Opinión
Próximo destino político: 2023
Desde marzo de 2020, el tren de la decimocuarta legislatura estaba detenido en la estación de salida. La pandemia congeló la legislatura, obligando al gobierno central y a los autonómicos a dedicar muchos medios y gran parte de sus esfuerzos en combatir el covid-19.
Un año y medio después de aquella fatídica primavera podemos decir que lo peor ha pasado, y que a pesar de la quinta ola de contagios la sociedad española en su conjunto ha vencido al virus. Conviviremos durante mucho tiempo con él, pero sus efectos y consecuencias, con una parte sustancial de la población vacunada y muy concienciada, no serán ni de lejos los que conocimos en los primeros meses del azote. El verano como tiempo de desconexión y catarsis marca así un punto de inflexión social, y también político y económico.
A partir de septiembre la locomotora de la legislatura saldrá a toda máquina con destino a 2023, con una parada intermedia, las elecciones autonómicas de Andalucía.
Ya nadie puede dudar de que la legislatura discurrirá con bastante normalidad, hasta que muy a final del 23, en plena Presidencia española de la Unión Europea, se celebren las elecciones generales.
Se concatenan varias circunstancias que hacen prácticamente imposible que la legislatura descarrile. La primera un cambio sustancial de los miembros del gobierno, introduciendo un equipo de partido fuertemente comprometido, consciente de su responsabilidad y con objetivos claros.
La segunda, la más que probable aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, con unas cuentas actualizadas.
La tercera, un proceso de vacunación exitoso, debido al magnífico trabajo de la sanidad pública española, que permitirá recuperar la normalidad y la actividad.
La cuarta, una recuperación sin precedentes del empleo que se perdió con la pandemia. La quinta un crecimiento económico, en consonancia con el de países de nuestro entorno, por encima de las previsiones iniciales.
Y, por último, la llegada de dieciséis mil millones procedentes de fondos europeos que terminarán produciendo efectos en la economía cotidiana y el empleo.
Así las cosas, convendría que los partidos de la oposición, especialmente el Partido Popular como alternativa de gobierno, adaptasen su estrategia a la situación, tomando conciencia de que la legislatura concluirá cuando toca, y aprovechando este tiempoque resta para construir una alternativa sólida, porque pedir la dimisión del presidente del Gobierno en estas circunstancias es vivir fuera de la realidad.
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