Chalet de Galapagar
«Nunca agredimos a la Guardia Civil en la casa de Pablo Iglesias. Somos cabezas de turco»
Eran las 17:30 de la tarde. Ascensión y Ana se encontraban en las inmediaciones de la vivienda del vicepresidente en La Navata cuando estalló el enfrentamiento. Ésta es la versión de las dos mujeres para las que la Fiscalía pide penas de seis meses y un años de cárcel respectivamente. ¿Qué ocurrió realmente?
Ana y su madre Ascensión –o Chon, como la conocen sus seres queridos– nunca pensaron que aquella tarde tranquila de octubre se iba a convertir en su peor pesadilla. Eran las 17:30 del viernes 30 de octubre y ambas iban en coche por La Navata, donde tiene su casa Pablo Iglesias, cuando vieron a dos amigas de la madre de familia, Concha y Mamen, y decidieron pararse en el parking cercano a la vivienda del vicepresidente del Gobierno. «Cuando aparqué, vi que la Guardia Civil agarraba por el brazo a Concha y fui corriendo para allá para ver qué está pasando», relata Chon. Y fue en este momento cuando se produjo el altercado en el que no coinciden la versión de los agentes con el de las dos mujeres.
Según ellas, en cuanto se aproximaron para auxiliar a su amiga, los agentes «se abalanzaron» contra ellas. «No había ningún control, no existía perímetro de seguridad. Yo salí corriendo del vehículo, tan rápido que hasta me dejé la mascarilla en el interior. Había unos nueve agentes. Uno de ellos comenzó a empujarme para impedir que me acercara a Concha. Me pisaba los pies, yo iba retrocediendo, pero él aumentaba el paso y yo me caía para atrás. Me tenía incluso que agarrar a él para evitar acabar en el suelo. Le decía una y otra vez que parara, que dejara de hacer eso, pero no me escuchaba», detalla Chon que, junto a su hija, reside en Galapagar. Acorde con la explicación de esta mujer de 59 años, otro agente se puso a su izquierda y comenzó también a bloquearla y empujarla.
«Fue horrible. Claro que en varias ocasiones he ido hasta allí para protestar pacíficamente contra Pablo Iglesias, pero nunca hemos hecho nada ilegal, solo apostarnos frente a la vivienda con banderas de España. Eso no es ningún delito», argumenta. Por eso, Chon sabe que era extraño que a esa hora hubiera una decena de guardias civiles, porque normalmente éstos llegan sobre las siete de la tarde que es cuando la gente acude a manifestar su desacuerdo con Iglesias. «Allí hay siempre una garita de Policía Nacional, pero ellos no intervienen. Es la Guardia Civil la que, sobre esa hora, pone un perímetro de seguridad, un cordón, para alejarnos a los cuatro viejos que vamos allí de vez en cuando. Pero aquella tarde, a esa hora, no había ningún perímetro de seguridad, como alegan en su declaración los agentes», reivindica Chon.
Y es que, según la Fiscalía de Madrid «los agentes, uniformados y debidamente identificados, se disponían a establecer el perímetro de seguridad cuando ambas mujeres mantuvieron una actitud de absoluto desprecio a la labor de los agentes, impidiéndoles el cumplimiento de la función encomendada, desobedeciendo de forma reiterada las indicaciones claras que los mismos les daban en relación a que retrocedieran en la vía pública y despejaran el perímetro».
«Eso es completamente falso, lo que han querido es utilizarnos como cabezas de turco. La Guardia Civil se ha inventado todo. Tampoco es cierto que les agrediéramos ni que les insultáramos», añade la mujer. Ana, su hija, suscribe sus palabras y apostilla sentirse completamente desamparada ante «las mentiras de los agentes». «Cuando vi lo que estaban haciendo a mi madre me dirigí hacia ellos y les pedí que pararan. Pero estaba claro que iban a por nosotras. Dicen que yo les insulté, que les pegué con el bolso y es absolutamente falso. Además, el bolso me lo había dejado en el coche con las prisas, así que es imposible que lo utilizara», afirma la joven de 34 años.
Según ella, «saben que se han pasado tres pueblos con nosotras y tienen que justificar de algún modo su mala acción. Es más, a mí me tiraron al suelo en dos ocasiones, se pusieron encima para inmovilizarme. Yo les decía que me dejaran ir con mi madre, porque veía cómo ella se estaba poniendo fatal al verme así. ''Te voy ya dar la última oportunidad'', me dijo un agente. ¿Oportunidad de qué?, me preguntaba yo», recuerda Ana, que tuvo oportunidad de grabar lo ocurrido hasta que en un momento dado su madre se desmayó y acudió en su auxilio.
«En un momento dado, me desplomé y no recuerdo nada más. Me cuentan que me quedé tendida en el suelo y que ni siquiera se dignaron a llamar a una ambulancia», dice Chon. Su hija recuerda que tenía mucho miedo de que le hubiera pasado algo a su madre: «No reaccionaba, tuvo que salir un vecino a traerla una manta. Estuvo un buen rato sin conocimiento. Fue horrible».
«Mentiras para justificarse»
Según el Ministerio Público, que recoge el testimonio de los agentes, ellas «se aproximaron gritándoles a escasos centímetros de sus rostros, prescindiendo del uso de la preceptivas mascarillas e incluso les propinaron golpes con las manos en el pecho motivo por el cual, los agentes, tras informarles de las consecuencias legales de su comportamiento, comenzaron a avanzar con los brazos extendidos, empleando la mínima fuerza indispensable para desplazarlas y conseguir finalmente que despejaran la zona».
En su relato, también consta que Ana «trató de acceder de nuevo a la zona de seguridad con la intención de aproximarse a la vivienda» y que fue en este momento cuando «fue interceptada por un agente quien le cortó el paso, cayendo ésta al suelo, momento en que la misma, al tiempo que le decía “hijo de puta”, intentó agredir con el bolso al agente en el rostro, golpe que este esquivó, tras lo cual, la acusada le lanzó patadas que impactaron en las botas y tibias del citado agente, sin causar lesión alguna».
«Es todo falso, yo no me aproximé en ningún momento a casa de Pablo Iglesias. Se lo han inventado todo. No agredí a nadie, no pegué a nadie. Siento una gran frustración por todo esto, por saber que están mintiendo para inculparnos», lamenta Ana.
Dos días después del altercado, fueron convocadas al cuartel de la Guardia Civil para prestar declaración. «No testificamos porque teníamos claro que nos querían culpar por algo que no habíamos hecho. Los días 4 y 5, prestamos declaración ante la magistrada del Juzgado de Villalba. Ella estaba de parte de los agentes, es hija y mujer de guardias civiles, así que tengo claro que tenemos poco que hacer. No nos iba a creer. Basó todo su interrogatorio en el perímetro de seguridad y nosotras insistíamos en que no existía tal cordón», aclara.
Ambas están citadas a juicio para el próximo 24 de noviembre en el Juzgado de los Penal número 7 de Madrid. A Ascensión le imputan un delito de desobediencia contra los agentes de la autoridad, que conlleva una pena de prisión de seis meses y la inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena. Por su parte, contra Ana argumentan un delito de atentado a los agentes y otro de leve maltrato de obra, que se traduce en una pena de prisión e un año y una pena de multa de tres meses con una cuota diaria de 8 euros. «Sé que nos condenarán. No iremos a la cárcel, pero la multa económica me da miedo porque no sé cómo poder pagarla en la situación económica que estamos», dice Ana. «A mí ya me han quitado las ganas de vivir», sentencia Chon.
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