En la crisis

Bronca en La Moncloa por Marruecos: “Esto lo arregla el Rey Juan Carlos”

En el Gobierno confiaban en que el conflicto con el país vecino “nos lo arreglaría” el Rey Emérito, pero la iniciativa fue descartada rápidamente. Sánchez ha contactado con Felipe VI, pero no se le ha llegado a solicitar su intervención con Mohamed VI para rebajar la tensión

Imagen de archivo del Rey Juan Carlos y el monarca de Marruecos, Mohamed VI (24/07/06)
Imagen de archivo del Rey Juan Carlos y el monarca de Marruecos, Mohamed VI (24/07/06)larazon

Cuentan que en La Moncloa se disparó la temperatura ambiental y que el núcleo duro se topó de frente con las mandíbulas tensionadas de Pedro Sánchez. Literalmente. Señal inequívoca de que estaba fuera de control. La avalancha sobre Ceuta de miles de inmigrantes puso en máxima alerta al Ejecutivo. En aquellas primeras horas se desató una guerra de nervios en el complejo de la Presidencia del Gobierno.

Prueba del pánico producido ante la envergadura de la agresión es que estrechos colaboradores del presidente echaron de menos al Rey Juan Carlos, dada su relación con la Casa Real alauí: llegó a considerarse, al menos durante su reinado, “el hermano mayor” de Mohamed VI. “¡Esto nos lo arreglaría Don Juan Carlos!”, se oyó en los pasillos de La Moncloa. Claro que estaba por ver quién le susurraba al oído a Sánchez que descolgara el teléfono y llamase a Abu Dabi. La reflexión fue descartada rápidamente. Nadie tenía el cuajo suficiente para poner tal opción sobre la mesa del jefe.

Al fin y al cabo, el presidente se ha encargado en más de una ocasión de colocar en el ojo del huracán al anciano monarca, a quien ha negado incluso la presunción de inocencia. Sánchez no ha tenido inconveniente en calificar como “incívicas” algunas conductas del otrora jefe del Estado, al entender que los españoles deseaban oírle ese reproche. A mayores, ordenó filtrar la amenaza de retirar a Don Juan Carlos el título de Rey ante su pretensión de regresar a España a pasar las últimas Navidades. Los errores cometidos por Su Majestad en ningún caso pueden alterar el hecho de que el mismo Consejo de Ministros ha contribuido a dañar su imagen.

Sánchez sí ha mantenido contactos con Felipe VI, sólo como cauce de información sobre los alarmantes acontecimientos en Ceuta. De creer a estrechos colaboradores del presidente “ni siquiera se ha llegado a solicitar al jefe del Estado su intervención ante Mohamed VI para tratar de reconducir la tensión”. Más allá de los movimientos ante los socios europeos, las relaciones diplomáticas se siguen desarrollando sobre todo entre secretarios de Estado, con Marruecos, también Argelia y de rondón Estados Unidos. Eso afirman fuentes solventes de La Moncloa.

El caso es que la embestida de Marruecos ha llegado en el peor momento para Sánchez. No pasa el líder socialista por semanas buenas. Y en estas últimas se ha visto a un presidente bloqueado, tratando de sobrevivir a la sensación de que se va a pique. En La Moncloa no encuentran forma de espantar el sentimiento de “cambio de ciclo” que hábilmente ha introducido el líder de la oposición Pablo Casado apoyándose en los sondeos. El equipo de propaganda sanchista pretendía centrar el foco en el Plan de la España 2050 y hacer de su puesta de largo una suerte de reseteo de la Legislatura. La debacle del 4-M es, sin embargo, una losa imposible de dejar atrás, por mucho que se hable del futuro a treinta años vista para “vender” la idea de que queda mucho Sánchez por delante. Un serio quebranto.

En mitad del golpe se sitúa una mujer, la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, cada día más cuestionada en el Gobierno. Fue la autora intelectual, hace un mes, de la idea de que acoger al líder del Frente Polisario, Brahim Gali, “no perturbará las relaciones con Marruecos”. La cuestión de “los derechos humanos”, ante un estado de salud “extremadamente grave” del enemigo público número 1 del reino alauí, aún es puesta en valor desde el Gabinete. Una teoría que Sánchez, de hecho, decidió seguir frente a los avisos en sentido contrario de Fernando Grande-Marlaska. Tras tropezar con la realidad, Sánchez quiso compensar al ministro en sede parlamentaria: “Quiero reconocer el extraordinario trabajo del Ministerio del Interior, señor Marlaska. Le agradezco además su liderazgo”. Nada casual.

Aun así, Sánchez está firmemente decidido a mantener a Gali hospitalizado en nuestro país. La crisis por tanto promete alargarse en el tiempo y hasta enquistarse. Y ello aunque el presidente del Gobierno trate de edulcorar la grave situación desde Bruselas con pomposas palabras del estilo “no hay mejor ni mayor aliado con Marruecos en la Unión Europea para defender sus intereses” que España”.

Ni éste ni ningún presidente podía tolerar un ataque a la integridad de nuestras fronteras como el provocado por un vecino del sur crecido ante nuestra debilidad. España, como tantas veces estos últimos años, sólo reaccionó ante los hechos consumados. Y, por suerte para los ceutíes, Sánchez pudo resguardarse detrás de la Unión Europea. Eso sí, se ha demostrado que el “Gobierno bonito” de Pedro Sánchez es contumaz en estropear todo lo que toca.