4-M

Génova ve la antesala de un anticipo electoral

En la dirección del PP inquieta que Ayuso no logre una mayoría para gobernar la Comunidad de Madrid y teme que la acción de Iglesias sea el principio del adelanto de las generales

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ayer, en una rueda de prensa en la sede del Gobierno regional
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ayer, en una rueda de prensa en la sede del Gobierno regionalEmilio NaranjoAgencia EFE

La irrupción en campaña de Pablo Iglesias abre aún más la batalla por la Presidencia de la Comunidad de Madrid. En Génova crecieron ayer los nervios mientras que en la Puerta de Sol la inquietud por el resultado se transformó en un «venirse hacia arriba» ante el duelo que plantea el golpe en la mesa que ha dado el vicepresidente del Gobierno.

Para Isabel Díaz Ayuso era más cómodo un escenario en el que se jugara con la posibilidad de que se quedaran fuera de la Asamblea Ciudadanos y Podemos, por lo que esta nueva situación añade incertidumbre a unos resultados inciertos. Sí está claro que la campaña se disputará en términos de derecha frente a izquierda, por lo que Iglesias obligará a Ayuso a moverse hacia la derecha para ocupar todo ese espacio y limitar al máximo la influencia de Vox en el futuro gobierno de la región. De tal manera que el partido de Santiago Abascal no esté en condiciones de plantear exigencias de máximo nivel o si entrará en el Gobierno.

El PP tiene que reajustar su posición, igual que el PSOE, porque habían dado por hecho que Podemos estaba muerto. Y ahora es evidente que el grupo de Pablo Iglesias sí tendrá representación en la Asamblea. Si se unen a Más Madrid aumentan las posibilidades de escaños.

Si resultado del 4M replica el del años 2019, Podemos y Más Madrid suman 28 diputados. Si Ciudadanos desaparece, si se queda sin grupo, sus actuales 26 actas se repartirán y con que solo 4 de ellas vayan a la izquierda, podría gobernar Ángel Gabilondo: Con todo este encaje de cifras se movían ayer en la cocina demoscópica del PP, echando números sobre variables de escaños y sus consecuencias en la mayoría que necesita el PP para mantener la Presidencia regional. Ayuso necesita subir por encima de 55 escaños, que Vox crezca hasta 18 o 20 (ahora tiene 12) y que Ciudadanos tenga grupo (7) y esté dispuesto a volver a pactar con el PP después de la ruptura traumática del acuerdo. El PP cuenta con que Ayuso subirá de forma exponencial, pero dentro del partido también advierten del riesgo de dejarse cegar por ese espejismo.

Entran en terreno del todo o nada y la capacidad de movilización de Ayuso se fundamentará en el discurso ideológico y también en la utilización de su condición de oposición al Gobierno de coalición. En su equipo sostienen que la candidata sí tiene espacio para buscar voto en el centro porque ha roto con las banderas de las siglas con sus decisiones en materia sanitaria y económica. Apelan al voto de los madrileños que han visto cómo se salvaba su negocio gracias a su política contraria a hacer seguidismo de las decisiones de Pedro Sánchez. También aseguran que otra de sus fortalezas será presentarse como la única alternativa para evitar que se repita la coalición que ha dirigido el Gobierno de la Nación desde las últimas elecciones generales.

En Sol venden confianza. En Génova no están tan confiados. Pablo Casado tendrá una importante presencia en la campaña, pero la dirección principal la llevarán desde el equipo de la presidenta. Y Ayuso marcará el perfil al margen de que en la organización popular preocupe que su estrategia para mantener la Presidencia de la Comunidad afecte a las siglas en el resto del territorio.

El PP cuenta con que Iglesias sale a embarrar el terreno todo lo posible y el clima social no está para luchas de egos políticos. «Pero hay que salir a jugar el partido sin complejos», sentencian en el PP de Madrid. A Casado le preocupa perder el Gobierno regional y le preocupa también el liderazgo de Ayuso. Pero todavía más su posición en el Congreso de los Diputados y las consecuencias de este terremoto en la política nacional. En sus alianzas autonómicas, más inestables, y en la posibilidad de que esto sea el inicio de un adelanto de las elecciones generales, que sí que genera sudores fríos en la dirección nacional de partido.

Casado necesita tiempo para reconstruir su oposición, fortalecer su control del partido y echar agua sobre la herencia recibida, que durante meses seguirá juzgándose en los tribunales. Y en Génova huelen a adelanto electoral para el año que viene, como ya viene avisando el PNV desde hace semanas. Sin un mayor desarrollo de la crisis económica las expectativas de Casado de conseguir una mayoría para gobernar se acortan, y en su equipo saben que las próximas elecciones pueden ser su última oportunidad como candidato a La Moncloa.

Por tanto, Iglesias desestabiliza aún más el tablero madrileño, pero también ha introducido más incertidumbre en el futuro político de la actual cúpula popular. «En medio de tanto ruido puede ser que el único que gane sea Sánchez, aunque a corto plazo no se vea», sentencian en el Comité de Dirección del PP.