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Cataluña

El factor del miedo

Así se fraguó el acuerdo para el gobierno de Cataluña en 48 horas

El miedo a una repetición electoral con el PSC al alza aceleró el acuerdo. Junqueras salió de prisión para cerrar los flecos

El president de la Generalitat en funciones, Pere Aragonès (i) y el secretario general de Junts, Jordi Sànchez (d) durante su acuerdo en los jardines del Palau Robert David ZorrakinoEuropa Press

El sábado por la mañana los nubarrones electorales se imponían en Cataluña. Las reuniones negociadoras no existían y los contactos eran inexistentes. Jordi Sánchez tocaba todas las teclas con la sociedad civil.

A uno de sus interlocutores, el líder de Junts per Catalunya le imploró el viernes su mediación con Pere Aragonés. «Habla con Pere. Hay que convencerle de que es posible llegar a un acuerdo. No podemos permitirnos nuevas elecciones».

El interlocutor, que prefiere el anonimato, llamó al presidente en funciones porque creía que lo peor que podría pasar es que se abriera el melón electoral, porque añadirían más confrontación y prolongarían el letargo del actual Govern.

El sábado contactó con Aragonés. «Debes intentar un acuerdo», le dijo. Aragonés, un hombre educado y tranquilo, le escuchó y le dio una respuesta: «La pregunta es saber si Jordi Sánchez manda en Junts. Hasta ahora ha demostrado que no es de fiar». El líder de los republicanos no se negó a hablar con Sánchez pero se reafirmó ante su interlocutor en su apuesta de gobierno en solitario. De gobierno de coalición nada de nada.

Su opinión cambió en pocas horas. Puede ser que ya estuviera en Prats de Lluçanés hablando con Sánchez. Estuvieron todo el día reunidos.

Por la tarde del sábado, La Vanguardia y El Periódico, publicaban sendas encuestas que daban al PSC la victoria, seguido de ERC y con Junts dejándose pelos en la gatera.

Muchos más en la de El Periódico. El reparto de escaños cambiaba poco, pero el independentismo se resentía. Los sondeos pusieron sal en las heridas y al tiempo ayudaron al desbloqueo porque aumentó el pánico. A pesar de la desconfianza, Sánchez y Aragonés se pusieron a enhebrar el hilo en la aguja. No fueron los únicos. Oriol Junqueras tomó parte en estos contactos porque este fin de semana estaba de permiso. Dos personas de su confianza fueron a buscarlo a Lledoners el sábado por la mañana. No volvió a prisión hasta el domingo por la noche.

El acuerdo en ese momento estaba cerrado tras otra reunión maratoniana entre Aragonés y Sánchez, está vez en Alella. La tarde del domingo desde ERC se enviaba el mensaje a Moncloa de que se cerraba el acuerdo con Junts.

De hecho, durante este tiempo de negociaciones las cocinas del Gobierno y del Govern han mantenido un estrecho contacto y los republicanos sabían que el PSC no iba a ser su salvavidas de última hora. En Moncloa apostaban por un acuerdo in extremis de los independentistas, pero por prevención exploraban otros escenarios. Ahora, con el nuevo Govern tocará ver como quedan las costuras.

Como buena noticia, que Aragonés será su interlocutor. Para lograr el acuerdo, Junts ha aparcado el frente independentista en el Congreso y el papel preponderante del Consell per la República.

La actividad durante el domingo fue frenética y se empezaron a cerrar contenidos del Govern. En la calle la ANC presionaba a los negociadores con una manifestación de apenas mil personas en la Plaza Sant Jaume.

ERC cedió

El lunes a las 7:00 los mensajes a los periodistas quemaban las redes: «A las ocho se emitirá un comunicado». Y a esa hora en punto se hizo público. Se pedía perdón por la tardanza en llegar a un acuerdo y se anunciaba un gobierno de coalición. ERC cedía y abandonaba su idea de gobierno en solitario.

En el reparto final siete consejerías para cada uno, pero a simple vista Junts ha hecho valer caro su apoyo a Aragonés. El presidente que quería administrar en exclusiva los Fondos Europeos cede y los cogestionará con la vicepresidencia económica, que con toda seguridad asumirá Elsa Artadi.

TV3 y Catalunya Ràdio

Cede también Salud, donde han cosechado duras críticas de sus ahora socios, aunque designará al portavoz del Govern, que será asumido por su número dos en las listas y persona de confianza de Oriol Junqueras, Laura Vilagrà. Junts también asumirá la codiciada Secretaria de Difusión, la que gestiona las ayudas a los medios de comunicación, y se augura un reparto de la gestión de TV3 y Catalunya Ràdio, aunque para renovar el Consejo de Medios de Comunicación necesitarán el concurso del PSC.

En lo que sí ha ganado Aragonés es en desinflar el control del proceso independentista por parte del Consell. De momento, la estrategia se fía a una comisión de partidos y entidades para definir la estrategia de autodeterminación. A partir de ahora, el deporte nacional catalán será el rugby. Aragonés ha salido de la melé y ha dado una patada a seguir para que todos corran por la pelota. La estrategia independentista estará a su cargo. El frente independentista en el Congreso ha quedado en entelequia y el Consell de la Republica ha pasado a ver los toros desde la barrera. De todo esto se hablará cuando haya Govern. Aragonés ha ganado tiempo.

La gran incógnita es saber cómo se van a rehacer los puentes casi inexistentes. De hecho, el acuerdo se ha alcanzado por la cúpula, no en las comisiones negociadoras, y como dice Salvador Illa los independentistas solo están en «la prórroga agónica de un fracaso».

Los socialistas volverían a ganar unas elecciones según las encuestas y ha sido el mayor incentivo para que ERC y Junts dejaran de velar las armas de una nueva contienda. El acuerdo ha sido presentado, pero no está todo dicho.

Junts tiene que consultar a sus bases. Quizás poniéndose la venda antes que la herida, Sánchez ha garantizado la investidura de Aragonés aunque el preacuerdo no sea ratificado.

La CUP mira con desconfianza la nueva situación. No pondrá zancadillas en el Parlament, no entrará en el Govern y estará atenta a quién coloca Junts para garantizar lo que consideran «giro a la izquierda» de las últimas elecciones. Porque en la CUP saben que Junts es de todo menos de izquierdas.

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