Cultura

Premios Princesa de Asturias

Unos Princesa de Asturias para los héroes anónimos

El galardón a la Concordia para los sanitarios españoles se convierte en el momento más emotivo de una gala atípica celebrada a puerta cerrada en el Hotel Reconquista

María Jesús Amaro Martín, del servicio de limpieza del Hospital Universitario Central de Asturias, recibe una ovación en representación de sanitarios y familiares de personal sanitario que tuvieron que hacer frente a la COVID-19 tras recibir el Premio Princesa de Asturias de la Concordia durante la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias, este viernes en la antigua capilla del Hotel Reconquista de Oviedo.
María Jesús Amaro Martín, del servicio de limpieza del Hospital Universitario Central de Asturias, recibe una ovación en representación de sanitarios y familiares de personal sanitario que tuvieron que hacer frente a la COVID-19 tras recibir el Premio Princesa de Asturias de la Concordia durante la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias, este viernes en la antigua capilla del Hotel Reconquista de Oviedo.BallesterosEFE

Diferente. Rara. Sin parecerse a ninguna otra gala que se recuerde, se ha celebrado una nueva edición de los Premios Princesa de Asturias, pero es lo que toca. Con el Teatro Campoamor cerrado, ha sido el turno del Hotel Reconquista, el emblemático alojamiento ovetense como escenario de la gala de entrega de unos galardones que, ojalá, vuelvan a su vieja normalidad en 2021.

Pero hoy las miradas, además de en Sus Majestades, estaban puestas sobre esos “héroes sin capa” que nos han mimado siempre, pero, en particular, durante los últimos meses: los sanitarios, reconocidos con el Premio de la Concordia. Ellos fueron el centro de una ceremonia “que jamás olvidaremos”, definía el presidente de la Fundación Princesa de Asturias, Luis Fernández-Vega Sanz.

Ha sido José Eugenio Guerrero Sanz –jefe de la UCI del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y del Grupo Hospitalario Privado– el encargado de recoger el galardón en nombre de todos los sanitarios españoles que lucharon (y continúan luchando) contra la pandemia. Hasta quince representantes de este colectivo han estado presentes en la antigua capilla del Reconquista para asistir a un “reconocimiento que, recordando a Unamuno, es de todos los que construimos la vida diaria anónimamente”, comenzaba el sanitario.

Guerrero Sanz pone voz a todos esos testimonios que se debaten entre la tragedia y el heroísmo: “Como sanitarios, nuestro trabajo ha sido luchar por la vida, por aliviar, por devolver la esperanza en momentos inciertos. Hubo desaliento, cansancio infinito, lágrimas, miedo, pero siempre volvimos a levantarnos porque rendirse no era una opción. Nunca fuimos héroes –continuaba–, pero hicimos nuestro trabajo lo mejor que supimos y pudimos, conscientes de que compartíamos un destino común con toda la sociedad y que en la lucha contra el virus no era posible esperar milagros, solo valía el trabajo, la dedicación y el esfuerzo, más allá de cualquier límite". No ha querido cerrar el jefe de la UCI del Gregorio Marañón su intervención sin afirmar que ”un buen sistema sanitario ofrece seguridad en tiempos de incertidumbre y proporciona estabilidad y paz social”, concluía.

Por otro lado, la Fundación Princesa de Asturias también ha querido señalar la carrera profesional del piloto Carlos Sainz, de los pocos homenajeados que estuvieron presentes en la sala. Una leyenda del motor patrio e internacional que no ha dudado en repetir la palabra «gracias» hasta en siete ocasiones para todos, de Sus Majestades a su familia y compañeros de profesión. “Ha trabajado duro y con hambre por competir y ganar, pero también con inteligencia, espíritu de equipo, sencillez y caballerosidad”, fueron las palabras del Rey Don Felipe sobre un deportista que ha invitado a soñar de forma “ambiciosa”.

El galardón en la categoría de Artes tenía dos nombres propios: John Williams y Ennio Morricone. Con el último tristemente fallecido en julio, el neoyorquino cobró más protagonismo si cabe mediante un vídeo en el queno quiso olvidarse de su colega de profesión y galardón: “Tenemos su espíritu y su música, que nos acompañará siempre”.

