El perfil

Varones, organizados, con pasaporte y contactos

Si durante la crisis de 2006 llegaron principalmente subsaharianos con lo puesto, ahora son magrebíes

Varios inmigrantes descansan en el muelle de Arguineguín tras ser rescatados por Salvamento Marítimo en Gran Canaria el pasado diciembre
Varios inmigrantes descansan en el muelle de Arguineguín tras ser rescatados por Salvamento Marítimo en Gran Canaria el pasado diciembreElvira Urquijo A.EFE

Esta nueva oleada migratoria que está sacudiendo a las Islas Canarias poco tiene que ver con la de «los cayucos de 2006». Se parece, si comparamos las cifras de llegadas, pero son distintas tanto desde el punto de vista de la gestión del Gobierno como del perfil de inmigrante que está arribando. Además, hay que situar el actual flujo migratoria en el contexto de pandemia.

La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) detectó en los últimos meses la presencia de un nuevo perfil de migrante que llega a Canarias: el del trabajador del sector turístico de países que han visto su economía «hundida» por la covid. Según señalan se trataría principalmente de senegaleses y marroquíes, que en su país eran «guías, taxistas o vendedores de la calle» y que con la pérdida del turismo por el Covid19 se han arruinado. En este sentido, la gran mayoría de las personas que han llegado hasta las islas en lo que va de año, son varones mayores de edad.

A diferencia de otras oleadas, se podría decir que son principalmente inmigrantes económicos ya que, en general, no huyen de un país en guerra, sino empobrecido y sin falta de oportunidades. No obstante, entre las cerca de 20.000 personas que han alcanzado Canarias también hay personas que está en situación de vulnerabilidad y son susceptibles de recibir protección internacional. Los hay que están llegando, por ejemplo, de Mali, Mauritania o Nigeria, entre otros.

Si hace unos años, la llegada a las Islas era principalmente de subsaharianos, ahora son magrebíes. Algo nunca antes visto en el archipiélago. Según cuentan fuente policiales, «están organizados y tienen contactos». Es decir, son personas que no quieren quedarse en España, sino que llegan a Canarias como primera escala para saltar a Europa o a la Península donde tienen familiares o amigos. Saben que las fronteras están cerradas debido a la pandemia y que no serán deportados por las autoridades española. Llegan con su móvil, un instrumento imprescindible ya que con él graban su viaje en patera y lo difunde, con él, además, compran su billete para ir a la Península, o incluso puede recibir una transferencia.

Debido a la falta de plazas de acogida en las Islas, les vemos en hoteles de los que salen y entran, una ubicación que no contribuye a fortalecer su imagen de vulnerabilidad ya que sorprende verles en el mismo lugar que a los turistas extranjeros.

Además, hay ahora mismo en las Islas, alrededor de 2.000 menores no acompañados (MENA). Al ser menores deben ser protegidos y son las comunidades autónomas las que tienen la obligación de tutelarles hasta que cumplan las mayoría de edad. Al igual que el resto de plazas de acogida de las Islas, desde enero, el Gobierno de Canarias está saturado. De ahí que se hayan puesto en marcha, con carácter urgente, hasta 21 centros.

Por otro lado, este flujo tan heterogéneo despierta temores entre algunos agentes de seguridad que advierten de que entre todos los que están llegando de manera irregular podría haber delincuentes comunes o, incluso, algunos que tengan lazos con grupos yihadistas.