Madrid

¿Y ahora qué?

Resultados elecciones Madrid: Sin pactos ni calculadora: basta con la abstención de Vox

Ayuso suma más que todo el bloque de izquierda y puede ser elegida en segunda ronda por mayoría simple incluso sin el voto a favor del partido de Abascal

La candidata de Vox a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Rocío Monasterio (i), y la candidata del PP a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
La candidata de Vox a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Rocío Monasterio (i), y la candidata del PP a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.EUROPA PRESS/J. Hellín. POOLEuropa Press

La calculadora no echará humo esta vez. El rotundo éxito electoral de Isabel Díaz Ayuso, que duplica holgadamente sus resultados y se queda a solo cuatro escaños de una mayoría absoluta inalcanzable desde la irrupción de los nuevos partidos, despeja su reelección como presidenta de la Comunidad de Madrid, incluso sin necesidad de que Vox vote a favor de su candidatura.

Si se trataba de medir las fuerzas electorales de los bloques de derecha e izquierda, el resultado es incontestable. En unos comicios con una participación récord (once puntos superior a la de 2019), PP y Vox alcanzan los 78 escaños, nueve por encima de la mayoría absoluta, de la que la suma de diputados de PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos se queda muy lejos con sus 58 escaños, sobre todo por el hundimiento de la lista que ha encabezado Ángel Gabilondo, que incluso cede el cetro de la izquierda a Más Madrid.

La victoria de Ayuso tiene un plus. Necesita del respaldo del partido de Abascal, como se esperaba, pero en este caso en segunda votación (en la que son suficientes más síes que noes) le basta con su abstención para repetir como presidenta. Y es que sus 65 escaños suman más que los obtenidos en su conjunto por la izquierda (58).

Y no solo eso. El prolífico botín de la candidata del PP, que fagocita a Ciudadanos y deja a 41 escaños a la segunda fuerza –un menguante PSOE que se deja un tercio de sus 37 diputados en solo dos años–, le otorga sin duda una posición de fuerza para negociar que no tenía en los anteriores comicios.

Sorpasso de Más Madrid a Gabilondo

En 2019, la lista que encabezó una debutante y desconocida Díaz Ayuso ni siquiera fue la más votada (se impuso Ángel Gabilondo) y tuvo que procurarse el respaldo de Ciudadanos (del que dos años después no queda ni rastro, sumergidos sus votos por debajo del umbral de supervivencia del cinco por ciento) y del partido de Santiago Abascal.

Con estos resultados, a Ayuso le salen las cuentas. Solo le apartaría de la presidencia regional un impensable voto en contra de Vox, que resiste el tirón de la candidata popular y no solo defiende con uñas y dientes su resultado de hace dos años, sino que araña uno más (13 diputados frente a los doce de los anteriores comicios).

Ayuso –que sale reforzada en su estrategia de confrontación con Pedro Sánchez y en su gestión de la pandemia, tan cuestionada desde la izquierda– solo tenía una oportunidad para no depender siquiera de Vox para ser investida de nuevo presidenta el próximo 8 de julio. Sin necesidad de obtener la casi inalcanzable mayoría absoluta (por la creciente fragmentación del voto), necesitaba sumar más escaños que el conjunto de las fuerzas de izquierda –PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos–.

Y finalmente la candidata del PP ha alcanzado sobradamente ese objetivo que le permite no depender del apoyo expreso de Vox a su candidatura para salir investida como presidenta en segunda votación por mayoría simple.

Acuerdo de legislatura o de gobierno

Por tanto, la única incógnita –a tenor de la reiterada predisposición de Vox a evitar a toda cosa un gobierno de la izquierda en Madrid– es si el partido de Abascal se conformará con un acuerdo de legislatura, como en los últimos dos años, o exigirá su entrada en un futuro gobierno de la candidata del PP, reproduciendo con nuevo compañero de baile el modelo que pusieron en marcha populares y Ciudadanos en 2019.

Pero si Ayuso es la clara vencedora de las elecciones –unos comicios que también han sonreído a la candidata de Más Madrid, Mónica García, que ha culminado el sorpasso al PSOE en porcentaje de votos empatando en escaños – la derrota tiene varias caras. La primera, la de Gabilondo. Pero no la única.

El desembarco en Madrid de Pablo Iglesias tras dar la espantada en el Gobierno de Pedro Sánchez apenas le ha servido a Unidas Podemos para arañar tres escaños más, que dejan a la formación morada como tercera fuerza de la izquierda en la región. El líder morado no ha puesto paños calientes y poco antes de medianoche anunciaba su adiós a la política.

El frentismo que el líder morado reclamó con insistencia durante la campaña para frenar a la derecha necesitaba de un mejor resultado electoral que no ha sido capaz de conseguir pese a empeñar todo su caudal político en ese afán.

Hecatombe naranja

No por esperada, la hecatombe de Ciudadanos ha sido menos rotunda. Sus 26 escaños se han esfumado –la mayoría con destino al Partido Popular– dejando a Edmundo Bal y su apuesta por el centro compuesto y sin escaño. El seppuku político de la formación naranja en Murcia inevitablemente ha pasado factura a Bal, obligado a gobernar el barco en la peor de las tormentas.

Pero si el fracaso electoral ha mirado de frente a alguien, ése es Ángel Gabilondo, que obtiene el peor resultado histórico del PSOE en la Comunidad de Madrid (hasta ahora, el 25,43% de 2015). Estaba llamado a encabezar el tridente de izquierdas contra Ayuso, pero se ha dejado trece de sus 37 diputados, una debacle que convierten en estériles los siete parlamentarios que ganan entre Más Madrid y Unidas Podemos.

«Pablo, tenemos 12 días»

Sus bandazos no le han ayudado a ganarse la confianza ciudadana. En solo un mes, Gabilondo pasó de desdeñar al líder de Podemos –«con este Iglesias, no»–, mostrando abiertamente sus preferencias por pactar con Más Madrid y Ciudadanos, a cortejar al ex vicepresidente del Gobierno en su minuto de oro del debate electoral: «Pablo, tenemos doce días para ganar las elecciones».

Y eso que, emulando a Sánchez, había confesado que le «intranquilizaría» que formara parte del Gobierno alguien con «un planteamiento extremista y radical». Pero cuando las encuestas empezaron a apuntar la debacle naranja, el candidato socialista se vio obligado a asumir que cualquier oportunidad de devolver al PSOE la presidencia de la Comunidad de Madrid 26 años después pasaba por una alianza de la izquierda que incluyera al líder de Podemos.

El resultado de Díaz Ayuso cobra mayor dimensión si cabe, más allá de escaños y porcentajes, teniendo en cuenta que se produce en un mapa electoral que no tiene nada que ver con el que imperó en Madrid hasta los comicios de 2015.

Desde esa fecha, con la entrada en el escenario de Podemos y Ciudadanos primero y, cuatro años después, de Vox y Más Madrid, las mayorías absolutas se han convertido en una quimera y la diversificación del voto obliga a los pactos y a prescindir de maximalismos ideológicos. Lejos quedan las cinco mayorías absolutas de los populares (las últimas en 2007 y 2011), de la que, sin embargo, la candidata del PP ha estado en esta ocasión más cerca que nunca.