Juicio 17-A
Una víctima del atentado de Las Ramblas: “Por la velocidad a la que venía el furgón no pude reaccionar”
La mujer, que resultó herida, asegura al tribunal que por el “miedo y pánico” que sufrió no ha vuelto a pisar el céntrico paseo barcelonés, donde trabajaba en un hotel: “Mi vida cambió”
Una víctima del atentado de Las Ramblas del 17 de agosto de 2017 ha relatado hoy entre sollozos al tribunal que juzga los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrios, en los que 16 personas murieron y 140 resultaron heridas, que desde ese día no ha vuelto a pisar el céntrico paseo barcelonés “por el miedo y el pánico” que sufrió en esos minutos en los que el terrorista Younnes Abouyaaqoub fue arrollando a los peatones con una furgoneta haciendo zigzags.
Carmen J. Romero, que ha declarado como testigo en la tercera sesión del juicio que se celebra en la Audiencia Nacional, ha recordado que a las cuatro de la tarde del 17-A se disponía a cruzar, acompañada de una amiga, un semáforo de las Ramblas, donde trabajaba en un hotel, tras terminar su jornada laboral. “Salía de mi trabajo para irme a mi casa -a relatado entre lágrimas- cuando estaba el semáforo en rojo para los coches”. En ese momento, ha añadido, escuchó “al furgón blanco que pega una aceleración muy fuerte”, pero no se dio cuanta aún de que “venía hacia los peatones que íbamos a cruzar la calle”.
“Por la velocidad a la que venía no pude reaccionar al momento, sino que cogí a mi amiga con el brazo y la aparté porque el furgón ya le llegó a ella y le pegó con el retrovisor en la frente y ella me fue jalando (tirando) a mí”. “Cayó ella al suelo, caí yo también y ya no supe más porque la gente comenzó a pisotearnos tanto a ella como a mí, porque tenían miedo y querían salir corriendo de ahí”.
La mujer quedó inconsciente unos segundos y cuando se levantó, Abouyaaqoub aún seguía con su carrera asesina. “Lo único que vi alrededor fue demasiada gente acostada en el suelo y cuando me levanto veo al furgón -ha asegurado entre sollozos visiblemente nerviosa- que todavía va todo recto a las Ramblas haciendo zigzag y llevándose peatones por las Ramblas”.
En ese momento, ha rememorado con esfuerzo, se quedó en shock “de ver lo que estaba pasando”. “Vi a mi amiga que todavía estaba tumbada en el suelo y reaccioné enseguida y la cogí con mi pierna y mi brazo y le miré la frente, que la tenía toda hinchada” y “el hueso desasido”. “Le digo tranquilízate y me la llevé a la tienda de la esquinita de la Rambla a la que corrían la mayoría de los heridos”.
La testigo ha contado que después le llevaron al hospital, donde le vendaron un pie y una mano y fue atendida psicológicamente. Las secuelas, ha explicado, al tribunal, todavía perduran. “Estuve hasta febrero sin trabajar ni poder salir de casa. Me daba pánico salir. No quería ver a nadie. Ya no podía confiar en nadie después de ver que una persona pudo en ese momento haber hecho tanta maldad”, ha relatado con una gran congoja.
“A mí mi vida me cambió un montón. Hasta el día de hoy -ha revelado- no he pisado las Ramblas por el miedo y el pánico”. Además, continúa con medicación -ha dicho-, al tiempo que ha lamentado que con el juicio y su declaración ha tenido que “volver a recordar otra vez lo que ya iba olvidando, aunque lo tengo dentro”. “Yo era una persona sana, pero en el momento que me pasó eso, los nervios... No soy el 100% que yo era antes”, ha lamentado.
En su escrito de acusación, la fiscal Ana Noé recuerda que el 17 de agosto de 2017 Younes Abouyaaqoub se dirigió con una furgoneta Fiat Talento hacia la ciudad de Barcelona, donde sobre las 16:50 horas se incorporó a Las Ramblas desde la calle Pelayo, próxima a la Plaza de Cataluña, “entrando a gran velocidad y zigzagueando por el paseo central no transitable y de uso exclusivo para peatones”, causando daños en un quiosco y "arrollando a las personas que por allí caminaban, deteniéndose cuando ya le fue imposible avanzar, a la altura del Pía de la Boquería, encima del mosaico de Joan Miró, a la altura del número 73″. En un trayecto de 800 metros, el terrorista provocó la muerte de 14 personas y dejó heridos a 131 viandantes.
En su huida, el terrorista asesinó con un arma blanca a otra persona para apoderarse de su vehículo. Cuatro días después, sería abatido por los Mossos en un camino rural del término municipal de Subirats.
En el interior de la furgoneta los agentes localizaron el pasaporte de Mohamed Houli -uno de los tres acusados que se sienta en el banquillo, para quien la Fiscalía pide 41 años de cárcel, aunque no le imputa los asesinatos-, el NIE de Younes Abouyaaqoub, el contrato de alquiler de la furgoneta de la empresa Telefurgo a nombre de Driss Oukabir (otro de los acusados, que se enfrenta a una petición fiscal de 36 años de cárcel) y diversas súplicas manuscritas por Abouyaaquob que alentaban a la Yihad.
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