Aniversario del 17-A

Barcelona sigue en el punto de mira yihadista

Los islamistas pretenden «vengar» a sus compañeros abatidos tras los atentados

Manifestación tras los atentados terroristas de Barcelona y Cambrils en agosto de 2017, que dejaron un saldo de 16 muertos
Manifestación tras los atentados terroristas de Barcelona y Cambrils en agosto de 2017, que dejaron un saldo de 16 muertosALBERT GEAEFE

Barcelona sigue siendo objetivo preferente del Estado Islámico (Isis, Daesh) porque los yihadistas quieren «vengar» la muerte de los que, precisamente, pensaban asesinar a centenares de personas, aunque un accidente al construir las bombas truncara sus planes.

Se trata, según expertos en la materia, de un sinsentido, pero el fanatismo de los yihadistas los lleva a considerar que los que dieron muerte a sus compañeros (algunos murieron en el citado accidente) son los «mártires» y ellos están obligados a hacer su particular «justicia».

Por ello, desde julio de 2017, publican carteles o vídeos que hacen referencia a la Ciudad Condal, con todo tipo de amenazas, que no pasarían de ser eso, amenazas, si no hubiera investigaciones, que obran en poder de la Audiencia Nacional, en las que se acredita que los terroristas han intentado pasar de las palabras a los hechos.

En mayo del año pasado, la Guardia Civil detuvo en Barcelona a Mohamed Yassin Amrani, que recibía órdenes directas de Siria para cometer atentados en esta ciudad, en concreto contra una comisaría de Policía y el Camp Nou, que pensaba atacar con un dron cargado de explosivos. «Me voy a una comisaría de la Policía y con una pistola mato a tres agentes», había comentado a su jefe en Siria, Mohamed Nadir. En su declaración ante la Guardia Civil y con asistencia de abogado, que ratificó después ante el juez, confesó que Nadir le había ofrecido la redención de su vida pasada cuando consumía alcohol y alejado de la religión. Para ello debía cometer los citados atentados «purificando de esta manera su vida y asegurándose un lugar en el paraíso».

Dos meses después fueron los Mossos d’Esquadra los que arrestaron a en la Ciudad Condal a dos individuos de nacionalidad argelina que, según fuentes de la investigación, tenían ya objetivos fijados para perpetrar acciones criminales. Disponían de una estructura parecida a la que cometió los atentados en Barcelona y Cambrils en el verano de 2017. Contaban con una «red» de carteristas y ladrones para que se encargaran de suministrar los medios económicos con los que preparar los atentados. En ese mismo mes, fue la Policía Nacional la que arrestó en Cataluña a un supuesto yihadista. Y, en octubre, fueron de nuevo los Mossos los que tuvieron que actuar contra otro sospechoso.

Prevención

Todas estas operaciones tienen un componente preventivo, ya que se evita que individuos, que pueden estar en las primeras fases de la radicalización, pasen a la acción y culminen los planes de Daesh para su particular «venganza» contra Cataluña.

Con todo, el objetivo «emblemático» en Barcelona de los yihadistas es el templo de la Sagrada Familia, por lo que supone de símbolo para la ciudad y los católicos.

Desde que Daesh lanzara la campaña de «derribar la Cruz», han sido numerosos los atentados contra la Iglesia en todo el mundo, en concreto en la vecina Francia, lo que demuestra la fijación de los yihadistas contra la cristiandad y sus intereses.

Cataluña es la región de España con mayor número de musulmanes, que en 2019 superaban con creces el medio millón, la mayoría de los cuales no ofrecen ningún tipo de peligro al no tener vínculos terroristas. Sin embargo, constituyen una excelente cobertura, por su número, para que los yihadistas (actores, «lobos», solitarios o células) puedan pasar inadvertidos.

Tal y como adelantó LA RAZÓN días pasados, el número de personas sospechosas de tener vínculos con el terrorismo en España es de unas 4.000. Una parte significativa de ellos se encuentra en Cataluña.

Adoctrinamiento en mezquitas

Se tiene constancia de que hay mezquitas y centros islámicos donde se predican las teorías salafistas del Islam más radical y se vigila de cerca cualquier movimiento sospechoso para prevenir males mayores.

Gracias a ello, se supo que varios ciudadanos de origen magrebí viajaron en su día a Siria para combatir en las filas de Daesh.

Los atentados de Barcelona y Cambrils, de los que se cumplen ahora cuatro años, demostraron la facilidad con que un grupo de individuos, algunos de ellos unidos por lazos familiares, podían conformar una célula capaz de causar una matanza de centenares de personas.

Solo les hacía falta, como ocurrió con el imán de Ripoll, una persona que les dinamizara y les aglutinara en torno a la necesidad de acabar con la vida de los «infieles».

Los largos meses de pandemia han provocado, por el aislamiento, la radicalización de muchos individuos, dispuestos a pasar a la acción en cuanto se les presente la ocasión.