Pronóstico
Moncloa cifra el riesgo de otra crisis catalana en un 25%
Los indultos alteran la agenda y las elecciones las decidirán la economía y Cataluña
Los indultos a los líderes independentistas del «procés» amenazan ya con tener más influencia en el desarrollo de esta Legislatura que la crisis de la Covid. La política tiene estas vueltas de guion, y salvo que la economía pinche en sus eufóricas perspectivas para los próximos meses, las siguientes elecciones generales se van a jugar en clave y contexto radicalmente diferentes a los que se presuponían hace tan solo unas semanas.
En todo lo que ocurra en los próximos meses será determinante ERC, pero también la capacidad de acierto y error de Gobierno y oposición en sus análisis y estrategias. Estos dos agentes se la juegan a blanco y negro, si bien en los satélites periféricos del principal partido de la oposición se colocan más matices a la foto final que vaticinan que puede salir de la decisión que ayer aprobó el Consejo de Ministros.
Moncloa confía en su estabilidad parlamentaria. También están convencidos de que la economía les ayudará. El cambio de gobierno dicen que les servirá para fijar las prioridades políticas. Y si en la mesa de diálogo juegan con fuego, también creen que este polémico foro les ayudará a hacer que PP y Vox estén más unidos que nunca en la oposición a los indultos y en el discurso y en la política que desarrollan en la tribuna nacional que representa la Comunidad de Madrid, bajo la presidencia de Isabel Díaz Ayuso. En la línea socialista más optimista asumen que hay «riesgos», pero también creen que «el único riesgo serio es que los independentistas vuelvan a provocar una crisis institucional grave», y a esta hipótesis le dan no más de un 25 por ciento de posibilidades. Si como parece la economía avanza bien en los próximos meses, el Gobierno confía en que la oposición se centre en los indultos, y esto es lo que quieren en Moncloa, donde sostienen que la ciudadanía acabará «saturada del ruido de la oposición con los indultos, igual que ocurrió con la reforma del Estatuto de Cataluña». Pero, ¿y la agenda de la «mesa» y sus consecuencias sobre la imagen del Gobierno? De esto, Moncloa guarda silencio.
Sánchez necesita movilizar a su partido para contrarrestar la ofensiva de la oposición, y el Congreso le puede servir como plataforma. Tiene además por delante el agujero negro de las presiones para que aborde cuanto antes el tema del ex presidente de la Generalitat Carles Puigdemont, muy difícil jurídicamente, y todavía más costoso política e institucionalmente que los indultos para los dirigentes independentistas condenados por sedición y malversación por el Supremo.
En esta agenda que pivotará entre economía y Cataluña, puede haber sobresaltos, como, por ejemplo, que el Tribunal Constitucional tumbe el estado de alarma, lo que daría alas al PP, después de haber convertido la oposición a este marco de excepción en una de sus señas de identidad de la gestión de la crisis sanitaria. Pero, en general, salvo sorpresas no calculadas en el coste de riesgos, hay poco terreno para que los ejes condicionantes del próximo examen electoral se aparten de la economía y de Cataluña.
La dirección del PP mantendrá su discurso más contundente para combatir la estrategia del Gobierno en Cataluña. Aunque dentro del partido pisen el freno para que se tenga en cuenta que es muy posible que Sánchez tenga un plan para atenuar el impacto de los indultos. Y pidan, asimismo, que en Madrid valoren en las decisiones de la oposición que el líder socialista agotará la Legislatura e intentará que las ayudas y la recuperación le sirvan para perdonarle los indultos. Su objetivo electoral es Cataluña.
Si el Gobierno atiende a las consignas con las que TV3 ha recibido los indultos, debería empezar a preocuparse en vez de vender una confianza absoluta en el supuesto pacto que ya tienen hablado con ERC. La televisión oficial del independentismo ha convertido los indultos en una rendición del Estado por tierra, mar y aire, la supuesta claudicación del Estado español porque no tenía más salida antes de que se le echara encima Europa. Moncloa prefiere quedarse con el gesto del presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, de acudir el domingo a la cena inaugural del Mobile World Congress, que será presidida por el Rey Felipe VI. La segunda vez que coinciden en los últimos días. «No hay que hacer caso de la propaganda. Meten mucho ruido pero no harán nada», tranquiliza el Gobierno.
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