Terrorismo

ETA felicitó a Parot: los hijos de los guardias deben morir por vivir con ellos

El terrorista beneficiado por el Gobierno confesó su convencimiento de que iban a causar víctimas civiles en Zaragoza

Atentado de la casa cuartel de Zaragoza el 11 de diciembre de 1987
Atentado de la casa cuartel de Zaragoza el 11 de diciembre de 1987larazon

ETA felicitó a Henri Parot, del «comando Argala» , integrado por súbditos franceses, por el atentado contra el cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, y lo justificó en que era un castigo contra los agentes por vivir con sus hijos. Así de duro. Se lo dejaron claro, aunque el pistolero tratara de justificarse, de manera cínica, en que él creía que donde puso el coche bomba sólo vivían solteros. ¿Y los muertos en los cuarteles de Vic y Santa Pola? ¿No eran niños?.

Parot es uno de los miembros de ETA a los que Interior ha acordado hoy acercar a cárceles próximas al País Vasco y Navarra.

El cabecilla Francisco Múgica, “Pakito”, le dijo que Múgica, que ya habían advertido a la Guardia Civil de que si sus familiares vivían con ellos también eran objetivos, por lo que debían estar fuera de los cuarteles. Como si ETA pudiera decidir sobre las familias de los demás.

Parot declaró a la Guardia Civil, tras ser detenidos en Santiponce (Sevilla) que “Pakito” “nos ordena llevar a cabo la acción contra el acuartelamiento (...) nos trasladamos a Zaragoza para adquirir los datos suficientes sobre su vigilancia, lugar donde dejar el coche bomba y buscar los itinerarios de retirada. Esta misión la realizamos en un solo día».

De regreso a Francia, se reunió todo el «comando» con «Paco» y deciden colocar el coche bomba, «aunque sabíamos que podíamos causar víctimas civiles».

Los etarras franceses utilizaban sus coches particulares, con matrícula gala, para llegar a las ciudades donde iban a atentar con el fin de no tener problemas en controles. En la zona industrial de Zaragoza recogieron el Renault 18 con el que iban a cometer la acción criminal y un Peugeot 205 para la huida. «Paco nos dio las llaves, como siempre etiquetadas con la matrícula, modelo y color». También les entregó un croquis de unos zulos, cerca del Ebro, donde, en varios bidones, estaban escondidos 50 kilos de amonal.

«Para montar la carga utilizamos tres botellas de acero del tipo de las usadas para nitrógeno que estaban seccionadas, para lo cual en cada una de ellas metimos cordón detonante, amonal, y reforzadores, conectando las tres mediante cordón detonante. Una la pusimos en el maletero y dos en la zona de los asientos traseros».

«El sistema de iniciación era mediante detonadores pirotécnicos, utilizando en este caso tres con sus respectivos trozos de mecha lenta que van a parar al encendedor que es del tipo como el utilizado en las granadas de mano; es decir, que lleva una anilla que al tirar de ella hace caer una cucharilla accionándose un percutor que pica un fulminante que es el que enciende las mechas lentas. El utilizar tres mechas lentas esta motivado para conseguir que en el caso de que falle alguna la otra inicie la carga explosiva».

Parot aportó la siguiente información: «La orientación de los tubos con la boca abierta hacia el objetivo junto con el cordón detonante y los reforzadores que están en sus bases provoca que la explosión sea dirigida como si se tratase de auténticos cañones».

Explicó que las botellas de acero estaban ocultas entre el ramaje en la misma zona de los zulos y en el croquis que les dio «Paco» se incluían fotos Polaroid, «para que no tuviéramos ningún problema de localización».

«La hora elegida para colocar el coche-bomba era pasado un tiempo después de que los obreros hubieran salido de sus casas hacia las fábricas y antes de que empezaran a salir los guardia civiles». Los querían a todos dentro, incluidos mujeres y niños.