4-M
Vox ante las elecciones de Madrid: “La leña a Abascal mueve a la izquierda”
El líder de Vox busca el voto de la confrontación. La izquierda radical le agrede en su mitin en Vallecas. El PSOE y Podemos confían en que su irrupción en campaña movilice a su votante contra Ayuso
El delirio de la estrategia de confrontación elevada al absurdo, que preside la campaña electoral madrileña, dejó ayer la estampa de Vallecas, barrio obrero del sur de la capital, convertido por los partidos en algo así como un espejismo catalán, donde el sectarismo no lo marca la diferencia entre independentistas y constitucionalistas, sino entre ricos y pobres.
Vox movilizó militantes de todo Madrid para exhibir músculo en lo que la izquierda más vinculada a Podemos considera una plaza exclusivamente suya, porque en la clase trabajadora, si seguimos su línea argumental, no hay gente de derechas ni pueden votar a Vox. Y la respuesta fue el boicot de los radicales, las agresiones a los policías y las pedradas contra Santiago Abascal y los dirigentes del partido verde.
En las últimas elecciones la formación de Abascal logró un 5 por ciento de los votos en el distrito de Puente de Vallecas, y los partidos de izquierdas se acercaron al 80 por ciento de los sufragios. Ésta es la última fotografía demoscópica de este distrito madrileño: y la justificación de la izquierda para montar la bronca, que, a su vez, buscaba Vox para subirse en la polarización e intentar recuperar espacio en esta campaña.
La estrategia de Vox tiene un riesgo y el 4-M dirá si la izquierda tiene razón en el análisis que ayer cocían en sus cuarteles demoscópicos. Sus gurús electorales dicen que si por ellos fuera, sacarían a Abascal «bajo palio en todos los distritos de Madrid» porque creen que sigue siendo la percha perfecta para agitar a su votante, mucho más desmovilizando en esta campaña que el del centro derecha. «La leña a Abascal moviliza al votante», razonaban ayer en las filas moradas.
El mitin en el histórico barrio obrero madrileño sirvió a Vox para absorber durante todo el día el protagonismo mediático y hacerse notar en una campaña que, hasta ahora, sólo tenía como referencia en la derecha a la figura de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Pero, más allá de la repercusión mediática, Vox, en todo caso, ha testado ya en algunas de las últimas elecciones su capacidad de arrancar votos al PP en los barrios más populares y deprimidos, y el desembarco de Abascal en la campaña del 4-M, justo en la «Plaza Roja» de Vallecas, responde al doble objetivo de generar titulares y propaganda, dar aire a sus siglas frente a la ocupación por parte de Díaz Ayuso del espacio del centro derecha, y, por otra parte, intentar que suceda en Madrid lo que ya ha ocurrido en Cataluña –aunque el contexto no es comparable– o en otras capitales de provincia. Es decir, tirar de la confrontación para robarle votos a Ayuso y poner sordina a los sondeos que dicen que su tendencia a la baja es tan acusada que tienen incluso en riesgo la posibilidad de alcanzar el 5 por ciento del voto necesario para mantener su representación en la Asamblea madrileña.
El ascenso de Isabel Díaz Ayuso puede ser responsable del primer gran fracaso electoral de Vox en unas elecciones. y, sobre todo, su primer freno después de las elecciones catalanas, que dejaron K.O. a Pablo Casado por el fracaso de su partido en esos comicios. El líder de Vox ha tomado el control de una campaña llena de incertidumbres y como arma utilizará, por ejemplo, el discurso de la inmigración, de la seguridad o del problema que, a su juicio, representan los «menas». El mensaje le ha dado ya buen resultado en el pasado.
Ahora, las encuestas revelan que gran parte de los votantes de Vox de las últimas elecciones generales prefieren a Ayuso en estos comicios. Y ante el carácter nacional de la contienda, Abascal ha decidido ser el candidato en la sombra frente a la presidenta.
La polarización tan radical de esta campaña, y en la que también va a contribuir la estrategia de Abascal, deja a nivel demoscópico el interrogante de si es posible que el voto moderado esté cautivo por la indecisión que provoca el frentismo.
De hecho, en las filas populares hay quienes plantean que llega el momento de que la candidata busque reorientar su mensaje para focalizarlo más en clave de gestión económica y sanitaria. El problema es que el ruido deja muy poco espacio a todos los mensajes que desentonen con el frentismo.
«¿Debe ser Ayuso la que siga liderando la respuesta a Iglesias, compitiendo con Abascal, o debe moverse un poco hacia el centro para consolidar otros espacios electorales?». La pregunta se la hacen dentro del PP y tiene difícil respuesta. Ayuso se ha comido el nicho electoral de Vox, y en su campaña confían en que ese voto más centrado se refugie en ella por su política contra las restricciones. Libertad, Ayuso, frente a la ruina económica de las restricciones del Gobierno de coalición.
El eslogan es tan fuerte que hasta el presidente del Gobierno ha tenido que combatirlo con la comparecencia del lunes en La Moncloa, en la que ofreció una sobredosis de optimismo cuando la cuarta ola coge velocidad y sin que esté asegurada la capacidad de cumplir con los plazos de vacunación y de control de los contagios.
En un terreno de juego que favorece al PP, el líder de Vox irrumpió ayer con un mensaje profundamente ideológico, intentando quitarle a Ayuso su papel como alter ego del dúo Iglesias-Sánchez. «Eres un cobarde que te escondes y no eres capaz de caminar por este barrio», le espetó Abascal a Iglesias, anoche, desde la mítica «Plaza Roja», mientras radicales arrojaban piedras y objetos para boicotear el acto de Vox. También hubo agresiones a policías.
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