Policía Nacional

“Antidisturbios”: fact-checking a la serie que indigna a los policías

Los sindicatos se quejan de que no es un retrato de la UIP pero clava lo decrépito de las instalaciones y escenas que han ocurrido “calcadas” en Madrid

Imagen de la serie Antidisturbios de Movistar+MOVISTAR06/10/2020
Imagen de la serie Antidisturbios de Movistar+MOVISTAR06/10/2020larazonMOVISTAR

La nueva serie de Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña para Movistar+ no ha dejado indiferente a nadie. «Antidisturbios» se estrenó el pasado viernes y, mientras la crítica se rinde a sus pies, los sindicatos policiales ha salido en tromba a denunciar que no refleja la realidad policial ni los personajes son una radiografía fidedigna de un agente destinado en la elitista Unidad de Intervención Policial (UIP).

A pesar de tratarse de una ficción, los agentes lamentan la imagen que se proyecta de un subgrupo de la UIP (Puma 93) y hasta han pedido a la Dirección General de la Policía que se «depuren responsabilidades» por haber dado el «ok» a ese guión y por haber permitido el uso de instalaciones y dotación policial para continuar perpetuando clichés. «Uno tomando cocaína, otro desequilibrado, otro violento... ¿Qué nos va a parecer? Somos el único cuerpo de antidisturbios que no tenemos ninguna muerte en 30 años de historia, no pueden decir lo mismo Mossos ni Ertzaintza», explica un «uipero» que, lo que más le «chirría» de la serie es ese «pronto» con el que responden algunos agentes «cuando precisamente lo que se busca es un perfil tranquilo que sepa mantener la calma en momentos de tensión».

El recuerdo de Mame Mbaye

Más allá de estereotipos, lo cierto es que la serie guarda muchos paralelismos con la realidad. El primero es ese desahucio de la calle Olivo que se salda con la muerte de un subsahariano y que desencadena la investigación de Asuntos Internos para comprobar si fue un caso de mala praxis. Aunque las circunstancias fueron diferentes, el movimiento social como respuesta a esa muerte se asemeja mucho a lo sucedido en Madrid en marzo de 2018, cuando un mantero, Mame Mbaye, murió de un infarto tras haber sido perseguido por la Policía Municipal desde Sol a Lavapiés. La Justicia determinó que murió por causas naturales al tener un problema congénito en el corazón pero la batalla campal que se formó en Lavapiés para protestar contra el cónsul de Senegal, con lanzamiento de sillas incluida, es calcada a escena de la serie.

Mame Mbaye murió por un problema de corazón tras ser perseguido por la Policía Municipal de Madrid
Mame Mbaye murió por un problema de corazón tras ser perseguido por la Policía Municipal de MadridLa RazónLa Razón

Villarejo con gorra inglesa

También parece evidente que el personaje Eugenio Revilla, ese ex policía retirado que arregla asuntos previo pago y tiene contacto con las altas esferas, es una copia (gorra estilo inglés incluida) del famoso Villarejo. Aunque algunos agentes no han quedado contentos, es cierto que la serie trata varios temas que llevan siendo denunciados de forma histórica en la Policía. Uno de ellos es lo lamentable de las instalaciones policiales. No es ningún decorado de película: el complejo policial de Moratalaz, base de la UIP entre otros, es realmente así de decrépita, como lo son tantas comisarías de España. «Cuidado con la silla, que te la pegas», le dice un agente a otro de los personajes porque es así: sillas viejas, goteras, paredes desconchadas... Eso sí es real, como lo es el tabú que rodea a la depresión, que sobrevuela en otro de los personajes.

Una agresión como en las “Marchas de la Dignidad” de 2014

Un estado anímico bajo en el que puede influir la presión con la que trabajan a diario, siempre en situaciones de riesgo, los insultos y escupitajos que tienen que soportar (a lidiar con ello no se aprende en Linares), y el estar destinado en una ciudad lejos de tu familia; algo que también se percibe en la ficción cuando uno de los personajes no contesta a su mujer al móvil y otro se va seis días fuera con un niño recién nacido. Hasta el incidente que propicia esa escena de violencia fuera de lugar con unos hooligans franceses tras el dispositivo policial de un partido de Champions es también demasiado parecida a la realidad: ocurrió en marzo de 2014 tras las denominadas «Marchas de la Dignidad». Un grupo de radicales lograron quitarle el casco de una patada en la cabeza a un agente del Puma 70 y aprovecharon para patearle y hasta golpearle con una señal de tráfico arrancada. Tuvieron que ponerle once grapas en la cabeza.

Un policía fue apaleado en las marchas de la Dignidad de marzo de 2014. Le tuvieron que poner once grapas
Un policía fue apaleado en las marchas de la Dignidad de marzo de 2014. Le tuvieron que poner once grapasLa RazónLa Razón

Sanción de Régimen Disciplinario

También es real esa “hermandad” entre compañeros cantando el himno en las comidas de empresa y las banderas y pegatinas en los despachos del grupo (no en los furgones). Y, aunque es cierto que Asuntos Internos investiga a policías “corrompidos”, entre otros, llevan otro tipo de investigaciones más complejas. El incidente del desahucio en la vida real se hubiera traducido en una “información reservada” abierta por el jefe de la UIP, donde tomaría declaración a los intervinientes (no los grabaría en vídeo) y, si viera alguna anomalía, podría dar parte a Régimen Disciplinario, que aplica sanciones a nivel interno. El broche final es ese barco, el famoso “Piolín”, al que destinan a los personajes, como en la famosa “operación Copérnico”, desarrollada para tratar de impedir el referéndum ilegal del 1-0 de 2017 en Cataluña.