ETA
Los renglones torcidos de Dios en Lemona
“Las manifestaciones del sacerdote son nauseabundas y heladoras”
El documental de Iñaki Arteta titulado “Bajo el silencio” ha vuelto a recordarnos que la Iglesia Católica en el País Vasco no solo ha mirado para otro lado durante más de medio siglo de terrorismo, sino que formaba parte de esa estructura social e ideológica de apoyo que toda banda terrorista necesita para sobrevivir.
Después de décadas de silencio, ahora en la segunda parte del partido, con una ETA derrotada y humillada, empieza la labor de blanqueamiento. El objetivo es retorcer la historia con lo que llaman memoria, que no es otra cosa que reescribir el pasado con los intereses del presente, y en especial normalizar las atrocidades de ETA y el sufrimiento de sus víctimas. “Aplaudir que se pudiera matar a un guardia civil”; “si te pones en un bando merecido lo tenías”; “te alegras, porque su merecido se lleva”; y considerar que “debería haber más pintadas por los presos de ETA” son algunas de las doctrinas que la Iglesia Católica predica en Lemona (Vizcaya), y que se seguirán escuchando porque no están dispuestos a cesar a este cura de sus labores en la parroquia.
Lo fácil, y cobarde, como ya ha hecho este párroco, es pedir perdón y continuar como si nada, sin asumir responsabilidades y sin poner remedio a esta enfermedad crónica que corrompe sociedades y debilita a la democracia. La miseria moral de la Iglesia Católica en el País Vasco y la equidistancia con las víctimas infringen más dolor a la herida.
Las manifestaciones de este sacerdote, que creo que no va a ir al cielo, por muy nauseabundas y heladoras que puedan ser, debemos de analizarlas más allá de lo verbalizado y pensar en la cantidad de “párrocos de Lemona” que hay y ha habido en el País Vasco y Navarra, cuantas veces se negó la fe por motivos ideológicos de odio al familiar o ser querido del asesinado.
Y, sobre todo, como de grande es la semilla del mal del nacionalismo independentista vasco que es capaz de corromper la dignidad de un Ministro de Dios.
Son muchas, demasiadas, las veces que hemos escuchado que a las víctimas de ETA en el País Vasco y Navarra había que enterrarlas en secreto, o que muchos sacerdotes se negaban a darles sepultura, pero ver y oír a este párroco es, sin duda, una nueva entrega de la “socialización del sufrimiento” que tiende a ser eterno.
Una vez más el pasado no pasa para las víctimas del terrorismo, la memoria solo la recuerdan los asesinos y palmeros de ETA que intentan reescribir la historia. Ayer comulgábamos en el País Vasco y Navarra, y hoy todos somos aún más conscientes de que los renglones torcidos de Dios (en Lemona, Vizcaya) son, en verdad, muy torcidos.
Víctor Valentín Cotobal, Vicepresidente de la Asociación Dignidad y Justicia.
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