Atentado en Barcelona

17-A: un juicio sin autores materiales ni «cerebro»

La Audiencia Nacional juzga desde hoy los atentados de Barcelona y Cambrils: la Fiscalía no imputa los 16 asesinatos a los tres acusados, pero sí lo hacen las asociaciones de víctimas

Youssef Aalla, uno de los miembros de la célula yihadista, murió en la explosión de Alcanar mientras los terroristas manipulaban los explosivos
Youssef Aalla, uno de los miembros de la célula yihadista, murió en la explosión de Alcanar mientras los terroristas manipulaban los explosivoslarazon

La tarde del 21 de agosto de 2017, cuando los Mossos abatieron al terrorista Younnes Abouyaaqoub en un camino rural del término municipal de Subirats, en la comarca barcelonesa del Alto Penedés, desaparecía el último de los autores materiales de los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils. Abouyaaqoub, que murió mostrando a los agentes un falso cinturón de explosivos al grito de «Allahu Akbar» (Alá es el más grande), había asesinado cuatro días antes a 14 personas a quienes arrolló con una furgoneta en Las Ramblas (luego mataría a una más en su huida por el centro de la ciudad condal).

En la madrugada del día siguiente, otros cinco integrantes de la célula intentaron una nueva masacre en el paseo marítimo de Cambrils (Tarragona), primero con una furgoneta y luego armados con cuchillos y un hacha, causando otra víctima más. Horas después, Mohamed Hichamy, El Houssaine Abouyaaqoub, Omar Hichamy, Said Aalla y Moussa Oukabir (hermano de uno de los acusados y entonces menor de edad) resultaron muertos en un enfrentamiento con los Mossos cuando iban también provistos de chalecos explosivos simulados. En total, en ambos ataques terroristas fallecieron 16 personas y otras 140 sufrieron heridas.

Ya el día anterior a los atentados del 17-A, una explosión en la casa de Alcanar (Tarragona) donde la célula llegó a almacenar entre 200 y 500 kilos de material explosivo provocó la muerte del considerado «cerebro» de las acciones terroristas, el imán de Ripoll Abdelbaki Es Satty, cabecilla y líder espiritual del grupo terrorista, quien a partir de 2015 habría adoctrinado en el radicalismo yihadista a una decena de jóvenes de origen marroquí entre los que se encontraban los seis autores materiales de la masacre y Youssef Aalla, también fallecido en la deflagración de Alcanar y hermano de uno de los terroristas de Cambrils.

Tres años después de esa matanza, la Audiencia Nacional juzga desde hoy esos atentados, pero en el banquillo no se sientan por tanto ninguno de los autores materiales ni el «cerebro» de los mismos. Eso no quiere decir que las acusaciones no les imputen los asesinatos. La Fiscalía no lo hace, al igual que la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona, pues considera que no estaban al tanto de los planes terroristas, pero sí la AVT, la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo y el Consistorio de Cambrils, que solicitan al tribunal –que preside el magistrado Alfonso Guevara, que ya integró hace trece años el del juicio del 11-M y que, además, se encargará de redactar la sentencia– que imponga a dos de ellos la prisión permanente revisable. En este proceso también ejercen la acusación 24 acusaciones particulares en representación de un centenar de víctimas.

Ante el tribunal se sientan Mohamed Houli Chemal –único superviviente de la explosión de Alcanar–, Driss Oukabir (que alquiló la furgoneta utilizada en el atentado de Las Ramblas) y Said Ben Iazza, que facilitó la furgoneta en la que se trasladaron los explosivos y la documentación personal con la que se adquirieron los productos químicos necesarios para confeccionarlos.

Para el primero, la Fiscalía solicita una condena de 41 años de prisión, por formar parte supuestamente de «una célula criminal local» seguidora de los postulados del Estado Islámico y reunida en torno al fallecido imán de Ripoll. Algo menos, 36 años de cárcel, reclama la fiscal Ana Noé para Oukabir, quien en el último momento habría decidido no sumarse al plan criminal. A ambos les imputa delitos de pertenencia a organización terrorista, tenencia de explosivos y conspiración para cometer un delito de estragos terroristas.

Al último, Ben Iazza, el Ministerio Público lo considera un mero colaborador de la célula, por lo que rebaja su petición de condena a ocho años de prisión.

Ceremonia del «no retorno»

Por la sala de vistas de la sede de la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares (Madrid) comparecerán hasta el próximo 16 de diciembre (cuando está previsto que el juicio quede visto para sentencia) más de 200 testigos (la mayoría mossos y víctimas, incluidos tres testigos protegidos) y otros tantos peritos. Las testificales, según fuentes jurídicas, se agruparán en tres bloques: los relativos a la vivienda de Alcanar, al atentado de Las Ramblas y al perpetrado en Cambrils horas después.

Los hechos que se juzgan están en la mente de todos, pero la Fiscalía detalla lo sucedido en su escrito de conclusiones provisionales. Sobre las 16:50 del 17 de agosto –recuerda la fiscal Noé– Younnes Abouyaaqoub invadió a gran velocidad y zigzagueando el paseo central de Las Ramblas con una Fiat Talento, «arrollando a las personas que por allí caminaban» y deteniéndose «cuando ya le fue imposible avanzar». Ochocientos metros que fueron suficientes para dejar un balance letal: 14 personas muertas y 131 heridas.

Una hora después de que Abouyaaqoub arrollara a los viandantes en el céntrico paseo barcelonés, tras comprar varios cuchillos y un hacha los cinco terroristas de Cambrils quemaron su documentación personal en el término municipal de Riudecanyes (Tarragona). Era la ceremonia del «camino de no retorno». Siete horas después sembraban el terror en el paseo marítimo de Cambrils, donde tras atropellar a varios viandantes a bordo de un Audi y colisionar con su vehículo contra un control policial de los Mossos, emprendieron la huida armados con cuchillos y un hacha y portando cinturones-bomba simulados, hiriendo a varias personas que se encontraron a su paso.

Los integrantes de la célula configurada en torno al imán de Ripoll habían tomado la determinación de atentar en una reunión clave celebrada en mayo de 2016, durante el Ramadán, en un parque de Ripoll, en la que Youness Abouyaaqoub, Youssef Aalla y Mohamed Hichamy comunicaron al resto de la célula que «querían derrumbar con explosivos la Sagrada Familia».

La Alhambra y el Clásico

Pero no fue el único objetivo que barajaron a tener del rastro de sus búsquedas en internet desveladas en la investigación. Desde principios de julio, mes y medio antes de los atentados, se sucedieron las consultas de información sobre diferentes embalses como el pantano de Riudecanyes (219 búsquedas ) y referentes a iglesias en Valencia, la base aérea de Zaragoza, la Alhambra de Granada (104 búsquedas); la popular fiesta de la Tomatina de Buñol (106) y la Audiencia Nacional (125 ). En esas mismas fechas se interesaron por Barcelona-Manchester United del 27 de julio y por el Clásico entre el equipo azulgrana y el Real Madrid en la final de Supercopa de España.

En la vivienda de Alcanar, la célula yihadista llegó a almacenar, además de 200 a 500 kilogramos de explosivos, 19 remedos de granadas de mano, una faja bomba y 104 bombonas de butano y propano. Con ellas, según concluyó el juez instructor, Fernando Andreu, en el auto de procesamiento, los terroristas pretendían «amplificar el efecto del explosivo» e incrementar el volumen de metralla con «bolas de fuego», lo que habría disparado el número de víctimas.