Reacción
Pena, impotencia e indignación. Son los sentimientos que se desprenden cuando le preguntas a las familias de los guardias civiles su opinión sobre la celebración de este sábado del «Ospa Eguna». Es la decepción de vivir otro año más la provocación de los abertzales.
Quien lo lamenta es Inmaculada Fuentes Ballesteros, la madre del teniente agredido brutalmente en Alsasua hace cinco años, que, en conversación con LA RAZÓN, denuncia que de nuevo han tenido que «soportar» el día del odio contra la Benemérita «sin que nadie lo remedie». «Soportamos este odio sin que ninguna autoridad política o judicial lo impida», lamenta. «Es vergonzoso que un acto tan repugnante se consienta bajo la tapadera de la libertad de expresión». La madre del teniente cree que si estas manifestaciones de odio se convocasen contra otro colectivo «automáticamente serían impedidas».
Recuerda, además, que el aguante de la Guardia Civil y de sus familias no es nuevo y que «una vez más Alsasua se erige como el pueblo del odio, aunque no todos los ciudadanos piensen igual, se vuelve a convertir en el centro y lugar propicio para semejante actitud». Ballesteros recuerda la fatídica paliza que recibió su hijo y su compañero, junto a sus parejas. «Es el lugar donde su juventud da palizas a guardias civiles y a sus mujeres. Se tolera de forma impune».
Sin embargo, ya están, por desgracia, acostumbrados a este acoso que busca que abandonen Navarra y el País Vasco al grito de «fuera de aquí las fuerzas de ocupación». «Estamos más que acostumbrados que a los políticos nos den la espalda, a no ser que nos necesiten, también a que la Justicia brille por su ausencia en estos casos». Concluye expresando su pena hacia los radicales. «Me da pena que tengan tanto odio en su interior, son arcaicos, machistas, retrógrados, básicos, tanto ellos como quienes lo consienten».