Sin salir del mundo cultural, la poeta canadienseAnne Carson, Princesa de Asturias de las Letras, no pudo acudir hasta Oviedo, pero no dejó pasar la ocasión para entrar en la ceremonia a través de un vídeo con el que ha recordado su “paseo” por el norte de España en 1983, cuando recorrió el Camino de Santiago desde los Pirineos. Reconoció que en esa aventura comprobó que “el rostro español es serio, un rostro severo; no sonríe sin una razón para hacerlo. Hasta que me acostumbré a ello, me preocupaba todo el tiempo estar haciendo algo mal. Los rostros norteamericanos, como saben, sonríen continuamente, con todos los dientes, sin motivo alguno. Pero una sonrisa española es difícil de ganar”. Motivo por el que le ha hecho aún más “ilusión” obtener el reconocimiento.

Carson quiso cerrar su intervención con un poema virtual en el que pidió la colaboración de todos desde sus casas y/o el Reconquista: “Bueno, ya saben, eso podría ser el verdadero amor corriendo hacia mi vida con los brazos en alto gritando... ¡Comprémoslo! ¡Qué ganga!”.

El Hay Festival, presentes en Oviedo con Cristina Fuentes La Roche –directora del festival para Latinoamérica–, y María Sheila Cremaschi –directora para España–, y la Feria Internacional del Libro de Guadalajara compartieron el reconocimiento en Comunicación y Humanidades. Por parte de estos últimos, Raúl Padilla López –su presidente– entró a través de la pantalla para afirmar que “los libros, y en general la letra impresa, se alimentan de la libertad y a la vez la amplían. La modernidad política apareció con la libertad de imprenta, con el derecho a escribir y publicar sin restricciones. Defendamos este valor fundamental, con más razón frente a los gobiernos populistas que hoy amenazan nuestra gerencia liberal y ponen en riesgo la democracia”.

En la Cooperación Internacional, Seth Berkley habló como CEO de la Alianza Mundial para la Inmunización y la Vacunación (Gavi) y quiso desvelar el “secreto del éxito” de su organización: “La colaboración. Gavi no es solo una alianza por su nombre. Su modelo único de asociación público/privada reúne a las partes interesadas para encontrar soluciones innovadoras a problemas de salud global aparentemente insolubles”.

También desde la distancia, el economista Dani Rodrik (Ciencias Sociales) invitó a repensar el modelo de globalización asegurando que “la verdadera cuestión a la que nos enfrentamos no es la de más o menos globalización, si deberíamos estar a favor o en contra de la globalización, sino a quiénes se debería tener en cuenta mientras definimos quiénes conforman ese nosotros. Creo firmemente que podemos idear una globalización que ayude a las sociedades a gestionar sus desafíos tanto económicos como no económicos, dejando de lado el nativismo visceral y la xenofobia”. Palabras por las que considera que este premio es “un reconocimiento de que tal globalización es realmente factible”.

También repartido fue el Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica para los matemáticos Emmanuel Candès, Yves Meyer, Terence Tao y Ingrid Daubechies. De los cuatro, fue esta última la encargada de hablar a través de un vídeo en el que quiso realzar el valor de las Matemáticas: “No solo son útiles; las matemáticas también son hermosas”. Candés, por su parte, ya había contestado a las preguntas de la Prensa el jueves, donde advirtió de que la Inteligencia Artificial “está cambiando nuestras vidas. Muchos trabajos, como la conducción o la vigilancia, se van a hacer de forma automática al 100% en poco tiempo. Por eso la industria del trabajo debe cambiar. Mucha gente va a tener que buscar un nuevo oficio porque la IA va a sustituir a muchos profesionales (…) El reto va a ser ofrecer nuevas oportunidades a esa gente”.

Cerraba Felipe IV un acto especial en el que quiso hablar de que, ante tanta incertidumbre y pesar, “han renacido en nosotros otros sentimientos y actitudes positivas que quizá en demasiadas ocasiones aparecían adormecidos (...) Con estas armas en nuestra mano, ese ‘amoroso batallar’ que quería Sandra Myrna será más fácil”.