Pablo Casado
“Lo que diga Bárcenas debe ir a la espalda de Rajoy”
Génova pasa al ataque y cuestiona la legitimidad del Gobierno de Sánchez
Con el discurso de que «esto viene del pasado», Génova se sacudió ayer de encima la sentencia del Tribunal Supremo sobre la primera epoca de Gürtel, entre los años 1999 y 2005. El pronunciamiento del Supremo deja margen para que el PP pueda dar forma a una lectura positiva, por la crítica del Alto Tribunal a que la Audiencia Nacional diera por segura la caja B del partido. Pero es más difícil que pueda poner sordina a la confirmación del Supremo de que el partido se lucró con la trama.El Tribunal Supremo certifica que la sentencia, que fue la base de la moción de censura que tumbó al Gobierno de Rajoy, se excedió en algunas de sus afirmaciones, no porque no sean ciertas, sino porque no entraban dentro de la competencia de los hechos juzgados.
El PP se queda con la consideración de excesiva de la decisión de la Audiencia Nacional de dar por probada la caja B del partido y resta importancia a la ratificación de la conclusión de que el PP ganó dinero con los negocios de la trama Gürtel. La dirección popular ya cargaba con la investigación de la Kitchen y con las nuevas líneas de investigación abiertas por la Audiencia Nacional sobre adjudicaciones, y ahora añade una de las partes «negras» de la sentencia del Supremo, la confirmación de la condena a Rosalía Iglesias, la mujer del ex tesorero del PP Luis Bárcenas. Que sea ligeramente rebajada esa condena no le exime de entrar en prisión una vez que la pena ya es firme.
Ésta era una de las principales preocupaciones de la cúpula de Casado, la posible venganza de Bárcenas en el caso de que su mujer tuviera que entrar en la cárcel. El Gobierno de Rajoy mantuvo bajo control la amenaza del ex tesorero de soltar más material «radioactivo» contra el partido y contra el entonces presidente del Gobierno, y de aquello viene ahora el proceso judicial de la Kitchen. Nunca se supo si Bárcenas amagaba de farol o si realmente tenía material que podía dinamitar Génova, pero éste es un momento decisivo, en el que, como temen en el PP, puede ser que la ira de Bárcenas vuelva a activarse contra quienes le mantuvieron y protegieron como tesorero del partido.
La Sala del Supremo ha reducido la pena de Rosalía Iglesias al absolverle del delito de estafa procesal y bajar las condenas por delito de blanqueo de capitales, pero la conclusión es que hay indicios plurales y acreditados de que conocía la procedencia delictiva del dinero. «Tenía pleno control y capacidad de gestión sobre las cuentas bancarias de su titularidad suizas o españolas a través de las que el matrimonio ocultó su patrimonio», asegura el Supremo.
Esto abre una vía de agua a Génova, aunque en su estrategia de pasar al ataque también lo hacen en este punto, y ayer tarde advertían de que “lo que le quede por decir a Bárcenas o a su mujer debe ir a la espalda de Rajoy”. Frente a la seguridad que se transmite desde Madrid, fuera del partido la percepción tenía más matices. «Quizás debería temblar Pablo».
La reacción de Génova a la sentencia fue inmediata y para barrer para casa. En primer lugar, el PP declara su respeto a las decisiones judiciales. «Acatamos la sentencia, como no podía ser de otra manera, los hechos son condenables y los hechos están ahí».
Pero el PP también resalta que la moción de cesura que desalojó a Rajoy del Gobierno «se fundamentaba en unos párrafos que ahora el Supremo ha eliminado». «A Pedro Sánchez le será indiferente haber sido presidente del Gobierno a través de una moción injusta y basada en unos fundamentos no acreditados. Sánchez llegó al poder con una moción de censura basada en una mentira y dando lecciones de ejemplaridad». Y como remate, el despeje hacia la etapa de Rajoy por lo que pueda venir de la mano de Bárcenas: «El único trato que tuvo la nueva dirección del PP con Luis Bárcenas es una amenaza de querella a Javier Maroto y a Pablo Casado por llamarle delincuente».
En la dirección del PP creen que el vendabal de los acontecimientos a los que nos enfrentamos, desde el punto de vista de la pandemia, pero también por las crisis que cercan al Gobierno, silenciará rápidamente los efectos de la sentencia de Gürtel. Igual que con lo que pueda derivarse de la investigació de Kitchen. «Nosotros somos otros. El electorado ya ha interiorizado que la corrupción viene de otra etapa, que la caja B, viene de otra etapa, y que la guerra del Gobierno de Rajoy dio lugar al escándalo de Kitchen, y nosotros ni estábamos ni sabíamos», sentenciaba anoche un miembro del Comité de Dirección del partido.
En las estructuras territoriales también creen que la corrupción no es lo que más puede cortar el vuelo a Casado en estos momentos. Dan por amortizado esos escándalos del pasado, aunque no sumen al partido cada vez que se habla de ellos. Pero subrayan que el problema de la nueva dirección está en sus dificultades para encontrar «una estrategia en la pandemia que no le lleve a decir una cosa y la contraria», y en «la falta de un proyecto alternativo claro» que lleve la iniciativa y no vaya a contraremolque de lo que hace el Gobierno o de lo que teme que puedan hacer los de Vox.
«Para volver a La Moncloa necesitamos ser más de los que somos, y la movilización del electorado de centro derecha se consigue con una hoja de ruta creíble, que genere confianza y que no dé la impresión de que está únicamente sometida a los intereses de partido», concluyen en el PP.
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