Indulto

Sánchez blindó tras los indultos los Presupuestos

Moncloa se garantiza en la negociación el apoyo de ERC a las cuentas de 2022

Pablo Casado se dirige ayer a Pedro Sánchez durante su intervención en el Congreso
Pablo Casado se dirige ayer a Pedro Sánchez durante su intervención en el CongresoCristina BejaranoLa Razón

La negociación abierta con ERC, que zanja los indultos y encauza el camino de la «mesa de diálogo» entre el Gobierno de España y la Generalitat, ha consolidado en medios gubernamentales el optimismo sobre la estabilidad parlamentaria y de la Legislatura. Desde las terminales del Gobierno ven despejada la vía de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2022.

Hasta ahora esas mismas terminales filtraban que el Gobierno podía sostenerse sin unos nuevos PGE porque tenía el soporte de los fondos europeos. Pero la realidad no es tan sencilla. Sin Presupuestos, con todas las encuestas en contra, y sin una mayoría parlamentaria que permita al Gobierno aprobar las reformas pactadas con Europa, hubiera sido muy difícil, por no decir imposible, que el Ejecutivo pudiera seguir adelante.

En el corto plazo, la agenda de la «mesa de diálogo» está por definir porque no se ha cerrado en el paquete de la aprobación de los indultos. Aunque lo hablado sí lleva a que quien está en el contenido de la negociación se muestre muy confiado en que habrá Presupuestos del 2022. Sin embargo, si preguntas por posibles temas de la «mesa de diálogo», y demás cuestiones relativas a la negociación que formalmente abrirán el presidente del Gobierno y el presidente de la Generalitat en su próxima reunión, de esto no hay nada, ni líneas generales que anticipar.

Es un hecho que si el Gobierno amarra los Presupuestos, entre los indultos y la «mesa», ya llevará mucho ganado. Y es otro hecho que todo está ahora mismo en manos de ERC. Si a los republicanos les vale con la «mesa», y algo más de dinero para la financiación, el problema estará resuelto. Pero si decidiesen apretar a fondo, o Pedro Sánchez cede, o se cae. En esto no hay discusión.

Hay que subrayar que en el Gobierno confían mucho en sus conversaciones con ERC y en que el partido de Oriol Junqueras colabore en dar oxígeno al diálogo bilateral durante los próximos meses, sin planteamientos maximalistas que dejen a Sánchez atado de manos.

En la estrategia del PSOE es un elemento clave conseguir un buen resultado de los socialistas en Cataluña. Prácticamente puede decirse que es su tabla de salvación para la convocatoria de las próximas elecciones generales. Y si falla todo, Sánchez volverá a refugiarse en la bandera española por segunda vez, como hizo en la anterior campaña cuando se comprometió a no indultar a los líderes del «procés» condenados por el Supremo. El hándicap es que la credibilidad de este compromiso, sin resultados en esta negociación y después de la cesión de los indultos, estaría muy a la baja.

En el camino, al ministro de Política Territorial y Función Pública, ex líder del PSC, Miquel Iceta, es a quien mejor se le entiende en la descripción de lo que el Gobierno está dispuesto a aceptar para avanzar en la negociación con los independentistas. Ya abrió el camino para los indultos con una fuerte polémica que le obligó a introducir matices, que el tiempo ha demostrado que eran innecesarios porque se ha cumplido lo que él adelantó. Y ahora, entre líneas, hay quien interpreta que está sugiriendo que la salida debe ser pactar la reforma constitucional con los independentistas en la «mesa de diálogo». Que esos acuerdos se sometan luego a consulta de los catalanes, como el referéndum que exige el secesionismo, aunque no sea sobre la autodeterminación. Y a partir de ahí, confrontar con la derecha sobre la base de ese acuerdo alcanzado.

Pueden parecer palabras mayores, pero también lo pareció en su día su anticipación de que Junqueras y los demás líderes del referéndum ilegal serían indultados porque esto ayudaría a la reconciliación. Y justo es lo que acaba de hacer Sánchez con la misma argumentación.

Ayer, en el Congreso, el presidente del Gobierno y el portavoz de ERC evitaron hacerse daño cuando se cruzaron en la sesión del control. El grupo de Carles Puigdemont sí golpeó con más fuerza a Sánchez, pero, en todo caso, el presidente del Gobierno optó por seguir la estrategia de Gabriel Rufián y dirigir los golpes más duros hacia el líder del PP, Pablo Casado. El ministro Iceta se desahogó contra Vox.