Estrategia

El plan de Sánchez para atar a ERC: rescate económico de Cataluña

Gobierno y Generalitat se comprometen con la «mesa» hasta las elecciones

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, en Barcelona tras la reunión de la semana pasada
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, en Barcelona tras la reunión de la semana pasadaDavid ZorrakinoEuropa Press

¿Balance en Moncloa de la reunión bilateral con la Generalitat de la pasada semana? «Un éxito». Para ellos es un éxito que Junts no esté en la «mesa». Es un éxito que el independentismo esté cada vez más dividido. Y también es un éxito que al presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, le interese tanto como al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, mantener la expectativa de ese diálogo bilateral, aunque a Sánchez le obligue a andar sobre el alambre para no dispararse un tiro en sus necesidades electorales en el resto del territorio nacional.

Sánchez y Aragonés están bastante de acuerdo en la música de fondo que cada uno tiene que entonar para que el proyecto aguante y cumpla el doble objetivo. Por un lado, que ayude a ERC a afianzarse en la Generalitat y a arrinconar a la fuerza de Carles Puigdemont. Y, en el caso del PSOE, que selle la alianza de estabilidad presente y futura, que les permita aspirar incluso a seguir en La Moncloa, de la mano de sus actuales socios, si son capaces de contener el desgaste que les atribuyen las encuestas.

Desde el Gobierno cuentan estos días que el presidente considera que la reunión de la pasada semana, con esa escenografía de encuentro entre Estado y Estado que tanto ha molestado al resto de comunidades, es la confirmación de que el proceso soberanista ha fracasado, y que se ha entrado en otra fase. Para justificar su voluntad de seguir jugando a ese diálogo político, que en sus bases es muy parecido al que en su día ofreció Mariano Rajoy y Puigdemont rechazó, en el entorno del presidente apelan a la importancia de lo que Cataluña representa para España, en PIB, en habitantes, como posición estratégica en la frontera con Francia o en porcentaje de exportaciones totales.

Cataluña debe ser un «objetivo de Estado», señalan en Moncloa para poner sordina al análisis que sentencia que el «paripé de la mesa bilateral responde sólo a intereses de partido de las dos partes, la continuidad en el poder de Sánchez y de Aragonés». Para que el presidente de la Generalitat intente resistir el envite de los de Puigdemont, en un escenario en el que sabe que no habrá ni referéndum de autodeterminación ni amnistía, tiene que conseguir otra cosa a cambio. Y el rescate sólo puede ser económico y en clave de Nación catalana. Ahí entraría el corredor mediterráneo, mejorar las infraestructuras, recibir más inversiones, intentar que vuelvan a Cataluña las sedes de grandes empresas que se fueron durante el «procés» y, por supuesto, la financiación autonómica. El argumento de Moncloa contra los dirigentes territoriales que anticipan que no aceptarán trato de privilegio a Cataluña es que si sigue el deterioro económico puede que haya que hacer frente a un nuevo «procés», por lo que es una operación de Estado contener ese riesgo y actuar con más rapidez e inteligencia de lo que lo hizo el Gobierno de Rajoy. La diferencia que callan en Moncloa es que la dependencia de ese Gobierno de Rajoy del independentismo era nula. Mientras que Sánchez le debe su estancia en Moncloa.

Justo una semana después de la reunión bilateral con la Generalitat el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, abrirá los contactos con los grupos parlamentarios para aprobar los próximos Presupuestos Generales del Estado. La mayoría que los saque adelante sólo puede ser la misma que aprobó la moción de censura al Gobierno de Rajoy y la investidura de Sánchez. Con ERC, el primer acercamiento ya se ha producido con el encuentro entre gobiernos, y en Moncloa están seguros de que, aunque se mantenga el pulso hasta el último momento, el partido de Junqueras estará una vez más del lado del Gobierno en el Congreso. En las reuniones entrará el PP, y, de hecho, después de rechazar una entrevista entre Sánchez y Casado, el ministro Bolaños será ahora el encargado de mantener un primer encuentro presencial con el principal partido de la oposición para retomar también las bloqueadas negociaciones sobre la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Trámites, de los que no se espera más que la foto. El viejo eslogan de la geometría variable quedó enterrado con la pandemia y con los resultados de las elecciones autonómicas de Cataluña y de Madrid.