Pedro Sánchez

Sánchez o cómo sobrevivir (también) a la pandemia

En su entorno creen que hasta la gestión de la crisis con Ayuso le ha reforzado y le ven «optimista», aunque «consciente de que vienen tiempos complicados»

Pedro Sánchez esta semana en Bruselas.
Pedro Sánchez esta semana en Bruselas.FRANCISCO SECO / POOLAgencia EFE

Se puede considerar que la vida política de Pedro Sánchez no ha sido fácil o que, al menos, ha estado marcada por un continuo afán de superación ante los obstáculos que se le han ido presentando, el último de ellos –no menor– la batalla campal sin precedentes de esta semana contra el ejecutivo autonómico de Ayuso por la gestión de la pandemia.

Esto ha hecho que se ganara el calificativo de «superviviente» y que decidiera plasmar sus vivencias en una corta biografía –acotada a los últimos cinco años– bajo el título «Manual de Resistencia».

Esta suerte de leyenda se ha forjado a costa de sobreponerse a la oposición interna de su partido, que le forzó a abandonar la vida pública; volver posteriormente a presentarse a unas primarias y ganarlas contra el aparato del PSOE; recuperar las riendas de Ferraz primero y llegar a La Moncloa después, vía moción de censura, y revalidar el poder en una doble contienda electoral tras la que, a pesar de empeorar sus resultados, consiguió ahormar el primer gobierno de coalición de la democracia. Quienes fueron sus rivales internos durante años en el Partido Socialista le definen como un «tipo con suerte» y «listo», capaz de «amoldarse a cualquier situación» y «salir indemne».

Cuando todo parecía aparentemente tranquilo y el Ejecutivo se preparaba para aprobar sus primeros Presupuestos –allá por febrero de 2019– un proyecto de cuentas públicas para el que había dado luz verde al techo de gasto en el Congreso y que lograría atornillarle al poder hasta el final de la legislatura, sobrevino la pandemia del coronavirus. Un nuevo golpe o un nuevo desafío, como les gusta encarar en el entorno más cercano del presidente los obstáculos que se van presentando en el camino.

En todo caso, un nuevo ejercicio de supervivencia, del que creen –sus más próximos– que Sánchez ha vuelto a salir indemne. En concreto, explican que la epidemia le ha servido para reforzarse como líder y como presidente. Y lo creen, porque entienden que ha sabido sobreponerse a la «oposición desleal y que buscaba derrocarle» durante las horas más difíciles que ha vivido España en los últimos años. A su favor, la ausencia de alternativa política a su proyecto y la capacidad del Gobierno de cambiar de socios, a izquierda y derecha y según convenga, para garantizar el objetivo último que es mantenerse en La Moncloa.

Quienes le conocen bien dicen verle «optimista» ante un futuro muy incierto, aunque «consciente de que vienen tiempos complicados». También lo han sido los meses pasados, en los que el Gobierno afrontó una situación inédita y con un escenario de unidad y consenso que desapareció a medida que la curva de contagios iba remitiendo.

Sánchez sufrió el ataque voraz de la oposición durante las prórrogas del estado de alarma que, a duras penas logró ampliar en seis ocasiones, con un equilibrio de fuerzas que cambió el mapa de alianzas del Ejecutivo. Esta complicadísima gestión de la crisis y el via crucis que tuvo que pasar Moncloa obligó entonces a hacer una desescalada anticipada –algo que ahora critican los expertos– y ha derivado en decisiones que estamos viendo actualmente.

El Gobierno se aferró a la «cogobernanza» que tanto demandaron las Comunidades Autónomas para delegar en ellas ahora la responsabilidad del control de la segunda ola que nos ha arrasado ya y despejar así el desgaste político que supone la declaración del estado de alarma, cuya petición corresponde ahora a las regiones.

Mientras, el Gobierno asume una suerte de actuación subsidiaria, dando respaldo en aquellas cuestiones a las que los territorios no puedan llegar, pero sin sufrir el coste político de las decisiones más polémicas o controvertidas. Un posicionamiento que ha derivado en un enfrentamiento total con la Comunidad de Madrid, a cuenta de las medidas restrictivas «contundentes» que se demanda desde el Gobierno central que tome el regional.

Al mismo tiempo, en Moncloa están enfocados en pelear las ayudas a España en Bruselas y elaborar unos Presupuestos que puedan vehicularlos. «Pedro ha sabido leer la situación y percatarse de que este partido se jugaba en Europa. Ha jugado esa baza y le ha salido bien», señalan desde su entorno. No en vano, Sánchez fue uno de los protagonistas del maratoniano Consejo Europeo Extraordinario que se produjo en julio en Bruselas y del que España salió con la segunda inyección de recursos más importante por detrás de Italia. Volcado en esta vertiente europea, el presidente también ha participado esta semana en otro cónclave en Bruselas, que se retrasó unos días por la cuarentena que tuvo que guardar el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.

La vocación del Gobierno, quizá aquello que todavía se le resiste al irreductible Sánchez, es conseguir trasladar a nuestro país el consenso que se vivió en el Consejo Europeo de julio, en el que progresistas y conservadores alcanzaron un acuerdo pese a sus profundas diferencias ideológicas. Que la unidad de Bruselas tuviera su reflejo en el Congreso de los Diputados. Sin embargo, el clima de crispación es cada vez más alto. El PP se niega a apoyar la renovación de los órganos constitucionales y se arroga la defensa del Rey frente a los sectores más republicanos del Gobierno; Vox planteará en los próximos días una moción de censura estéril y el Gobierno, por su parte, necesita ahormar una mayoría estable de legislatura para aprobar unos nuevos Presupuestos. Sin ahorrar en gestos hacia el independentismo –indultos y reforma del Código Penal para rebajar las penas del delito de sedición mediante– en Moncloa siguen avanzando a baja intensidad con Ciudadanos para aprobar el siguiente e importante hito presupuestario: el techo de gasto. Unos avances que se han ralentizado, sin embargo, en los últimos días.

Y eso, a pesar de que en Moncloa quieren tener las cuentas aprobadas, como tarde, a principios de enero de 2021, lo que obligaría a una «prórroga técnica», aunque solo sea «unos pocos días», de los Presupuestos de Cristóbal Montoro. Cómo se resuelva esta circunstancia, para la que desde el Gobierno se trabaja en varias vías y sumas posibles, volverá a ser un termómetro de si la capacidad de resistencia de Sánchez sigue intacta o el paso del tiempo y los efectos del coronavirus han logrado erosionar su escudo de supervivencia.