José Manuel Villarejo

Villarejo, en sus horas más bajas

El ex comisario cumple tres años preventivo y atraviesa los peores momentos en prisión desde que le registraran su celda la semana pasada. En junio sufrió la pérdida de un hermano a causa de la covid

El excomisario José Manuel Villarejo, en una entrevista en La Sexta
El excomisario José Manuel Villarejo, en una entrevista en La Sextalarazon

Dicen que no le cogieron mucho más que un cuaderno en el que detallaba algunos puntos de operaciones policiales en las que había participado.

José Manuel Villarejo Pérez, el polémico ex comisario de la Policía Nacional, no esperaba que sus compañeros de Asuntos Internos –en una operación dirigida por la Fiscalía Anticorrupción de la Audiencia Nacional–, entraran en la prisión de Estremera el pasado viernes 23 para registrar su celda.

Al parecer, el ex comisario, no se lo tomó muy bien. También entraron en su casa de Madrid y (lo peor de todo para él) detuvieron a su mujer Gemma Alcalá, aunque el juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón, finalmente la ha dejado en libertad contra el criterio de Fiscalía.

Eso sí: le ha impuesto como medidas cautelares la comparecencia quincenal en sede judicial y le ha retirado el pasaporte. El mismo día también detuvieron a dos supuestos colaboradores suyos, que habría conocido en la prisión de Estremera y que podrían haber facilitado información a exterior durante sus permisos.

Se trata de Javier Ruiz Cubero, un funcionario de prisiones que se pasó «al otro lado» y decidió atracar bancos y habría coincidido durante un tiempo en el módulo con Villarejo. También allí habría pasado una temporada el tercero en discordia: Alfonso Pazos, un abogado (y ex militar) para el que el juez sí decretó prisión incondicional al apreciar suficientes indicios de que comercializó con informaciones de Villarejo por cifras millonarias.

Al ex comisario, de 69 años, se le acumulan las causas judiciales y su estado de salud, según fuentes de la prisión, no es bueno debido a sus problemas coronarios. «Lleva un tiempo más cansado de lo habitual, ha perdido bastante peso, ya son casi tres años dentro y todo esto del covid no ha ayudado», explica un funcionario.

Tres años en prisión

El próximo 17 de noviembre, Villarejo cumplirá tres años en prisión preventiva y, aseguran desde dentro, «su día a día más difícil que el resto de presos, aunque parezca lo contrario». Es cierto, según aseguran las mismas fuentes, que el ex comisario ha gozado del algunas concesiones como una celda de uso particular en lugar de compartida (al menos, ha sido así la mayor parte del tiempo) dado lo sensible de la información que guarda en el interior, con miles de folios de los sumarios de todos los procedimientos judiciales en los que está inmerso.

«Aquello parece una biblioteca. Tiene una estantería con torres de folios: ya no le caben más», explican. Sin embargo, para otro tipo de cuestiones, aseguran que «pesa» ser quien es. «Él reclama algo y tardan un mes en contestarle, en vez de una semana», explica otro funcionario. «Por ejemplo, una vez su mujer le dejó una medicación natural y tardaron no sé cuántas semanas en dársela. Lo que hacen con él es una aberración, se nota que lo hacen para fastidiarle». Hace menos de un mes Villarejo salió a una de las muchas consultas médicas que tiene por sus problemas de salud. Al regresar, el protocolo marca que los internos mantengan una cuarentena por el riesgo al que han estado expuestos a poder contraer el covid. «Si el protocolo marca equis días, pues él está el doble», aseguran.

«Es peleón y lo paga»

Dicen que el ex policía es un interno molesto porque «pelea mucho» sus derechos y, en ocasiones, sus victorias, han repercutido de forma positiva para el resto de la población reclusa del centro. «Consiguió que las llamadas a los abogados fueran ilimitadas y que no computaran dentro de la decena de llamadas semanales que pueden hacer a la familia.

Él, con la de casos pendientes que tiene, las gastaría todas solo es eso y logró que computaran aparte. Ahora todos los presos disfrutan del mismo derecho». Aunque Villarejo es «peleón» con la dirección del centro, con los funcionarios el trato es exquisito.

«Es muy educado, si tienes que hacerle un cacheo no se queja y no es un hombre que se haga notar. Casi todo el tiempo está solo». El 80% del tiempo que pasa fuera de su celda lo emplea en la biblioteca. Allí, aseguran, pasa las horas escribiendo en libretas (ahora confiscadas por la Policía) y trata de andar por el patio, donde coincide con el medio centenar de presos de su módulo de funcionarios.

Y, si la semana pasada no fue fácil para el ex comisario, tampoco lo han sido los últimos meses. Además del shock que le ha supuesto la detención de su mujer, Villarejo lleva unas semanas más preocupado de lo normal.

La muerte de su hermano el pasado verano a causa del coronavirus le afectó mucho y se quedó «muy tocado», explican desde Estremera. También lo pasaba mal, según las mismas fuentes, cuando (antes de la pandemia) recibía la visita de su hija menor a la cárcel. «La chica siempre se iba llorando y él se quedaba unos días muy afectado». Ahora, desde que se suspendieron las visitas a prisiones por el coronavirus disfruta de las videollamadas, como el resto de presos. Eso sí, sabe que tiene todas las comunicaciones intervenidas.