Alianzas
Iglesias empodera a la “coalición bis” de Bildu y ERC
Pese al malestar en el socialismo tradicional, Sánchez deja hacer al vicepresidente que teje sus alianzas con Bildu y ERC como nuevos socios preferentes
La negociación de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) dicen que ha sepultado al vicepresidente Pablo Iglesias como «el rey del mambo», para desesperación del PSOE y de la cuota socialista del Gobierno de coalición. Aunque sólo sea desde el punto de vista de la comunicación y de la estrategia, Iglesias ha hecho ver que le ganaba todos los pulsos al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Y de la misma manera que ha controlado la negociación presupuestaria, ahora también tiene en su mano el control de la agenda electoral en Cataluña para avanzar en la misma fórmula con la que sueña en el País Vasco, el tripartito con socialistas y con Bildu o ERC.
Bildu y ERC son piezas fundamentales en la ecuación de los morados porque cuanto más fuerte esté el independentismo y los nacionalistas, más debilidad tendrá el PSOE en este tablero político en el que los números no le dan de ninguna manera sin contar con el partido de Oriol Junqueras.
En las filas socialistas esperan que la aprobación de los PGE de 2021 les permita liberarse en parte del lastre de Iglesias. Pero el proyecto de Moncloa tiene otro recorrido a largo plazo en el que la «centralidad» de la que hablan en el PSOE no aporta beneficio hasta que no llegue el momento de ir a un examen electoral. El jefe del Ejecutivo sigue confiando en su capacidad de representar papeles distintos, incluso contradictorios, sin que esto descoloque a su electorado.
Así, Moncloa ha permitido que los Presupuestos sean una carta de presentación de ERC ante la campaña catalana, dando incluso alas al victimismo de ese argumentario que justifica la ruina propia en la competencia desleal de Madrid. Un discurso, hay que decirlo, que, por cierto, comparten otras comunidades autónomas gobernadas por el PP, aunque estén obligadas a callar para no romper la unidad del discurso del partido.
Los sondeos que manejan los partidos coinciden en confirmar la disputada pelea entre ERC y JxCat por el primer puesto en las próximas elecciones. Con un independentismo que refuerza su mayoría, aunque siga sin llegar al 50 por ciento del voto. Las perspectivas para los «comunes» apuntan al estancamiento, mientras que Vox puede ser la gran sorpresa de estos comicios, previstos para febrero, por su irrupción por primera vez en la Cámara catalana. Hasta ahora, no hay encuesta que no confirme que los tres partidos independentistas volverían a conseguir una mayoría absoluta en las dos horquillas de la estimación. Aunque también dejan abierta la puerta a la posibilidad por la que suspiran Sánchez e Iglesias, la de una mayoría alternativa que sume a ERC, al PSC y a los «comunes». Pero siempre que estos últimos mejoren las expectativas y puedan consolidar las posiciones más altas que les otorgan algunos de los estudios demoscópicos. La mayoría independentista, con una CUP que también está al alza, cuadra en todo caso con mucha más facilidad que la otra alianza a la que han apostado todo en Moncloa, tras la estela del guion del líder de Podemos.
Mientras tanto, lo que preocupa en el socialismo al que manda callar la portavoz en el Congreso, Adriana Lastra, es el reforzamiento de la acción en común de la coalición «bis» en la que participan Podemos, Bildu y ERC, y que como bloque representan hasta 55 diputados del Congreso. Los tres vértices del triángulo comparten objetivos, el cambio de régimen, y saben que Sánchez les necesita para mantenerse en La Moncloa. Iglesias ha jugado inteligentemente desde su debilidad política y orgánica para convertir precisamente en fortalezas sus flaquezas al unir fuerzas con Otegi y Junqueras.
Así, mientras que Sánchez va improvisando por el camino mientras enfila las curvas, la coalición «bis» trabaja a medio plazo bajo una estrategia clara: conseguir que tanto Bildu como ERC sean decisivos en la gobernabilidad del País Vasco y Cataluña. Los Presupuestos son sólo la excusa para ganar tiempo en esta operación que tan preocupado tiene al PNV y también al socialismo extramuros de Moncloa.
En todo este movimiento, los contenidos son menos importantes que la estrategia en sí misma. Yendo al fondo del asunto, las cesiones a ERC en la negociación presupuestaria tienen más valor en la forma que en la sustancia, pero las dos partes, Moncloa y ERC, juegan a disfrazarlo. Una, relativizándolo; la otra, exagerándolo. Igual que ha ocurrido hasta ahora con la mesa bilateral de negociación con Cataluña, que no ha llegado a convocarse, el Gobierno ha recogido sus compromisos fiscales con ERC en un conjunto de declaraciones de intenciones que habrá que ver cuándo y cómo se concretan. La pandemia dificulta la reforma fiscal y la armonización de la que hablan en su acuerdo exigiría hasta una modificación de la Ley Orgánica de la Financiación de las Comunidades Autónomas (LOFCA). Pero de la misma manera que el PSOE presume de ser capaz de engañar a los de Junqueras, en el partido independentista también sacan pecho por lo mismo. Y al tiempo, Ciudadanos se queda en tierra de nadie, en lo que Iglesias se ha apuntado un nuevo tanto estratégico.
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