Pandemia

Opinión: Divina Comedia

Varias personas pasean en parejas por el centro de Valencia antes de que entren en vigor las nuevas restricciones
Varias personas pasean en parejas por el centro de Valencia antes de que entren en vigor las nuevas restriccionesAna EscobarAgencia EFE

Vivimos en un permanente Día de la Marmota, anclados en un déjà vu que ha entrado en bucle. El mundo se cierra y nos encierra, y en el proceso se nos queda pequeño como nunca antes : confinamientos, toques de queda, restricciones, contacto social casi inexistente, cierres de fronteras, aislamientos, cuarentenas … y en medio de todo ello, ingresos hospitalarios, pruebas PCR, UCI colapsadas y cifras de muertos, un infierno al que nos estamos acostumbrando, y ya saben que la costumbre, en palabras de Shakespeare, es ese monstruo que devora todo sentimiento.

Parece que deambulemos entre la ficción y la realidad, y ya no sabemos cuál es una y cuál es otra. Nunca la línea que separa a ambas estuvo tan difuminada como ahora y cada día se desdibuja un poco más. Vivimos una realidad que nos trasladada al terceto que inicia el Infierno de la Divina Comedia de Dante Alighieri: “A mitad del camino de la vida, yo me encontraba en una selva oscura, porque mi ruta había extraviado”, y ahí parece que vivamos instalados desde hace un año.

En italiano suena más bonito: “Nel mezzo del cammin di nostra vita mi ritrovai per una selva oscura ché la diritta via era smarrita”, pero para el caso, es el mismo infierno. La Divina Comedia es una poesía épica y en ese género literario andamos inmersos.

Desde el 23 de enero de 2020, el viaje de nuestra vida está siendo un viaje lleno de los círculos, números, estancias y esferas que describió el poeta florentino. Conocemos las paradas a recorrer perfiladas por Dante para este viaje : infierno, purgatorio y paraíso. En eso estamos. Consuela ver la foto del final del trayecto en Wuhan donde la normalidad parece haber llegado. Qué ganas de llegar, y de llegar todos.