Presión

Aragonès se fija votar la independencia de Cataluña antes del año 2030

El president avisa a Pedro Sánchez y vincula la mesa de diálogo a la legislatura española

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, durante su intervención tras su visita este miércoles al instituto de Vilablareix (Girona).
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, durante su intervención tras su visita este miércoles al instituto de Vilablareix (Girona).David BorratAgencia EFE

El independentismo ha quedado preso de sus promesas en multitud de ocasiones. De hecho, las promesas incumplidas han terminado por crear una desafección de las bases separatistas hacia sus líderes políticos que va a más y que en la Diada de este año se podrá ver reflejado (se augura una alta desmovilización). Si bien, Pere Aragonès, lejos de haber aprendido la lección, se atrevió ayer a dar un horizonte temporal para votar la independencia: antes de 2030.

En una entrevista en «TV3» con motivo del arranque del curso político, el president se mostró bastante más osado de lo habitual (acostumbra a ser muy prudente siempre en sus palabras) y vaticinó que para 2030, fecha en la que Barcelona-Pirineos aspira a acoger los Juegos Olímpicos de Invierno, Cataluña podrá participar con su propia bandera. Aragonès afirmó que el objetivo de la independencia no es «sine die» y dejó entrever que, aunque los republicanos van a imponer un ritmo más lento que JxCat o la CUP (que apuestan por una independencia inmediata), tampoco se van a desviar ni un milímetro de su objetivo: «No se trata de dejar la independencia hasta dentro de diez años ni decir que cualquier propuesta de desarrollo económico hace que renunciamos a la lucha por ese objetivo».

Estas palabras de Aragonès también se producen en la antesala de la mesa de diálogo, en un momento delicado porque los republicanos se juegan la credibilidad de su vía negociadora y, de momento, ven cómo el Gobierno tampoco está mostrándose muy implicado (ha evitado garantizar la presencia de Pedro Sánchez en la reunión). De esta manera, Aragonès, que también advirtió ayer mismo que si la Moncloa incumple su pacto de la mesa de diálogo «todo saltará por los aires», aumenta la presión sobre Sánchez y trata de condicionar el futuro de la legislatura española, que depende prácticamente de Esquerra (ya que tanto PP como Ciudadanos no se avendrán ni a aprobar presupuestos ni la lista de reformas que exige la Unión Europea para recibir los fondos).

De hecho, los republicanos han iniciado ya los contactos con el Gobierno para abordar los presupuestos del Gobierno (aunque las negociaciones formales no lo han hecho) y también tendrán que lidiar con la presión de sus socios de Govern (JxCat), que reclaman unidad independentista en el Congreso para aprovechar la negociación de aspectos claves (como las cuentas) y forzar al Gobierno a hablar de un referéndum y la amnistía. De esta manera, se intuye división y tensiones entre ambos partidos, que hasta ahora han convivido sin sobresaltos durante los primeros 100 días de Govern tras el agitado pasado mandato de Quim Torra.

El mensaje de Aragonès también se produce como un guiño a la CUP, partido imprescindible para la viabilidad del propio Govern. Los republicanos necesitan del concurso de los cuperos para aprobar los presupuestos de la Generalitat de 2022 ya que han dado por descartado al PSC y necesitan algo de estridencia para contentar a un partido que, además, exige un referéndum antes de que concluya esta legislatura en 2025.