Política

Albert Rivera: «El Rey es el hilo de esperanza al que nos agarramos en Cataluña»

El ex líder de Ciudadanos advierte de que la estrategia de apaciguamiento de Sánchez no va a calmar a los separatistas catalanes

Albert Rivera, expresidente de Ciudadanos.
Albert Rivera, expresidente de Ciudadanos.Guillermo JunqueraLa Razón

El ex presidente de Cs hace un paréntesis en su alejamiento de la política para volver al ruedo y presentar su último libro, «Un ciudadano libre» (Espasa). La entrevista comienza apenas cinco minutos después de que salte la noticia de la inhabilitación de Torra.

–¿Cuál es su valoración sobre la decisión del Supremo?

–Fantástico. No me voy a esconder. Me parece que lo primero que tiene que hacer Cataluña para recuperar el «seny», la calma y la convivencia es un presidente que cumpla la ley. Luego sería estupendo que fuera un presidente que respetara a todos los catalanes y a todos los españoles. Me parece una buena noticia para el Estado de Derecho y políticamente aboca a que los independentistas asuman que dentro de la ley se puede hablar y dentro de la Constitución se puede hablar pero que fuera de la ley no hay nada que hablar.

–¿Cree que la acatará?

–Después de la experiencia que han tenido sus amigos y compañeros con las condenas, con la cárceles y con la inhabilitaciones tendrá que acatarla de una manera o de otra. Estoy convencido de que el Estado de Derecho, por muy insumiso que se declare cualquier político de coche oficial, al final acaba imponiéndose a pesar de cómo alguno lo intenta retorcer.

–¿Si no se trata de una venganza, qué es lo que ha intentado con su libro?

–Está claro que no es una venganza en tanto que reconozco tanto aciertos de algunos rivales como errores propios. Se ha tratado más bien de hacer una reflexión, un alto en el camino después de 13 años en la primera línea de la política, y contarle a los españoles tus experiencias y sensaciones para que comprendan mejor tus decisiones. Simplemente, en definitiva, es poner negro sobre blanco una etapa de mi vida... aunque en realidad el libro tiene muchos protagonistas: políticos, el Jefe del Estado, periodistas, empresarios. Mi trayectoria es el hilo argumental de una década muy vertiginosa e intensa de la política en España.

–¿Echa de menos la política?

–Echo de menos a la gente. Hay una frase que me gusta mucho: «Tu patria son tus compatriotas». Es tu gente, tus amigos. Yo soy una persona muy apasionada en todo lo que hago. No sé hacer nada a medias. En política lo he dado todo. Lo que echo de menos es la gente que conocí por el camino, a mi equipo. Al final es una forma de vida también. Tiene una intensidad que es bonita. Lo que no echo de menos es la primera línea de fuego, la presión, yo diría incluso la aspereza de estos últimos años. Yo creo que se está embarrando demasiado: no hay sosiego, no hay tiempo para reflexionar, ni siquiera para tomarse un café con un rival político. Asumo mi parte de culpa. Hay mucha gente de bien en la política, gente honrada pero que están también preocupados por esta vorágine de rueda de hámster en la que nos hemos metido todos. Es un ritmo que nos complica la tarea política.

–¿Qué tendría que pasar para que volviera a la palestra? ¿Quien debería pedírselo?

–Nada. No se me ocurre ningún motivo para una segunda parte cuando la primera ha sido bonita, intensa y se ha acabado con un mal resultado y con una salida yo creo que coherente. No hay que mirar al pasado. Hay que mirar al futuro siempre. Me llevo un bagaje brutal. Dicho esto, creo que la política para mí pasó como cargo público, obviamente como ciudadano libre que soy me gusta España, me apasiona España y quiero que este país sea mejor de lo que es. No te voy a negar que veo con preocupación como muchos españoles la situación institucional que se está produciendo.

–¿Su opinión sobre lo sucedido con el Rey en Barcelona?

–Se me ocurre muchísima gente a la que le debemos muchísimo respeto por haber luchado por mantener la unidad de este país y la Constitución: jueces, fiscales, servidores públicos, políticos que se han jugado la vida, familias de políticos constitucionalistas y, por supuesto, al Rey por dar la cara el 3 de octubre. Que todo esto quede en un ministro de Justicia diciendo que el Jefe de Estado no puede ir a una parte del Estado para garantizar la convivencia... es tan antagónico a lo que es el Estado de Derecho que a mí me parece dramático. A un catalán constitucionalista que vaya el Rey a Cataluña, es justamente ese hilo de esperanza y de protección al que te agarras frente a la arbitrariedad y el atropello separatista. Que al Rey, que es precisamente ese símbolo, lo expulsen los separatistas de Cataluña es muy grave, pero que lo expulse el Gobierno es intolerable.

–¿Calmarán al independentismo maniobras de apaciguamiento como vetar al Rey en Barcelona o los indultos?

–El apaciguamiento con el separatismo nunca ha funcionado. Nos hemos pasado 35 años de apaciguamiento y hemos acabado en un golpe de Estado. Como decía Churchill: «Entre el deshonor y la guerra, si escoges el deshonor, tendrás guerra». No lo digo literalmente para que nadie me malinterprete pero cuando vas renunciando y renunciando al final lo que pasa es que en Cataluña el Estado está desaparecido de combate. Esa renuncia, lejos de acercarnos a una solución nos aleja. Soy partidario, al contrario de muchos opinadores de salón, de que el Estado recupere su presencia institucional, cultural y civil. Hemos hecho lo contrario: desaparecer. Y el nacionalismo se ha hecho con todo: las calles, las escuelas...

–¿Cree que hay un plan por parte de Sánchez para un cambio de régimen sin lugar para la Corona?

–Me parece algo incluso más cínico que eso. Quien tiene un plan para eso es Podemos y los separatistas. El caso de Sánchez es distinto: es capaz de cualquier cosa para mantenerse en el poder. Si él ve que en algún momento le conviene azuzar el debate lo hará.