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Casado «deja hacer» a Ayuso por miedo electoral

Génova no desautoriza a la presidenta de la Comunidad de Madrid frente al motín de sus barones porque teme su influencia en el voto de Vox. Es su «gancho» en Cataluña

Pablo Casado ha decidido implicarse a fondo en la campaña catalana del 14-F
Pablo Casado ha decidido implicarse a fondo en la campaña catalana del 14-FDavid BorratAgencia EFE

La política sanitaria contra el coronavirus ha sido motivo para despertar el motín dentro del PP, aunque a Génova no le ha quedado más remedio que «dejar hacer» a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, por «prevención electoral». O, dicho de otra manera, por la influencia que ésta puede tener en el voto de Vox.

Queda mucho para el congreso regional del PP de Madrid, y ésta será la batalla decisiva, pero, de momento, Ayuso le está dando la vuelta a la situación y ha conseguido convertir sus debilidades en fortalezas, a costa de decisiones arriesgadas y de que dentro del PP se quejen de que hasta hace oposición a los suyos.

La gestión de la pandemia ha dejado ver deslealtades institucionales, descoordinación y, ahora, bajo la presión de la tercera ola, hasta competencia por ver quién queda mejor o tapa mejor sus errores.

En Génova cuentan que al líder nacional le «desespera» la estrategia de la presidenta madrileña que le hace sombra como jefe de la oposición con su política de confrontación con el Gobierno de Sánchez, y también en el liderazgo interno dentro del PP, por su pulso con el resto de barones. Ayuso va por libre, tiene su agenda, toma sus decisiones, y en Génova no están satisfechos con la situación, que no controlan, pero tampoco la van a cuestionar en público porque saben lo que se juegan.

Ayuso empieza a ser un fenómeno de masas entre el electorado de la derecha en Madrid, y en su partido toman nota porque les recuerda a la otra lideresa, Esperanza Aguirre, en sus mejores momentos. Y esto es lo que en parte explica los recelos crecientes en la dirección nacional a dejarle el control del PP regional.

Las declaraciones en «La voz de Galicia» del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, apuntando, y cuestionando, la estrategia sanitaria de Ayuso, han tenido un recorrido mediático importante, pero mucho más efecto interno. No fueron casuales y sirvieron para que dentro del partido se interpretaran como un clamoroso toque de atención: «La ha puesto en su sitio». Cosa que no pueden decir del presidente nacional del partido.

La cogobernanza se ha convertido en una competencia entre comunidades autónomas para beneficio de Sánchez, que, desde la barrera, puede decirse que se frota las manos mientras ve cómo los dirigentes autonómicos se enzarzan en discusiones y distraen de sus responsabilidades el foco de atención.

La autoridad de Feijóo

Feijóo, que sigue teniendo mucha autoridad y crédito en las filas de su partido, levantó la voz para decir lo que piensan otros barones, y de lo que alguno de ellos se ha quejado expresamente a Casado. Ayuso ha llevado la contraria a Sánchez en casi todo, y, en paralelo, también a los demás dirigentes territoriales de su formación. El último motivo de confrontación es su apuesta por modular las restricciones a la movilidadsin decretar el cierre de la hostelería, al contrario de lo que ha pasado en la mayoría de las comunidades, también del PP.

Pero, además de seguir su propia hoja de ruta, y los resultados serán los que dicten finalmente la razón, quizás han sido las formas lo que más ha molestado dentro del PP. A los demás barones, la política de Ayuso les crea un problema con sus sectores hosteleros, un agravio comparativo en el que ellos argumentan que, si han actuado así, no ha sido por capricho, sino para salvar vidas. «Estamos todos mordiéndonos la lengua y ella riéndose de todos», dice el mantra de los líderes territoriales.

La cogobernanza de Sánchez, para sacudirse el peso de la pandemia, habilita a las comunidades a tomar sus decisiones dentro del marco legal establecido por el Congreso de los Diputados. Y en este contexto de «sálvese quien pueda», las comunidades del PP se quejan, y miran a Casado, porque desde dentro del partido se les «ponga la zancadilla». «Madrid tiene una mayor capacidad de hospitalización en planta y UCI. Tiene un sistema sanitario más flexible, un centenar de hospitales públicos y privados, en una provincia más pequeña que una sola de otra comunidad. Tiene, además, una población más joven y menos población en residencias», denuncian.

En las conversaciones que Casado ha mantenido en estos días con sus presidentes autonómicos, éstos llegaron a la conclusión de que el líder popular había tomado la decisión de apostar firmemente por el criterio de salvar la salud por encima de cualquier otra consideración económica o política. Incluso entendieron que esta vez la dirección nacional estaba dispuesta a apoyar la revisión del actual estado de alarma si el Gobierno hubiera atendido la petición de las comunidades de rectificar el vigente para permitir el confinamiento domiciliario.

Ahora, con las elecciones catalanas marcando la agenda, Ayuso ha desembarcado en Cataluña, en una decisión que validan en Génova para ver si es útil para neutralizar el voto que pueda irse a Vox. La gran amenaza de los populares el 14-F.

Otros presidentes autonómicos han considerado, sin embargo, que, con la tercera ola de la pandemia en plena expansión, y los cierres perimetrales, no era conveniente abandonar la gestión de la comunidad para hacer campaña en Cataluña. Y en el PP catalán están viendo si pueden organizar una conferencia de presidentes telemática que apoye la candidatura de Alejandro Fernández.