviente en el campo de concentración de Mathausen. Loable actitud pero que contrasta con los miles de muertos por el Covid-19 en nuestro país. Familiares, médicos y personal sanitario, muchos de ellos infectados, aseguran que «causa vergüenza tal comportamiento». Por no hablar del otro vicepresidente, Pablo Iglesias, muy indignado por un extraño escrache en tierras asturianas. Lo que un día, en ataques al PP, él definió como «Jarabe Democrático», es ahora «un hostigamiento por motivos políticos y reclamar la república». Curiosa y doble vara de medir. La casta, es la casta.
La vicepresidenta económica, Nadia Calviño, y la titular de Hacienda, Maria Jesús Montero, han disfrutado de sus vacaciones en la costa gaditana. Pero ni una mención a las cifras alarmantes de la economía, las cuentas que reclama Bruselas y los Presupuestos del Estado en el aire. La Seguridad Social está en números rojos y muchos empresarios se preguntan: ¿Dónde está el ministro del ramo, Jose Luis Escrivá?. Nadie lo sabe. La ministra de Trabajo, la comunista Yolanda Díaz, tiene sobre su mesa un buen panel de ERTES impagados y terribles datos de paro. Ajena a ello, se la ha visto en las costas gallegas, donde según los vecinos, tiene una más que confortable casa en El Ferrol. De la ministra de Transición Ecológica, Teresa Rivera, en teoría, presidenta del Comité de Crisis de la pandemia ni está, ni se la espera.
En el sector sanitario, científico y educativo la displicencia es absoluta. Al ministro de Sanidad, Salvador Illa, se le ha visto practicando senderismo por el Matarraña Turolense, en el bajo Aragón, una de las comunidades más azotadas por la pandemia. Y por las que el titular de sanidad ha pasado sin una sola visita o una sola reunión con los afectados y profesionales de la zona. Capítulo aparte merece, el titular de Ciencia, un tal Pedro Duque, que ha sido fotografiado en las costas alicantinas de Jávea, donde disfruta de una exclusiva villa. Científicos internacionales han intentado entablar contacto con el ministerio para debatir la estrategia que España seguirá para el abastecimiento de las futuras y más eficaces vacunas y terapias más actuales frente al Covid-19. Ni un teléfono, ni una respuesta. Muchos científicos españoles, líderes en la lucha mundial contra el coronavirus y que no han podido disfrutar de vacaciones, denuncian la falta de previsión y protocolos específicos ante el desastre que se avecina: «Este ministro sigue en la luna».
Otro flanco vergonzante es el educativo. La potentada ministra Isabel Celaá, a tenor del patrimonio declarado en el Congreso de los Diputados, se ha recluido en su lujosa residencia vasca de Neguri, ajena a millones de familias que desconocen cómo se afrontará el curso escolar. Un escándalo en toda regla unido al del titular de Universidades, el ministro Castells, totalmente escondido ante una comunidad docente, clamorosamente desconcertada. «La educación les importa muy poco», afirman rectores, decanos e, incluso, estudiantes en su día votantes de la izquierda. «El caos y la incertidumbre son absolutas», denuncian estas fuentes.
Y la guinda, la han puesto la presidenta del Congreso, Meritxel Batet, tercera autoridad del Estado, y su pareja, el ministro de Justicia Juan Carlos Campo. Ambos fueron vistos y fotografiados en las costas gaditanas de Barbate. Para colmo, en compañía de los condenados por los ERES, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, en amable conversación y sin utilizar las obligatorias mascarillas, como denunciaron los medios locales y vecinos al propio ayuntamiento barbateño por el riesgo sanitario que supone. «Estos se creen inmunes», comentaban varios vecinos que cumplían rigurosamente las normas en la misma playa. Por cierto, el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, también ha estado silente ante los feroces ataques de Pablo Iglesias contra la independencia de los jueces.
Pedro Sánchez, por fin, ha llegado a la Moncloa, se supone que agotado por su periplo veraniego. Con la economía destruida, la sanidad al borde del colapso por contagios y muertes incontroladas, el paro en cifras alarmantes, su socio de coalición, Unidas Podemos, al borde del banquillo, unas envenenadas elecciones catalanas en el horizonte y una crisis institucional contra la monarquía, sin precedentes, parece poco probable que sus ministros y diputados palmeros le vuelva a aplaudir en el Congreso, en un acto de caudillismo parlamentario nunca visto. Como dicen destacados dirigentes de la CEOE y de la comunidad científica: «Más que aplausos, este gobierno sólo se merece pitidos».
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