Prisiones
«Aquello está en mitad de la nada, donde nadie quiere ir y por eso llevan allí a lo peor de la población reclusa, a los que nadie quiere». Así describe la prisión de Herrera de la Mancha, situada en el término municipal de Manzanares (Ciudad Real) un interno que ha pasado mucho tiempo entre sus muros. Dividida en siete módulos, allí cumplen condena unos 400 reclusos, el 80% con sentencias firmes y una veintena de ellos con condenas superiores a los 20 años. No es casualidad, por tanto, que se concentren en este penal los asesinos y violadores más mediáticos de los últimos años en España. Hasta el mes pasado, convivían en el mismo módulo, el de aislamiento, seis internos famosos por la magnitud de sus crímenes: Santiago del Valle (el violador y asesino de la niña Mariluz), Tony King (asesino de Sonia Carabantes y Rocío Wanninkhof), Sergio Morate (asesino de su novia y la amiga de ésta en Cuenca), Patrick Nogueira (mató y descuartizó a sus tíos y sobrinos en Pioz), Juvenilson Días Da Silva alias «el violador de Pozuelo», y Ángel Antonio Ortiz, conocido como el «pederasta de Ciudad Lineal».
Tres horas de patio
El módulo de aislamiento supone salir únicamente tres o cuatro horas al patio por motivos de seguridad para evitar su contacto con otros presos. Los internos que cumplen condena en este módulo son presos clasificados en primer grado por su peligrosidad extrema, la naturaleza de los hechos cometidos, su inadaptación manifiesta a las normas de convivencia o por su propia seguridad ya que, en algunos casos muy mediáticos, sufren riesgo de agresiones por parte del resto de internos. Lo habitual es que salgan del módulo de aislamiento si, a lo largo del cumplimiento de su condena muestran una progresión y se considera que ya pueden hacer vida en otros módulos. Sin embargo, en esta ocasión no ha sido así.
Según fuentes del centro, Instituciones Penitenciarias cerró el pasado mes de mayo este módulo y progresó a estos seis internos aplicándoles, a todos a la vez, el artículo 100.2 del Reglamento Penitenciario. Esto supone flexibilizar su situación e incorporar elementos propios de un grado distinto del que se encuentran calificados con el fin, en teoría, de no frustrar un programa de tratamiento que, de otra forma, no podría ejecutarse. Sin embargo, según ha podido conformar este diario, ninguno de estos peligrosos criminales (la mayoría por delitos sexuales contra menores) ha realizado ningún programa de rehabilitación de sus conductas para poder ser reinsertados en la sociedad en un futuro.
Comparten zonas comunes
De esta forma, el módulo de aislamiento ya no existe en Herrera de la Mancha. Al único de estos seis «mediáticos» que han mantenido apartado del resto es a Santiago del Valle, el asesino de la niña Mariluz, condenado a 22 años de cárcel. El pederasta y asesino de la niña de 5 años ha sido trasladado a Enfermería, donde tiene otro ilustre compañero: José Bretón, que asesinó a sus hijos en Córdoba para vengarse de su mujer Ruth Ortiz. Son los dos únicos presos de Herrera de la Mancha que están apartados por el riesgo de linchamiento. Pero a los otros cinco han sido progresados a un módulo de respeto: el módulo 2, donde se encuentra otro de los presos más famosos de España, Miguel Carcaño. Ahora, el asesino de Marta del Castillo comparte patio con Tony King, Sergio Morate, Patrick Nogueira, el «violador de Pozuelo» y el «pederasta de Ciudad Lineal». Comparten zonas comunes, gimnasio y cine. De esta forma, internos que están cumpliendo condenas por delitos menores llevan un mes conviviendo con este tipo de criminales sin que hayan hecho nada por progresar.
Herrera de la Mancha era una prisión que se había «especializado» en acoger a presos con delitos sexuales porque, en teoría, aplicaba ciertos programas enfocados en este tipo de complicadas rehabilitaciones. Sin embargo, fuentes del interior del centro aseguran que, para acceder al curso, el «interesado» tiene primero que echar una instancia. Ninguno de éstos, al parecer, ha participado en programas de control de los impulsos sexuales. Según un ex recluso se trata de «terapias grupales de 8 o 10 personas y son dos horas un día a la semana. Suelen durar dos años y tratan la empatía, distorsiones cognitivas y métodos para no recaer: evitar lugares donde puedes reincidir, autoconocimiento, análisis de las excusas, empatía hacia la víctima... Si bajas de escalón te acercas a la reincidencia y los profesionales valoran cuando has completado el programa».