Defensa

“Señoras y señores, se acabó la mili”: 20 años de una frase histórica

En 2001, el Gobierno del PP puso fin al servicio militar obligatorio y optó por unas Fuerzas Armadas profesionales

Varios jóvenes en su primer día de mili en 1999
Varios jóvenes en su primer día de mili en 1999IDELISATiempo

“Señoras y señores, se acabó la mili”. Estas palabras fueron pronunciadas un 9 de marzo de 2001 por el entonces ministro de Defensa, el popular Federico Trillo. Una frase histórica con la que se anunciaba que ya no habría más llamadas a filas y que el servicio militar obligatorio concluiría el 31 de diciembre de ese año.

El objetivo era claro: contar con unas Fuerzas Armadas profesionales, como las que ya tenían muchos países de nuestro entorno. Algo que, a día de hoy, es una realidad en España. Eso sí, todavía algunos han optado por mantenerla o por reinstaurarla con otro formato.

Muy lejos quedan ya las imágenes de jóvenes asustados tallándose, la tensión que se vivía tanto en los sorteos como en la incorporación a filas o los numerosos chavales que se apresuraban a pedir prórrogas por estudios para retrasar lo máximo posible su alistamiento.

Objetores, insumisos...

Al igual que la figura del objetor de conciencia o el insumiso. Todo eso desapareció casi de golpe hace 20 años para iniciar la construcción de un Ejército profesional que ese 2001 únicamente contaba con algo más de 75.000 efectivos voluntarios.

Pero la supresión de la mili comenzó a fraguarse mucho antes, concretamente en 1996, con el bautizado como «Pacto del Majestic». Fue un acuerdo con el que José María Aznar logró el apoyo de la ya desaparecida CiU de Jordi Pujol para ser investido presidente del Gobierno. Entre las condiciones estaba la supresión del servicio militar obligatorio, algo que se materializó cinco años después.

Jóvenes soldados comen en el cuartel durante su servicio militar obligatorio
Jóvenes soldados comen en el cuartel durante su servicio militar obligatorioL M GONZALEZTiempo

Desde entonces, los dos Ejércitos y la Armada han ido ganando en profesionalidad al tiempo que asumían más responsabilidades tanto en España como en el ámbito internacional. De hecho, a finales del siglo pasado la participación en misiones en el exterior era muy inferior a la actual, con cerca de 3.000 efectivos repartidos por todo el mundo en operaciones de todo tipo, mandando muchas de ellas. Algo impensable con soldados de reemplazo, como el centenar que, por ejemplo, se desplegó en 1990 en la guerra del Golfo.

Y es que la lógica de cara al futuro era aplastante: un Ejército profesional es mucho más efectivo que uno formado por jóvenes obligados que, según la época, estaban entre 9 meses y tres años alistados. En la práctica, incluso más, pues los militares profesionales se adiestran continuamente tanto para las misiones como para el uso de los modernos materiales con los que cuentan las Fuerzas Armadas, algo que con soldados temporales requería enseñarles para que a los pocos meses se marchasen.

Pero además, cada vez eran más los jóvenes que se declaraban objetores de conciencia o que alargaban como fuera las prórrogas, lo que mermaba mucho la capacidad de los Ejércitos de reclutar a nuevos soldados y cada vez la “reserva” de reclutas era menor.

Bien dimensionadas y adaptables

Hoy en día, en el Ejército de Tierra, el del Aire y la Armada hay más de 125.000 efectivos, además de unos 4.000 reservistas, por lo que no es necesario un reclutamiento extra de militares para cumplir con las misiones asignadas. Además, una de las claves de las Fuerzas Armadas actuales es la tan necesaria capacidad de adaptación, algo que sólo se consigue con un adiestramiento continuo. De ahí que los militares sean capaces de cambiar sus funciones casi sobre la marcha, como se ha podido comprobar en el último año con la pandemia del coronavirus.

Lo que sí que sigue estando en medio del debate es la denominada cultura de Defensa y la recuperación de unos valores cada vez más perdidos entre los jóvenes. De ahí que en los últimos años hayan surgido voces a favor de reinstaurar un servicio militar obligatorio con otro formato y, sobre todo, mucho más corto, como la mili de un mes que propuso el presidente francés, Emmanuel Macron.

Hace unos años ese debate volvió a reabrirse, pero desde el PP, el PSOE o Ciudadanos se dejó claro que “no sería viable” y que lo mejor era “dejar las cosas como están”, como apuntó en su día la ex ministra de Defensa María Dolores de Cospedal. La clave: potenciar la figura del reservista voluntaria para no tener que depender nunca de “militares obligados”.