El candidato

Arrimadas se la juega y mantendrá a Aguado como candidato a las elecciones de Madrid

La líder de Ciudadanos hipoteca su futuro a lograr el escaño decisivo para condicionar el Gobierno de Ayuso. En el partido saben que si se quedan fuera de la Asamblea de Madrid, se precipitará su final

Arrimadas, ayer con Edmundo Bal, en sus escaños en el Congreso en la sesión de control
Arrimadas, ayer con Edmundo Bal, en sus escaños en el Congreso en la sesión de controlMariscal

El «mando» en Ciudadanos no está en condiciones de abrirse nuevas batallas internas ni de iniciar pulsos que puedan generar más conflicto y tensión. Y mucho menos de prescindir de ninguno de los pocos peones que dicen mantenerse fieles a la estrategia de Inés Arrimadas. Así, Ignacio Aguado, quien ha sido vicepresidente de Isabel Díaz Ayuso en su Gobierno regional, repetirá como candidato de Ciudadanos (Cs) en las elecciones de mayo, a pesar de los movimientos que han puesto en cuestión su candidatura e incluso el apoyo de la presidenta del partido.

Antes tiene que superar el trámite de unas primarias, donde se anuncia otra candidatura, y que se celebrarán en esta misma semana. Será una campaña exprés para avalar la nominación de Aguado.

La situación es tan crítica que dentro de la dirección naranja saben que en esta Legislatura su futuro se lo juegan por completo a la carta de conseguir el escaño decisivo, aquel del que dependa el futuro Gobierno de la Comunidad de Madrid. Si no es así, el partido tiene muy difícil aguantar sin que se lo lleve por delante, casi de manera inmediata, en cualquier caso, antes de las próximas elecciones autonómicas y municipales, el proceso de descomposición que se inició con el batacazo de las elecciones catalanas. Si Ciudadanos no consigue representación en la Asamblea de Madrid, el partido está abocado a su «muerte política» y su número uno tendrá que enfrentarse a la decisión de su dimisión.

Albert Rivera dimitió en noviembre de 2019. Las últimas elecciones autonómicas y municipales se celebraron en mayo de 2019, y bajo la dirección de Rivera la formación naranja negoció con Génova unos acuerdos post electorales en unos términos tan generosos hacia los populares que ni éstos se esperaban al inicio de las conversaciones.

En condiciones de exigir, porque sus escaños eran decisivos, Rivera dejó todo el poder territorial más simbólico en manos del PP. Y a esto hay que unir que hoy Cs tiene unas estructuras territoriales que Arrimadas, además, no controla porque forman también parte de la herencia recibida. Y lo mismo sucede con el grupo parlamentario.

La presidenta de Cs tiene nominalmente el liderazgo, pero el partido es como un campo de batalla, con «señores de la guerra» repartidos por las comunidades autónomas y que ni siquiera tienen la seguridad de controlar a sus ejércitos en sus respectivos Parlamentos o en los Plenos municipales.

Arrimadas se mueve casi a ciegas ante los golpes territoriales, como el que se vivirá en Castilla y León este lunes, donde se votará otra moción de censura precipitada por el PSOE, igual que en Murcia.

La líder no tiene más armas que la guardia pretoriana con la que se rodeó el pasado lunes tras la Ejecutiva de su partido para blindar su decisión de continuar al frente de Ciudadanos tras el fiasco de la moción en Murcia y después del desastre catalán. Pero la resistencia de esta dirección naranja no aguanta más envites y dentro y fuera de ella asumen como una prueba de fuego el resultado de las elecciones madrileñas.

El mejor resultado para Arrimadas coincide, paradójicamente, con el que sería el mejor escenario para algunos de los que están en el núcleo de Pablo Casado en Génova: que Ciudadanos entre en la Asamblea de Madrid y que su poder sea decisivo para reeditar el Gobierno de la derecha en la comunidad. La hipótesis de que Cs pida a cambio la cabeza de Ayuso es la que convierte esta salida en la mejor de todas las opciones para algunos de esos dirigentes muy próximos a Casado.

Ayuso es un problema para Arrimadas, porque le puede costar el cargo. Pero Ayuso también es un problema para Casado si pierde la comunidad autónoma o si gobierna con un acuerdo de coalición con Vox por los efectos desestabilizadores de este pacto en los otros gobiernos autonómicos y municipales del PP, en su mayoría con Ciudadanos, y por el coste en el ámbito nacional para la estrategia de Casado.

Madrid sería el escaparate desde el que el PP dejaría el mensaje a toda España de que la línea roja de no gobernar con Vox se ha cruzado, y en el electorado popular más centrista y moderado puede tener un coste la percepción de que su voto al PP puede terminar en un acuerdo de gobierno con los de Santiago Abascal.

Las encuestas no dan a día de hoy otra suma alternativa, y más después de que la «muleta» de Ciudadanos haya entrado en caída. Génova, además, no está disimulando para nada sus maniobras para acelerar ese funeral, a pesar del nerviosismo que esta estrategia provoca en dirigentes autonómicos y municipales que depende en sus gobiernos del acuerdo con el partido de Arrimadas.

En un goteo que supone cada día para Cs sudar sangre, ayer se confirmó la baja del primer diputado en el Congreso que deja el partido para irse al Grupo Mixto. Se trata de Pablo Cambronero, y que justificó esta decisión en la «deriva sanchista» de la dirección que preside Arrimadas y en su oposición a pactar nada con quien tiene un acuerdo con Bildu, el independentismo o Podemos.

Ciudadanos también inició ayer el procedimiento de expulsión del senador Emilio Argüeso por apreciar que ha podido incumplir los estatutos del partido al favorecer el transfuguismo. Argüeso fue el secretario de organización de Cs en Valencia en la etapa de Rivera, hasta que con la llegada de Arrimadas se produjo su relevo. Está considerado como un hombre muy próximo a Fran Hervías en la Comunidad Valenciana. Hervías también anunció este fin de semana su fuga a la filas del PP.

Las escaramuzas internas conceden un protagonismo a los restos de Albert Rivera en Ciudadanos. No es casualidad que el ex presidente de la formación haya estado llamando a cargos públicos naranjas durante estos días tan convulsos para el partido. Hace meses que inició una estrategia de aproximación y de mejora de relaciones con la actual cúpula popular, en concreto, tanto con Pablo Casado como con Teodoro García Egea.