Caso Pujol

El juez autoriza la venta de los coches de lujo de Jordi Pujol Jr. por subasta electrónica

Pedraz estipula que no se adjudiquen “por un precio inferior al 100% de su valor” y acuerda que el importe se conserve íntegro para hacer frente a posibles responsabilidades civiles

Inspección judicial de una de las naves donde Jordi Pujol Ferrusola guardaba su colección de coches de lujo
Inspección judicial de una de las naves donde Jordi Pujol Ferrusola guardaba su colección de coches de lujolarazon

Jordi Pujol Ferrusola ya tiene la autorización judicial para la venta de su colección de coches de lujo, doce vehículos valorados en al menos 1,8 millones de euros (tres de ellos están pendiente de tasación). Jordi Pujol Jr. solicitó la medida al instructor para evitar su pérdida de valor ante la “falta de cuidados” por su parte al tener bloqueadas las cuentas bancarias y -se quejó- carecer de ingresos. Sus precios oscilan entre 14.400 y 816.000 euros según una tasación de 2018.

El juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz ha accedido finalmente -con el aval de la Fiscalía- a la petición del primogénito del ex presidente de la Generalitat Jordi Pujol -procesado como el resto de la familia por delitos de organización criminal, fraude fiscal, blanqueo y falsedad documental- y ha avalado que se proceda a su venta por subasta electrónica. El dinero que se obtenga, deja claro en la resolución, “se conservará íntegramente hasta la finalización del procedimiento judicial”.

Será la Oficina de Recuperación y Gestión de Activos (ORGA) la encargada de llevar a cabo esa realización anticipada de esos bienes, sobre los que pesaba una prohibición de venta y disposición y que estaban inmovilizados para hacer frente a posibles responsabilidades civiles a las que tenga que hacer frente Jordi Pujol Jr. Y lo hará mediante el Portal de Subastas de la Agencia Estatal Boletín Oficial del Estado, dispone el instructor, quien ordena que esos coches de alta gama no sean enajenados “por un precio inferior al 100% de su valor”.

Hoy mismo, desde el Juzgado de Instrucción número 5 que dirige Pedraz -y una vez ya se ha contactado con la ORGA para llevar a cabo la operación- se ha instado a la defensa de Pujol Ferrusola a que facilite cuanto antes “los datos relativos al lugar de depósito de los vehículos”, facilitando asimismo los “datos de contacto del depositario”.

Tres Ferrari, dos Mercedes y un Porsche

El lote incluye tres Ferrari, dos Porsche, otros tantos Lamborghini y Mercedes, un Jaguar y un Lotus. Se trata de un Ferrari Testarrosa tasado en 120.000 euros; un Lotus Elan (14.400 euros); un Lamborghini Miura (816.000 euros); un Ferrari F-40 (300.000 euros); un Mercedes –Benz 230 SL (tasado en 56.500 euros); un Lamborghini 132 SE (250.000 euros); un Ferrari 328 GTS (77.500 euros); un Jaguar E-Type 3.8 Roadster (148.000 euros) y un Mercedes-Benz SLR McLaren (62.725 euros).

Los otros tres vehículos que también saldrán a subasta -un Porsche 356 B, un Seat 600 Abarth y un Porsche 911 S Targa- están aún pendiente de tasación, por lo que el juez Pedraz acuerda igualmente que se les fije un precio para salir a subasta.

En un escrito remitido al magistrado -adelantado por LA RAZÓN- la defensa de Pujol Ferrusola expuso que al llevar bloqueados en un garaje por orden judicial desde hace cinco años se están devaluando cada vez más, menguando también la garantía con la que pueda hacer frente a una posible condena de responsabilidad civil.

Bloqueados en una nave desde 2015

Pujol Ferrusola -al igual que sus padres y hermanos- está procesado por ocultar supuestamente en Andorra el dinero procedente de presuntas actividades corruptas. De la Mata sostiene en su auto de procesamiento que “aprovechado su posición privilegiada” y su “ascendencia” en la vida política y económica catalana, acumularon un “patrimonio desmedido” entre 1992 y 2014 “directamente relacionado con percepciones económicas derivadas de actividades corruptas”.

El primogénito de Jordi Pujol y Marta Ferrusola tiene prohibido disponer de esos coches desde noviembre de 2015 por orden judicial. En su escrito, su defensa se refirió a esa colección como objetos que “por su peculiar singularidad” y “su carácter único y escaso” ven gradualmente aumentar su valor a lo largo del tiempo siempre y cuando “se mantengan en condiciones óptimas”.

El procesado se quejaba de que no podía dispensarles “los especiales niveles de cuidado” que requieren, por lo que tras más de cinco años metidos en una nave se estaban “deteriorando”.